El fenómeno de "volver al clóset" entre los adultos mayores gay es una realidad alarmante que refleja los desafíos complejos que enfrenta esta comunidad. A medida que envejecen, muchos se ven obligados a ocultar nuevamente su orientación sexual debido a factores como la discriminación en entornos de cuidado, el aislamiento social y las presiones familiares. Lo he visto en mi trabajo con muchas personas adultas mayores, y resulta doloroso. Esta situación se ve agravada en muchos países por políticas de gobiernos —especialmente de derecha— que fomentan la invisibilización y la violación de derechos de las personas LGBTQ+.

En Latinoamérica, además, la poca apertura de las residencias de ancianos para recibir a personas gay exacerba aún más estos problemas, aunque la realidad varía entre los diferentes países de la región. Una de las razones más significativas por las que los adultos mayores gay vuelven al clóset es la discriminación que enfrentan en residencias y centros de cuidado. En muchos de estos lugares, el personal y otros residentes pueden tener actitudes homofóbicas o poco comprensivas, creando un ambiente hostil y poco seguro. La falta de capacitación en temas LGBTQ+ entre los proveedores de atención contribuye a situaciones incómodas y discriminatorias. En Costa Rica, a pesar el avance en Derechos Humanos, la situación no  es muy diferente.

El aislamiento social es otro factor crítico. A medida que envejecen, las personas adultas mayores gay pueden perder a sus amigos cercanos y parejas, lo que incrementa su sensación de vulnerabilidad y soledad. La desconexión de la comunidad LGBTQ+, especialmente en áreas rurales o menos inclusivas, puede incrementar este aislamiento.

Algunos adultos mayores gay enfrentan presiones de familiares que no aceptan su orientación sexual, lo que los lleva a ocultar su identidad para mantener la paz familiar. La dependencia económica o de cuidado de miembros de la familia puede coaccionarlos a volver al clóset, temiendo el rechazo o el abandono.

Volver al clóset tiene un impacto significativo en la salud mental y emocional. La necesidad de ocultar su verdadera identidad puede aumentar los niveles de ansiedad y depresión, y la sensación de soledad y aislamiento puede profundizarse, afectando negativamente su bienestar general.

Ocultar su orientación sexual puede llevar a recibir atención médica inadecuada o a evitar el sistema de salud por completo. La tensión emocional y mental de vivir en el clóset puede afectar también la salud física, empeorando condiciones preexistentes y reduciendo la calidad de vida.

Vejez diversa en Latinoamérica

En muchos países, los gobiernos de derecha han implementado políticas que contribuyen a la invisibilización y la violación de derechos de las personas LGBTQ+. Estas políticas pueden incluir la falta de protección legal contra la discriminación, la promoción de valores tradicionales que excluyen a la comunidad LGBTQ+ y la reducción de financiamiento para programas y servicios que apoyan a estas personas. Ya lo estamos viendo en la Argentina de Milei, en el Perú de Dina Boluarte y en El Salvador de Bukele.

En Latinoamérica, la situación de los adultos mayores gay varía significativamente entre países, pero en general, hay una falta de apertura en las residencias de ancianos para recibir a personas LGBTQ+. En muchos casos, estos lugares no cuentan con políticas inclusivas ni personal capacitado para atender las necesidades específicas de esta población.

En Argentina y Uruguay se ha avanzado significativamente en la inclusión de personas LGBTQ+ en diversos ámbitos, incluyendo la atención a adultos mayores. Sin embargo, aún existen desafíos en la implementación efectiva de políticas inclusivas en todas las residencias de ancianos. Al caso argentino debemos seguirle el paso, pues los crímenes de odio hacia la comunidad LGBTQ+ van en aumento en los últimos meses.

En Brasil y México se cuenta con marcos legales que protegen los derechos LGBTQ+. Existe cierta apertura y casos excepcionales como el de Samantha Flores, activista transexual de 88 años que logró abrir una Casa de Día “Vida Alegre” para adultos mayores LGBTQ+ en Ciudad de México. Sin embargo, la discriminación sigue siendo un problema en muchos entornos de cuidado para adultos mayores.

En Centroamérica, países como Guatemala y Honduras tienen una situación más precaria debido a la fuerte influencia de valores conservadores y la falta de protección legal adecuada. En Costa Rica, el Centro de Investigación y Promoción para América Central de Derechos Humanos ha ofrecido desde hace varios años cursos sobre vejez diversa, pero en la práctica, muchas residencias y centros de día no ofrecen apertura al tema. También existen grupos informales de adultos mayores que se constituyen como red de apoyo, pero se mantienen invisibles.  Por otro lado, no tenemos datos sobre lo que sucede con la vejez en otras identidades diversas.

¿Y mientras tanto qué hacemos?

Es crucial proporcionar formación sobre temas LGBTQ+ al personal de salud y cuidado para garantizar un entorno seguro y respetuoso. Las instituciones deben implementar políticas inclusivas que protejan y respeten la diversidad sexual y de género.

Crear y fortalecer grupos de apoyo y redes sociales para adultos mayores LGBTQ+ puede ayudar a reducir el aislamiento y proporcionar un sentido de comunidad. La existencia de centros comunitarios específicos para personas mayores LGBTQ+ puede ofrecer espacios seguros y acogedores. Sin embargo, esto ha sido considerado como formación de guetos por muchos, pero a falta de espacios seguros, lo considero una opción válida.

Aumentar la visibilidad y la comprensión de los desafíos que enfrentan los adultos mayores gay a través de campañas de concienciación y educación pública es esencial. Promover historias positivas y de éxito de adultos mayores LGBTQ+ puede ayudar a reducir el estigma y ofrecer modelos a seguir.

En un orden vital, hay que asegurar que las leyes y políticas protejan los derechos humanos de las personas adultas mayores LGBTQ+ contra la discriminación en todos los entornos y garantizar que tengan acceso igualitario a servicios de salud, cuidado y apoyo social es fundamental. La implementación real de la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores ofrece oportunidades.

Termino aquí. El fenómeno de volver al clóset entre las personas adultas mayores gay es una cuestión compleja que requiere una respuesta integral y coordinada. Cito al poeta costarricense Jorge Debravo:

El hombre no ha nacido para tener las manos amarradas al poste de los rezos. Dios no quiere rodillas humilladas en los templos, sino piernas de fuego galopando, manos acariciando las entrañas del hierro, mentes pariendo brasas, labios haciendo besos”.

Si ya volverse viejo supone retos de salud, económicos y falta redes de apoyo, lo mínimo que debería tener una persona adulta mayor es un espacio para vivir sin ningún tipo de amarras. Al llegar a la vejez, todos deberíamos experimentar la libertad de vivir con dignidad, autenticidad y respeto, evitando así la invisibilización y la violación de nuestros derechos fundamentales.

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