Durante más de 1500 años, una verdad absoluta fue que el Sol giraba alrededor de la Tierra, hasta que Nicolás Copérnico demostró lo contrario. Hay tantas cosas que asumimos como verdaderas, hasta que no lo son. ¿Hasta qué edad creíste que Santa o el niñito Dios traía los regalos? Otro ejemplo es cuando hablamos de crecimiento económico: creemos que crecer siempre es bueno.

Recordemos al pensador austriaco Iván Illich con la Sabiduría del Caracol: El caracol construye su concha haciendo espirales cada vez más anchas, hasta un punto en el que se detiene, porque sabe que esa concha está sobre su espalda, y que una vuelta más provocará que el peso le colapse.

Eso es lo que sucede a todos los organismos vivos, nosotros los humanos incluidos; no es posible siempre crecer y ser saludables. Cuando crece mucho un órgano, digamos el corazón se llama cardiomegalia y si son varios los órganos, acromegalia. Las únicas células cuyo éxito es crecer exponencialmente, son las células del cáncer.

Sin embargo, los países, los organismos internacionales, los Bancos Centrales, las empresas, todos buscan expresar el éxito a través del crecimiento; pero en realidad no estamos creciendo, solamente se está acumulando dinero en algún lugar, mientras ocurre una terrible degradación social y ambiental. Entonces creer que la economía capitalista es la que produce crecimiento y bienestar sin pensar de dónde vienen los recursos, es como creer que Santa Claus trae los regalos.

Las ciencias económicas han olvidado que el crecimiento que anhelan depende de la producción, que a su vez está acoplada a recursos finitos: plantas, animales, minerales, y al trabajo de las personas.

Esta desconexión entre los recursos finitos y la economía es el origen de nuestras crisis: como decía el economista chileno Manfred Max-Niff, la economía es una ciencia desmadrada, o sea que ha perdido a su madre, a su origen. Por su parte Eli Claire Ostrom, la primera mujer en obtener el Premio Nobel de Economía en el 2009 dijo:

Hubo un momento en la historia en que la astronomía tuvo que empezar de nuevo, cuando se comprobó que la tierra orbitaba alrededor del sol y no al revés. Ese tiempo seguramente ha llegado tarde para la economía”.

El origen etimológico de la palabra economía, está en el griego oikonomos, administración del hogar: oikos significa "hogar" y nemein, "administración".

¿Les parece que esa definición está funcionando? Vivimos en la época de la mayor producción y riqueza, pero al mismo tiempo de la mayor inequidad y desequilibrios. Dos de los casos más preocupantes: menos del 10% de la población tiene 90% de la riqueza, y provoca el 50% de las emisiones contaminantes, mientras el 90% de la población tiene solamente acceso al 10% de los recursos.

Y, si analizamos el peso de los mamíferos, 36% es el peso de los humanos, el 60% son mascotas o comida, y solo el 4% son mamíferos silvestres. En el caso de las aves, la relación es 70% pollos y pavos, y solo 30% silvestres. La llamada sexta extinción de las especies ya está aquí.

Por la certeza de los datos como estos es que debemos aceptar que estamos frente al colapso de nuestra civilización. Colapso no es un solo evento, es un proceso. Las primeras alertas del peligro del sistema capitalista fueron claras en 1970, y cinco décadas después, y no solo seguimos sin escuchar, sino ocultando información.

En el año 2021 hubo una filtración del informe del IPCC (Panel Intergubernamental de Cambio Climático); era el borrador del capítulo de recomendaciones que los científicos hacía a los políticos y tomadores de decisión; decía que las soluciones a la crisis climática no eran compatibles con el crecimiento económico, que era urgente parar, decrecer.

Ese texto fue triturado por los representantes de los países de la ONU, todos adictos a la energía, muchos productores y exportadores conflictos bélicos y combustibles fósiles.

Para muestra dos botones más recientes: el consejo de Seguridad de la ONU no pudo frenar la masacre de Israel en Gaza, y en la COP28 se decidió que la salida de los combustibles fósiles se hará en modo “nadadito de perro” y contra corriente.

Ya no es suficiente quedarnos en el discurso del crecimiento verde, de la sostenibilidad, de la mitigación o la compensación que no implican grandes cambios o compromisos. ¿Sabían ustedes que el 40% del petróleo se utiliza para transportar petróleo, carbón y gas?

La fe en tecnología es otro peligroso refugio. Ninguna mágica tecnología podrá ser desarrollada ni escalada a tiempo, ni podrá solucionar tantos problemas diferentes, pues hay una realidad física, material; hemos excedido los límites planetarios.

