Siendo economista enfocado en temas de desarrollo y pobreza, encuentro recurrentemente en informes de entes nacionales e internacionales críticas y señalamientos a los programas sociales del país en relación con sus beneficiarios. Muchos reportes señalan que estos programas están mal enfocados, puesto que personas que no son pobres terminan como beneficiarios. Por lo general, esto se atribuye a falencias en las definiciones administrativas que provocan fallos en la focalización a las poblaciones meta, que permiten que otros se aprovechen de las ventajas ofrecidas.

Hay que admitir que este señalamiento es correcto, se ha identificado a nivel mundial la importancia de las definiciones administrativas en la focalización de fondos y políticas públicas para tener buena incidencia. Pero revisando más en profundidad el caso de Costa Rica, llego a una conclusión distinta, que me parece esencial colocar sobre la mesa de discusión política. Si bien la clase media suele colarse en beneficios originalmente destinados a poblaciones vulnerables, no es por vileza, es porque hay escasas políticas públicas que cubran a los sectores medios.

La estructura de política de Costa Rica no olvida, pero si descuida a los sectores medios, quizás con un par de ilustraciones mi tesis quede más clara. Por ejemplo, suele reportarse que muchas familias de ingreso medio participan en programas de vivienda dirigidos a los más pobres, pero es porque no hay programas de vivienda para el sector medio. A nivel empresarial la situación es similar, existen numerosas políticas, de parte del gobierno, de organizaciones sin fines de lucro e incluso desde la extensión universitaria, para apoyar a pequeñas y medianas empresas, pero nada más allá de eso. Y así podrían seguirse planteando casos en múltiples dimensiones del desarrollo económico y social, encontrado ese mismo fin de la política en el sector medio, pero… ¿qué sigue?

Se trata de un asunto reflejado en la historia, la sociedad costarricense tiende a una clase media cada vez más grande y con alta desigualdad, las grandes fortunas nacionales en su mayoría vienen del pasado. En términos del sector empresarial el caso no es distinto, las grandes empresas de la economía son en su mayoría de capital extranjero o viejas. Lo nuevo tiende a quedarse estancado en el medio. Y, es cierto que con los recursos escasos de que dispone el Estado es mejor priorizar y focalizar en los grupos vulnerables. Pero la política pública tiene variedad de instrumentos que podrían utilizarse para atender al sector medio sin alterar enormemente las dinámicas del gasto, por ejemplo, en dimensiones sustantivas y procedimentales.

Y esta es una discusión relevante, pues la estructura de las políticas públicas refleja en buena medida el proyecto desarrollo al que aspira el país. Actualmente, parece que Costa Rica apunta a ser una sociedad del medio, con una economía de ingreso medio, con empresas de tamaño medio y con una enorme clase media; pues los instrumentos de política pública y económica están diseñados para llevar las personas de bajos recursos y empresas pequeñas al nivel medio, y luego dejarles allí. No hay mecanismos de ascenso social más allá del medio, no hay muchos caminos o ventajas para que una empresa mediana o relativamente grande se expanda aún más. No es sorpresa que gran parte del empleo nacional provenga de empresas pequeñas y medianas, si esa es nuestra estructura económica, propiciada por nuestra estructura de políticas económicas.

Al final parece que nuestro modelo desarrollo apunta al medio, que no es malo, pero no marca un rumbo al siguiente paso. Tal vez, esta no sea una discusión de urgencia que reclame una solución inmediata, comparada con las necesidades de poblaciones vulnerables. Pero es definitivamente una discusión necesaria, o a largo plazo nuestra economía se estancará en el medio. Debemos decidir a que aspira nuestro país, y diseñar políticas que sean coherentes con esas aspiraciones a corto, medio y largo plazo. Sin un proyecto desarrollo claro, nuestra economía vagará atendiendo eventos y necesidades de la inmediatez sin rumbo, y seguramente hacia un medio cómodo, pero frustrante para la gran mayoría de la población y políticamente mediocre.

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