El Día Internacional de la Mujer, que encomia los logros sociales, económicos, culturales y políticos de las mujeres, se celebra en todo el mundo con eventos, conferencias, festivales y actuaciones pertinentes. Sin embargo, en Israel, este año se conmemorará, pero no se celebrará el Día Internacional de la Mujer.

Los acontecimientos del 7 de octubre plantearon muchas preguntas sobre la situación de las mujeres, la relación entre los problemas de las mujeres y las agendas políticas y, lo más importante, sobre la solidaridad global para las víctimas femeninas.

Ese terrible día, miles de terroristas invadieron más de 30 comunidades en el sur de Israel. Hamás los había entrenado para asesinar, torturar y secuestrar a israelíes, y para atacar a mujeres y niñas en particular para violarlas y mutilarlas sexualmente.

Al final del día, más de 1.200 resultaron asesinados y 253 hombres, mujeres y niños habían sido secuestrados y llevados a Gaza. Familias enteras fueron torturadas y quemadas vivas en sus casas. Los jóvenes asistentes al festival de música Nova fueron perseguidos durante horas. Muchos sufrieron abusos sexuales atroces. La gran mayoría de las víctimas de los crímenes sexuales de Hamás, que incluían violaciones en grupo, no vivieron para contarlo.

Utilizar la violación como arma de guerra es un crimen de guerra y puede considerarse un crimen de lesa humanidad. Inspirándose en sus compañeros, grupos islamistas radicales, incluido ISIS en Siria y Boko Haram, Hamás utilizó la violencia sexual como una táctica diseñada para humillar, atormentar y en última instancia, derrotar a una población civil quebrantando su espíritu.

Sin embargo, sorprendentemente, en todo el mundo demasiados partidos relevantes —incluidas organizaciones internacionales, supuestos grupos de derechos humanos, instituciones académicas y grupos de mujeres fundados para ser una voz para las víctimas de agresión sexual— se negaron a defender a las víctimas israelíes.

Si su sepulcral silencio no fuera suficientemente malo, pronto siguió una negación absoluta de los crímenes de la organización terrorista, no obstante a los múltiples informes de fuentes independientes y altamente creíbles. La negación rápidamente se convirtió en culpabilización de la víctima, negando cualquier progreso logrado por el movimiento #MeToo. Inexplicable para cualquier persona racional y moral, algunos incluso expresaron empatía con los atacantes y justificaron sus acciones.

A la luz de estos abusos contra las mujeres israelíes, este año no planeamos conmemorar el Día Internacional de la Mujer como un evento festivo. A diferencia de años anteriores, los numerosos logros de Israel en el camino hacia la igualdad de género no serán celebrados y no se discutirán los desafíos futuros.

En cambio, como ha sucedido todos los días desde la masacre del 7 de octubre, el 8 de marzo nuestros pensamientos estarán con nuestras hermanas cautivas en Gaza, sometidas por los depravados terroristas de Hamás a las condiciones más horribles imaginables.

Sin embargo, desde dentro de este gran mar de oscuridad, han logrado emerger algunos brillantes faros de luz e inspiración.

Ese día quedó expuesta la vulnerabilidad distintiva de las mujeres y las niñas durante los ataques armados, pero también lo fue la fuerza de las mujeres de Israel. Tanto jóvenes, como mayores lucharon valientemente por sus vidas y para salvar a sus familias. Otras pudieron rescatarse a sí mismas y a sus hijos de las atrocidades, o liderar las fuerzas que repelieron a terroristas fuertemente armados de comunidades y bases militares de Israel.

Aunque Israel siempre ha tenido el servicio militar obligatorio tanto para hombres, como para mujeres y las mujeres han ocupado puestos clave en el ejército, no es ningún secreto que muchos roles militares no estaban abiertos a ellas. Ahora, después de las acciones increíblemente valientes, del 7 de octubre como soldados o reservistas, desde entonces la interrogante de si las mujeres sirven en posiciones de combate ya no está en duda.

Luego están los silenciosos actos de valor que pueden pasar desapercibidos pero que son igualmente encomiables. Las madres que han mantenido unidas a sus familias después de ser evacuadas de las comunidades fronterizas hace cinco meses, las sobrevivientes del festival Nova que están demostrando una fortaleza extraordinaria mientras reconstruyen sus vidas, las esposas que luchan a diario mientras sus maridos están en servicio activo y las madres que silenciosamente rezan para que no llamen a la puerta anunciando la insoportable noticia de que su hijo ha muerto en combate. Costa Rica, no tiene que vivir esta tragedia, y las mujeres y madres de este país son afortunadas.

La lista es interminable, pero ciertamente debe incluir a los rehenes en Gaza, como las mujeres que sacrificaron sus raciones de hambre para alimentar a sus propios hijos, así como a otros jóvenes rehenes separados de sus padres. Digno de mención son aquellas mujeres que han sido liberadas, pero en lugar de concentrarse en su propia recuperación, luchan por la libertad de sus maridos, hijos y hermanos que permanecen en los túneles de Hamás en Gaza. Y no debemos olvidar a las mujeres que se arriesgan a la ira de sus captores para intentar apoyar a sus hermanas que siguen siendo agredidas sexualmente en su cautiverio.

Nuestros corazones están apesadumbrados porque Hamas todavía retiene a mujeres jóvenes y madres. El mundo debe unirse a nosotros mientras alzamos la voz con su grito y las organizaciones internacionales de mujeres deben estar al frente de la lucha por su liberación. Es responsabilidad de todos nosotros ayudar a que ellas regresen a casa.

Los crímenes que se cometieron el 7 de octubre y que se están perpetrando ahora mismo en los túneles de Gaza son un motivo de preocupación urgente, no sólo para las mujeres israelíes sino para todas las mujeres. Cuando la comunidad internacional, el mundo académico y los grupos de mujeres guardan silencio ante el uso táctico de la violencia sexual, o tratan escandalosamente de justificarla utilizando afirmaciones políticas, o ideológicas perversas, están legitimando la violación como arma terrorista. Están poniendo en peligro a las mujeres en todas partes. Tiene que parar.

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