En enero de este año, acepté la invitación del movimiento global Veganuary, quienes, aprovechando la tendencia humana de definir buenos propósitos para el año nuevo, generan una campaña de comunicación muy efectiva, como invitación para probar el veganismo como forma de vida. Posiblemente su target son personas como yo, que ya han ido eliminando las carnes, pero que les falta dar al último paso con pescado y lácteos.

Una vez suscrita, durante 30 días me apoyaron con información, consejos y recetas muy ricas para sentirme acompañada en el nuevo estilo de vida, reconociendo que no es fácil, que a veces hay retrocesos, que existen grandes presiones para consumir carnes y lácteos y, sobre todo, que las críticas vendrán, increíblemente, de la gente más cercana, familia, pareja, amigos que no entienden la decisión.

Después de 45 días debo reconocer que me siento muy bien, especialmente en mi alma. No recuerdo algo que me haya traído tanta paz y gozo en los últimos años, como haber eliminado de mi dieta los productos de origen animal.

Viviendo en una sociedad hiperconsumista, hedonista y acostumbrada a “mirar hacia otro lado” cuando se trata de violencia, injusticia, maltrato, tortura y explotación de los más débiles, es normal encontrar justificaciones tan irracionales como “necesito la proteína animal”, “yo podría dejar todo, menos los mariscos” o “yo no podría vivir sin el queso”. Es como si los camarones fueran el aire y el parmesano el agua.

Entonces, desde mi novata experiencia, le invito a que intenten dar el paso de ser vegano o vegana y aquí le comparto 10 razones para reflexionar:

Si le gustan los animales: está muy bien visto ser activista que salva ballenas; algunas personas han sido llevadas a juicio por maltrato animal, nuestras mascotas se han convertido en parte de la familia; hay quienes las humanizan y les ponen ropa a sus perros, o les hacen perfiles de redes sociales y mientras eso sucede, cada segundo se sacrifican 3.000 animales en el mundo para el consumo humano.

Son asesinados, torturados, separados de sus crías o maltratados solo porque no hemos establecido vínculos afectivos con ellos. En los supermercado de occidente compramos carne de pollo, res o cerdo, pero no lo haríamos de perro o gato, siendo una elección que obedece solamente de patrones culturales.

Si le interesa la ética: cada vez más personas fortalecemos la conexión con el mundo natural, y existe una relación principalmente con el bienestar, los derechos de los seres sintientes, y la igualdad y la justicia social. Existe una mayor percepción y consenso de que todo ser vivo es igual de importante, por lo tanto, no es nuestro derecho criar para luego asesinar cuando existen otros alimentos disponibles y libres de sufrimiento. Por otro lado, la mayoría de las granjas industriales están ubicadas en zonas cercanas a poblaciones vulnerables, en las que son comunes los problemas de malos olores, descargas de aguas fétidas y contaminadas y generación de residuos sólidos peligrosos.

Si le interesa su salud física: múltiples estudios evidencian efectos benéficos de la dieta vegana como menor riesgo de enfermedades cardiovasculares, obesidad y diabetes. Lo más importante es mantener una ingesta que incluya muchos vegetales diferentes, leguminosas, frutas y frutos secos. Además, en mi caso, he experimentado una mejora en mi salud gastrointestinal.

Hipócrates, padre de la medicina decía:

Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina”.

Si le interesa la productividad de la cadena de valor: "el mundo estaría mucho mejor si consumiéramos menos carne", señala Tim Benton, director del Departamento de Energía, Medioambiente y Recursos del centro de estudios británico Chatham House.

La producción de proteína animal a gran escala ha sido apoyada con subsidios públicos. Si esos subsidios públicos fueran destinados a la producción de proteína vegetal, sería finalmente más barato para las personas mantener dietas más saludables".

Se estima que la proteína de origen animal utiliza ocho veces más energía de combustibles fósiles que las proteínas de origen vegetal. La agricultura intensiva y la deforestación tienen un impacto devastador en la salud de los suelos. La producción de animales para consumo humano está concentrada en pocas empresas en casi todos los países, y se rige por estrictos criterios capitalistas, por ejemplo, en lugar de ser donados, miles de litros de leche y millones de huevos fueron destruidos durante la pandemia por COVID-19, por el hecho de no poder moverlos al supermercado para ser vendidos.

