Lo que yo llamo “la paradoja de la Democracia Costarricense”, se resume en una agrupación de problemáticas de diversa índole las cuales repercuten fuertemente en el funcionamiento idóneo del sistema político costarricense. Esto ha permitido la intromisión y afectación de los intereses de la mayoría de los costarricenses, y con ello, una deficiencia en la calidad de política que ponen en práctica nuestros gobernantes.

El funcionamiento del sistema político costarricense se ha convertido en un avión, el cual constantemente le aparecen problemas mientras se da el arte del vuelo, es decir, de gobernar, ya sea que se dañan las turbinas, se pierde el radar y la comunicación con la torre; no existe suspensión en las ruedas del avión o se pierden los flaps y la información del vuelo.

Esta analogía calza perfectamente con el malestar de la población y los reflejos de una democracia en decadencia. Partidos políticos que no cuentan con ideologías claras sino que se han convertido en partidos personalistas en donde una persona o candidato, se convierte en el centro de la discusión. Partidos vacíos que no cuentan con ideas ni conceptos claros, sin experiencia en gobernar, capturados por grupos aristocráticos que buscan el poder y el clientelismo, ya sea político o partidario.

Partidos políticos relacionados estrechamente con el oportunismo electoral, con interés personales muy sólidos y con ansias de poder o como se conoce popularmente, “partidos taxi” los cuales no tienen convicción, razón de ser y preparación alguna para llegar asumir un gobierno, dirigir el país y gestionar las políticas públicas por parte del Estado.

Esta problemática debe de llamarnos la atención debido a que nuestra legislación en temas político-electorales está rezagada en el tiempo. Si bien en cierto que la norma está diseñada para la participación meramente de partidos políticos, los cuales obtienen el voto en son de representación ciudadana, el fenómeno de partidos personalistas o “partidos taxis”, ha dejado en evidencia la desactualización de la norma y el pobre esfuerzo que debe de tener una agrupación política para participar en temas electorales.

Se debe de promover un fortalecimiento del Código Electoral para así proporcionar una mayor seguridad jurídica, tanto a los partidos políticos como al marco jurídico costarricense. Es decir, se debe de fortalecer la suspensión de las llantas del avión para así tener un mejor despegue y aterrizaje al momento en el que un piloto nuevo (presidente) le corresponda dirigir el avión.

Este rezago en la ley ha puesto en evidencia el descontento por parte de la población costarricense que se traduce en los altos niveles de abstencionismo que hay en el país, ya sea a nivel nacional como municipal. Ciertos analistas critican al Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) por las pobres y nulas fuerzas para bajar estos niveles de abstencionismo e invitar a la población de salir a votar, sin embargo, dichos analistas están teniendo una lectura errónea del panorama. A quienes les debe interesar los votos y reducir los niveles de abstencionismo es a los partidos políticos, no al TSE ya que este es un “poder” que se encuentra inmerso en el sistema político pero no forma parte de ninguno.

Al TSE no le interesa quién gana o quién pierde las elecciones, al contrario, mejor para ellos ya que se les reduce el trabajo al momento de realizar el escrutinio de votos y que, si bien es cierto, la no participación de las personas significa un posible cáncer para la democracia del país, los partidos políticos están como espectadores esperando a que haya una crisis política en el país y un malestar general del ciudadano para así modificar su discurso y ganar las elecciones, no con propuestas sino diciendo lo que las personas quieren escuchar, utilizando el populismo, sembrando el odio y creando un enemigo en común, que es una práctica muy usada por los políticos.

Este nuevo pensamiento de los costarricenses hacia la política se percibe como una pérdida en el radar y de comunicación con la torre de mando, debido a que el avión (Costa Rica) no tiene un norte que seguir y tampoco tiene un buen piloto quién lo dirija (gobernante).

Este fenómeno social de un sentimiento generalizado de rechazo y repudio hacia la política ha sido generado por los agentes políticos, o sea, por los propios partidos políticos que, más allá de lo que ya dijimos y en lo que se han convertido, hacen ver a la política como un juego infantil en donde los berrinches, los malos tratos, el lenguaje obsceno, el ego y el orgullo por encima de la razón lógica y fomentando los ataques personales en lugar que a las ideas, son el diario vivir y espacio en el que la Política costarricense se encuentra. Y sí, con “P” mayúscula.

Añadido a esto, le tenemos que agregar el daño a las turbinas del avión y la pérdida de los flaps los cuales se entienden como los elementos básicos para el buen manejo del avión y el buen funcionamiento de la política. El actuar del piloto (presidente) depende mucho de la ruta que trace (plan de gobierno), misma ruta que una vez al mando del avión, desobedece, mintiéndole al pueblo (pasajeros) y haciendo lo que él considere más conveniente.

Esta pérdida de los flaps y sin tener clara la dirección que debe tomar el avión, entiéndase el país, crea en la población (pasajeros) un sentimiento de incertidumbre debido a que no se sabe con seguridad a qué destino se dirige el avión, si es a un abismo o a un país desarrollado y con buena pista para aterrizar.

Para finalizar esta odisea, hay que agregar el mal tiempo climático que sucede dentro del avión mientras está en vuelo, lleno de nubes y pocos rayos de sol, los cuales podemos entender como la poca renovación de líderes y lideresas jóvenes en los partidos políticos, la lluvia torrencial que se puede traducir en la pérdida de seriedad y señorío de algunos diputados y del presidente y relámpagos sin cesar, los cuales son personas sin valores ni ideales, con intereses personales muy marcados.

No se sabe a ciencia cierta quién será el próximo al mando del avión, lo que sí se sabe con exactitud es que le tocará lidiar con grandes problemas dentro y fuera del avión al cual denominamos, Costa Rica.

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