Y hablando de tecnología y refugios, Mark Zucherberg, uno de los hombres más adinerados del planeta, está en proceso de construcción y decoración de su nuevo búnker en Hawái.

Recordemos la metáfora del científico Antonio Turiel: estamos en el fondo de un lago, abrazados a una pesada roca, tal vez sea oro, pero igual nos vamos a ahogar si no la soltamos. Y como el mismo Turiel dice, no se trata de posiciones ideológicas, se trata de soluciones lógicas, en las que interviene la física, la termodinámica, las leyes naturales. Entonces, recurrir a la sabiduría del caracol es la mejor salida, es hora de parar y programar el decrecimiento y dejar de poner peso sobre las espaldas de los más jóvenes.

Cuando hablo de decrecimiento algunos me responden que eso es solo para Norte Global, el norte opulento, ellos tienen que parar para que nosotros en el sur sigamos creciendo. ¿Acaso no hay un norte y un sur en cada país?

La reina Letizia en España mencionó recientemente la palabra “decrecimiento” en un evento público y fue víctima no solo de mansplaining sino de muchas críticas de esas que surgen frente al miedo a lo desconocido, frente a la incapacidad de cuestionar el modelo capitalista, frente a la ignorancia de nuestros gobernantes, especialmente los economistas, y sobre todo, frente al pavor de las élites de perder sus privilegios.

Decrecer es para todas aquellas personas que tenemos más de lo necesario para vivir dignamente; decrecer no es ser pobres, sino tener comportamientos más sobrios, más respetuosos con los que no tienen tanto y tomar de la tierra solamente lo que necesitamos.

Decrecimiento no es recesión, por el contrario, es evitarla; es una oportunidad de vivir una vida liviana y ética; es ir preparando y a los más jóvenes para los períodos de escasez globales que vendrán en la próxima década.

Cada vez más personas en el mundo vienen aceptando que las cosas materiales y la esclavitud del trabajo moderno para tenerlas, les ha arrebatado su tiempo, su libertad, su salud, en fin, su felicidad. No por casualidad existen movimientos como el slow fashion, el slow food, o el minimalismo o vegetarianismo.

Hay personas que en interesantes experimentos sociales se han comprometido a sacar de su casa un objeto cada día, abriendo espacio para más tiempo, más experiencias y relaciones, y, tras unos días de resistencia, después no pueden parar. Otras, como un joven sueco del documental My Stuff, empacó toda su casa en una bodega y solo se permitía sacar un objeto al día.

En todos los casos la conclusión es la misma: tenemos demasiadas cosas que realmente no necesitamos. Una casa promedio en occidente tiene hasta 300.000 objetos, y está demostrado que podríamos vivir bien con solo 300. No es fácil, vivir una vida intencionalmente simple, pero tampoco imposible.

Podemos iniciar hoy con ejercicios sencillos, por ejemplo, este año en nuestra empresa decidimos no dar regalos materiales, sino obsequiar experiencias, compartir nuestros talentos y nuestro tiempo; y en nuestra familia el monto del regalo para del amigo secreto se usará como una donación para una organización que atiende personas con discapacidad en Ciudad Quesada de San Carlos.

Revelador es el título de un libro de John M. Greer: Colapse ahora y evite aglomeraciones. No podemos detener el colapso, pero sí para sentar las bases de una civilización post-crecentista, sin miedo y hasta con entusiasmo.

Algunas cosas ya las sabemos, por ejemplo: rediseñar, rechazar, reducir, reusar, reparar, remanufacturar, reciclar y regenerar. También podemos ruralizar, no solo mudarnos al campo, sino también adoptar más prácticas rurales en las ciudades.

La lista de las R`s la completa el profesor Jem Bendell, líder del movimiento Adaptación Profunda: con la resiliencia, la restauración, la renuncia, y la reconciliación. ¿Reconciliarnos con qué? Con la idea de nuestra muerte y del pronto colapso de nuestra civilización.

Cuenta Carlos Taibo en uno de sus libros que unos monjes se toparon con unos indígenas que cortaban leña con unas herramientas viejas, decidieron ayudarlos dándoles unas nuevas. Al tiempo los volvieron a encontrar y con curiosidad les preguntaron por los resultados. Los indígenas dijeron que con las nuevas herramientas podían hacer el trabajo en la mitad del tiempo.

- ¿Entonces están cortando el doble de leña? dijeron los monjes.

- No, cortamos la misma cantidad de leña que necesitamos, pero ahora tenemos el doble de tiempo libre.

Nota de la autora: La base de este texto fue compartido en noviembre durante el TEDx Mujer.

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