Esta semana, el principal proveedor (no el mejor) público de servicio de agua (no siempre potable) y saneamiento de Costa Rica ha dado a conocer su plan de inversiones a corto plazo, enfocado desde su punto de vista en los temas de: protección del recurso hídrico, reducción de pérdidas de agua y mejora de infraestructura de agua potable y saneamiento, distribuidos en 41 proyectos, con 30 fuentes nuevas de abastecimiento y 619 km de nuevas tuberías de agua potable y 710 km de tuberías nuevas de aguas residuales, incluye estaciones de bombeo y macro y micro medidores (serán ultrasónicos o los mismos de siempre?), instalación de nuevas válvulas y sistemas para control de presión en las tuberías.

Una gestión sostenible del recurso hídrico implica una visión más integral (más ambiental) y menos política del tema, no está enfocada únicamente en temas financieros o de infraestructura de una sola institución. La gestión sostenible del recurso hídrico implica:

  • Tener un sistema de gobernabilidad del agua robusto (actualmente en Costa Rica la ley de Aguas vigente continua en muerte cerebral.
  • Garantizar agua de buena calidad a las personas (aún tenemos en Costa Rica comunidades sin acceso a agua potable, por ejemplo, Sixaola, los casos de contaminación antropogénica de acueductos siguen en aumento).
  • Proteger las áreas de importancia hídrica (esto incluye aspectos culturales, sociales y recreativos, más que únicamente pensar en el abastecimiento y consumo del agua).
  • Un balance hídrico sostenible que tenga claro lo relacionado con disponibilidad de agua superficial, sub-superficial y subterránea, estrés hídrico, descenso regional de niveles, agua no contabilizada, variabilidad interanual, variabilidad estacional, intercambio entre cuencas superficiales y subterráneas, etc.
  • Acceso a sistemas de tratamiento y saneamiento (Costa Rica con menos del 20% de acceso al saneamiento de aguas residuales, muy por debajo de la media mundial de 60%).

El plan anunciado no sugiere ser sostenible en primera instancia, solamente un plan de buenas intenciones políticas y administrativas, pues cuando un plan incluye la búsqueda de nuevas fuentes de agua lo que implica es aumentar el estrés hídrico y afectar el balance de disponibilidad de agua, aumentar el descenso regional de niveles y propiciar el aumento de la variabilidad estacional. Construir cientos de kilómetros nuevos de tubería no implica que se va a dar un manteamiento adecuado de las mismas y que el agua no contabilizada va a ser inferior al 10% y no más del 40% como lo es en la actualidad en muchos de los acueductos públicos del país.  ¿Qué va a pasar con la infraestructura existente en estado avanzado de deterioro? ¿Se tiene un plan para su mantenimiento y reforzamiento? Esto pues cuando se suele hablar de nuevos acueductos (redes kilométricas), generalmente es para satisfacer a las nuevas necesidades de nuevas actividades (principalmente condominios privados, turismo e industria).

El plan presentado no puede ser sostenible porque no mencionada nada de reforzar la gobernabilidad, de impulsar la nueva Ley de Aguas, de garantizar que los riesgos por mala reputación (corrupción) de la gestión hídrica sean los mínimos, o de coordinar con algunas ASADAS mejor organizadas que ellos (¡si existen!) y aprender de su experiencia para aplicar a los sistemas centralizados. No menciona nada trabajar junto con las áreas de conservación para aumentar y proteger las áreas de importancia hídrica (es diferente a aumentar los sitios de explotación del recurso), como por ejemplo los humedales (relevantes para el equilibrio de la disponibilidad de agua), tampoco menciona un plan de restauración de áreas degradadas (medios terrestres y medios acuáticos). No indica nada sobre impulsar la capacidad endógena de las comunidades, de promover el desarrollo de tecnologías de innovación inversa del recurso hídrico, de incrementar la investigación y construcción de sistemas SCALL (Sistemas de aprovechamiento de agua de lluvia). No indica nada de reforzar la vigilancia de monitoreo de acuíferos continentales que tienden a la sobreexplotación (no solamente los acuíferos costeros). No indica nada sobre el reforzamiento de herramientas para garantizar la seguridad para proteger la calidad de agua. El plan no incluye nada sobre gestión a las sequías o al cambio climático en el largo plazo.

La sostenibilidad es un proceso a largo plazo, por eso y por las razones expuestas anteriormente, podemos pensar que el plan presentado es todo excepto una gestión sostenible del recurso hídrico, el plan presentado es paliativo, complaciente, político, incoherente, incompleto, oneroso, repetitivo, deficiente, indiferente. Es un buen ejemplo de cómo no gestionar de forma integral el recurso hídrico de una nación, de cómo no gestionar financieramente las necesidades hídricas. Quizás ha llegado el momento de buscar un proveedor del agua público más consistente de los tiempos que vivimos, más claro con la importancia de la relación del suelo, agua y sociedad, cambiar de paradigma.

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