Si le interesa reducir el calentamiento del planeta: la producción de carne contribuye significativamente a la liberación de gases de efecto invernadero, incluidos dióxido de carbono, metano y óxido nitroso. Las emisiones de gases de efecto invernadero y el uso de tierra podrían reducirse hasta en un 70-80% con un cambio en la dieta.

Si le interesa cuidar el agua: las dietas veganas utilizan la menor cantidad de agua y los cambios en la dieta pueden reducir el consumo de agua en un 50%. La huella hídrica de la carne para una hamburguesa de 150 gr es de 2.310 litros de agua, en comparación con la huella de la lechuga que es de una media de 6,72 litros.

Si le interesa cuidar la biodiversidad silvestre: se estima que el 20% de la selva amazónica ha sido destruida, con el 80% de esa deforestación ocurriendo para dejar espacio para la cría de ganado. Actualmente solo el 4% de la biodiversidad de los mamíferos es fauna silvestre, el 60% de son vacas, cerdos (y 36% somos humanos), y en las aves el 70% son pavos y pollos y solamente el 30% son aves silvestres. Este desequilibrio produce mayor cantidad de plagas, pérdidas de cosechas, así como enfermedades zoonóticas (de animales a humanos). La sobrepesca ha provocado desequilibrios catastróficos en los océanos del mundo, con un tercio de las poblaciones de peces del mundo sobreexplotadas.

Si le interesa la seguridad alimentaria: en nuestro planeta se desperdicia un tercio de los alimentos, desde el campo hasta la mesa, o sea que cada segundo 1000 animales son sacrificados para terminar en la basura. Mientras millones de personas mueren de hambre y desnutrición, otra cantidad muere por enfermedades relacionadas con el sobreconsumo.

Según datos de la FAO, el 40% de los alimentos que se cultivan en el planeta se destinan a la alimentación animal y según los pronósticos, esta cifra podría incrementarse hasta alcanzar el 60% en las próximas dos décadas, pues la demanda de carne crece cada año. La producción de ganado afecta la disponibilidad de alimentos en todo el mundo y es altamente ineficiente en términos de recursos. Frente a la crisis climática y los conflictos geopolíticos, la seguridad alimentaria estará más garantizada en la producción local y de fuentes vegetales.

Si le interesa apoyar la economía local: habría un gran valor económico asociado con la reducción de los gastos sanitarios por los costes de enfermedad y mortalidad si logramos una transición hacia dietas basadas en plantas que son beneficiosas no solamente para el bienestar individual sino también para el colectivo.

Además, el cultivo de alimentos vegetales puede realizarse de una forma más descentralizada, en pequeñas fincas, o incluso en huertas escolares y comunitarias, lo que ayudaría a una mejor disponibilidad de alimentos y distribución de la riqueza. La producción animal, generalmente, está en manos de grandes empresas que concentran los beneficios económicos, y socializan grandes costos sociales y ambientales.

Como una oportunidad, el país puede mejorar su investigación y desarrollo de fuentes alternas de proteína, como los hongos y las algas, que además de requerir poco espacio, limpian el aire, son intensivos en mano de obra, y podría representar una oportunidad de empleo para muchas más personas.

Si le interesa prepararse para el colapso de la civilización: si las 9 razones anteriores no son suficientes para revisar su dieta, piense que siempre es mejor prevenir que lamentar. En los próximos años las cadenas de abastecimiento se verán debilitadas debido a las condiciones geopolíticas y climáticas adversas. Costa Rica no produce granos básicos, por lo que la alimentación de animales para sacrificio será muy compleja; pero el país si produce frutas y vegetales que podrían abastecer el mercado local y ofrecernos una dieta saludable, por lo tanto, ir cambiando los hábitos alimenticios desde hoy es un seguro de vida para la próxima década.

Finalmente, el cambio en la dieta es una decisión muy personal para quienes tenemos el privilegio de elegir lo que comemos, pero con la participación de muchas personas, esto se podría convertir en un cambio con gran impacto colectivo.

Si a usted realmente le interesa la sostenibilidad y el futuro de la vida en la Tierra, antes de cambiar su automóvil a uno eléctrico, o poner paneles solares piense si el paso más firme en el camino de la coherencia y con el mayor impacto sea revisar lo que pone en su plato y de su familia cada día.

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