Reformas posibles y las lógicas de la política y la economía.
A principios de año en una de mis columnas semanales me permití sugerir que para los propósitos de superación personal que usualmente hacemos con esa ocasión deberíamos escoger metas posibles, lo que no impide que sean importantes, y perseguirlas con pasión, dedicación y entusiasmo.
Hace unos pocos días conversando de temas nacionales con un conocedor de la realidad nacional, a quién mucho respeto, me hizo el comentario de que quienes hemos venido proponiendo reformas a nuestra institucionalidad política deberíamos actuar de una manera semejante: determinar qué es viable en las actuales circunstancias políticas y dados los intereses de las distintas fuerzas que influyen poderosamente en el acontecer nacional.
Me convenció rápidamente. Era aplicar a políticas públicas la recomendación que para propósitos personales había difundido hacía pocos días.
Además, hace unos meses había leído el discurso del economista Alan Blinder “Economics and Politics: On narrowing the Gap” (Economía y Política: sobre cerrar la brecha) pronunciado en la Academia Americana de Ciencias Políticas y Sociales en el cual nos señala que la lógica económica y la lógica política son dos lógicas diferentes. Lo ilustra con un sencillo ejemplo que yo tropicalizo. Supongamos una rebaja de impuestos que a 10 personas les significa una ganancia de un millón de colones a cada una pero que para 200.000 personas de pocos ingresos significa una pérdida de 10 colones para cada una. En la lógica económica es una mala medida. En la lógica política las 200.000 personas no se darán cuenta de la pérdida, ya ni siquiera circulan monedas de 10 colones. Pero los 10 ganadores sí ayudarán al político y le darán apoyo. Se requiere una gran rectitud ética y un muy profundo compromiso para que un político se oponga a esa rebaja de impuestos.
El caso más general permite distinguir en dos aspectos las lógicas política y económica.
En primer lugar, los políticos —por necesidad de tener opinión pública favorable y de ganar elecciones— tienen una visión de corto plazo, mientras las políticas económicas y también las de cambio institucional dan resultados en plazos más largos.
También son diferentes la lógica política y la económica en que la primera pone más énfasis en equidad y la segunda en eficiencia.
Estas diferencias implican que para hacer viables las propuestas económicas y de cambio institucional que aumentan la eficiencia y tienen resultados favorables a mediano plazo, se debe tomar en consideración sus efectos sobre la justicia distributiva y los costos de la transición hacia ese resultado, para atemperarlos y dotar la acción de atractivo político.
Algunas propuestas de reforma institucional
Desde que inicié mi carrera política con metas electorales personales he presentado varias propuestas con la finalidad de ir adaptando nuestra estructura institucional a los cambios que se dan en las circunstancias y de procurar mayor eficiencia y justicia en las tareas del estado.
Así, en 1988 presenté con el apoyo de diputados amigos dos reformas constitucionales. Una llamada Garantías Económicas para entre otras cosas establecer una regla fiscal, que entonces eran una novedad. La otra para cambiar la forma de elegir diputados con la finalidad de que no solo se garantizara proporcionalidad nacional sino también representación a todos los cantones agrupándolos en circunscripciones con similar población, lo que se logra votando por una papeleta de distrito legislativo, y de que hubiese una representatividad también de los intereses nacionales, lo que se logra con otra lista de candidatos a nivel nacional.
Como diputado junto con otros legisladores presenté y promoví reformas constitucionales para defender el derecho a la intimidad, para establecer las Comisiones Legislativas con facultades plenas, para eliminar la necesidad de que el presidente obtuviera permiso legislativo para salir del país, para la elección directa de los Alcaldías que eran de temas muy concretos y sencillos sin costo político y fueron aprobadas. Otras fueron aprobadas posteriormente como la inclusión del referéndum, la elección por dos tercios de todos los magistrados de la Corte Plena y la eliminación de la discriminación en contra de la mujer que existía porque el marido, pero no la esposa, podía ser causa para que su cónyuge accediera a nuestra nacionalidad.
Claro que también trabajé con pasión en favor de las dos reformas constituciones que con anterioridad había promovido. No fueron aprobadas como tampoco lo fueron otras como que el quorum legislativo solo fuese requerido durante las votaciones, que los expresidentes pudiesen ser parte de la Asamblea Legislativa, que se sometiese al Poder Legislativo la ratificación del nombramiento de embajadores y un proyecto para reformar artículos constitucionales referentes al tema electoral que buscaban poner al día los principios básicos generales de ese tema en lo tocante a la democracia al interior de los partidos, reglas más equitativas para financiamiento público en favor de todos los partidos especialmente los minoritarios y publicidad y limitaciones al financiamiento privado y posibilidad de votar en el extranjero.
Como presidente propulsé la reforma para migrara un sistema semi presidencial o semi parlamentario como los de Francia y Finlandia con el fin de adelantarnos a las dificultades de gobernar en un sistema presidencialista con la realidad política de un multipartidismo que se iniciaba. Ni siquiera logró aprobación para que se discutiera en la Asamblea Legislativa.
Ciertamente logramos la aprobación de muy importantes leyes que reformaron la estructura institucional en muchos aspectos como la Ley de Protección al Trabajador, la de Paternidad Responsable y muchas otras en diversos campos, que el lector interesado puede consultar en “Gestión Legislativa” en www.rodriguez.cr pero no fue posible aprobar importantes reformas constitucionales.
Tampoco ha sido posible aprobar algunas de estas reformas propuestas por otros actores como es el caso de la reforma al sistema de elegir diputados propuesta por Abril Gordienko y Poder Ciudadano ¡Ya!, ni otras importantes propuestas planteadas por grupos de ciudadanos notables convocados por varios gobiernos.
Reformas estructurales hoy
Repetidamente oímos el clamor por reformas estructurales para enfrentar los graves problemas que en diversos sectores de la vida nacional nos agobian, y encontramos la incapacidad del sistema político para darles respuesta.
Frente a estos hechos me pregunto:
- ¿No es hora de primero averiguar qué reformas son posibles dada la estructura de poder político, empresarial y social que vivimos?
- ¿Cómo obtener esa información? ¿Encuestas? ¿Grupos focales? ¿Otras técnicas de investigación?
- ¿No podrían el Estado de la Nación y las universidades públicas emprender esa tarea?
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