En junio del 2022, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 24 de junio el Día de las Mujeres en la Diplomacia, desde ese entonces se conmemora esta fecha como una forma de reconocimiento para todas las mujeres que ejercen la diplomacia, pero también como una forma de visibilizar los retos pendientes para que la diplomacia sea un campo igualitario y seguro para las mujeres.
¿Por qué destacar de manera diferenciada a las mujeres diplomáticas?
En la actualidad la participación de las mujeres en distintos ámbitos es visibilizada, pero históricamente no siempre ha sido así. La diplomacia, como otros ámbitos, ha sido un espacio masculinizado.
La ausencia de las mujeres en la diplomacia se justificaba con argumentos como: que eran demasiado pasivas, conciliadoras, pacíficas y reacias a hacer un uso de la fuerza, que no contaban con entrenamiento militar ni experiencia de combate y por tanto no podían medir lo que está en juego al hacer política exterior, que otras naciones no iban a aceptarlas en puestos de alto nivel y que había una escasez de mujeres formadas en relaciones internacionales, ciencias políticas y economía internacional y que ellas no tenían un interés por estos temas.
A pesar de que este tipo de argumentos ha ido desapareciendo del escenario internacional y que las mujeres asumen roles, siguen estando subrepresentadas en las mesas de toma de decisiones y en los principales foros internacionales, por ejemplo, según el Índice de Mujeres en la Diplomacia 2023, se señala que sólo el 21% de mujeres ejercían el puesto de embajadora mientras que un 79% eran embajadores varones. Esto a pesar de que se ha demostrado que el liderazgo de las mujeres contribuye con perspectivas, experiencia e inclusividad y se ha demostrado las virtudes de la participación de las mujeres en las negociaciones.
Derribar los techos de cristal y techos de cemento
La presencia de estos techos de cristal y de cemento[1] han ocasionado que no todas las mujeres que ingresan a la carrera diplomática puedan avanzar dentro de ella e incluso en muchas ocasiones las mujeres no alcancen los puestos de mayor jerarquía.
El acceso a puestos de toma de decisión y de más alto rango sigue siendo un reto, a hoy ninguna mujer se ha desempeñado en el cargo de Secretaría General de la Organización de Naciones Unidas, a nivel regional tampoco ninguna mujer ha accedido al puesto de Secretaría General de la Organización de Estados Americanos (OEA) ni en la Secretaría del Sistema de Integración Centroamericana (SICA).
No solamente se requieren más mujeres en la esfera diplomática para cambiar la situación de desigualdad, se requiere mujeres que tengan puestos “los lentes violetas” por la igualdad y de colegas diplomáticos dispuestos a incomodarse y aportar en a la construcción de mejores condiciones para ellas.
Algunas ideas feministas para un mejor futuro de las diplomáticas costarricenses
El Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto puede inspirarse y plantearse el reto de mejorar las condiciones para el ejercicio de la carrera diplomática para las mujeres e incluso a nivel más amplio y político de implementar una Política Exterior Feminista. Algunas ideas para iniciar esta laboral:
En materia de Derechos Sexuales y Reproductivos, la negociación de un seguro de salud para el reconocimiento pleno de los gastos por maternidad o bien exámenes preventivos como lo es el Papanicolau que en la actualidad no se encuentran cubiertos por el seguro.
En materia de Paridad y Representación, el establecimiento de un mecanismo de paridad para el nombramiento en las misiones diplomáticas, integrar delegaciones paritarias para participar en cumbres y eventos internacionales o bien promover el nombramiento de mujeres en los puestos de más alta jerarquía en los organismos internacionales que nunca han sido liderados por mujeres.
En materia de conciliación de la vida laboral y familiar, apostar por mecanismos y reformas reglamentarias que permitan facilitar a las parejas de las diplomáticas y sus familias, condiciones para una movilidad más sencilla, promover más acuerdos sobre actividades o trabajo remunerado para familiares dependientes del personal diplomático.
El Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto ha conseguido de manera orgánica contar con paridad en la representación total del personal diplomático, por lo que con la experiencia de todas las diplomáticas, el debate de cómo mejorar las condiciones y hacer de la carrera diplomática un espacio seguro e igualitario para la participación de las mujeres sería un espacio rico y lleno de buenas ideas.
Las mujeres hemos demostrado la capacidad de liderar cambios estructurales, incidir en negociaciones y ejercer transformaciones en las formas de gestión. Nuestro liderazgo es y será vital para construir mejores condiciones en el ámbito diplomático y en general en incidir en mejores condiciones de vida para todas las personas. ¡Nada sobre nosotras sin nosotras!
[1] Según Massó de Pablo, Natalia (2016) los techos de cemento son aquellos límites autoimpuestos por las mujeres para sí mismas, esto debido al alto costo personal que puede implicar promover un ascenso o asumir otro rol, estos auto límites suelen estar asociados a la esfera familiar y el hogar, en muchos casos la maternidad también coincide. Por su parte, los techos de cristal, son aquellos que responden a las barreras que no son visibles impuestas en los sistemas que ocasionan que las mujeres se estaquen en su desarrollo profesional, se les llama “de cristal” por su carácter de “invisibilidad”, dado que no existen leyes, dispositivos sociales ni códigos visibles establecidos que impongan a las mujeres semejante limitación, sino que está construido sobre la base de otros rasgos que son difíciles de detectar.
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