¿Cómo luce una escuela primaria convencional en Costa Rica?

Niños y niñas corriendo en espacios destinados a la recreación, múltiples salones de clase para cada uno de los niveles educativos, docentes en cada uno de ellos, personal administrativo, asistencial y de mantenimiento velando por la gestión del centro educativo, por citar algunos elementos visibles, sin embargo, esta no es la misma “imagen”, en las escuelas unidocentes del país.

Los centros educativos unidocentes cuentan en muchos casos con una única aula donde asisten estudiantes de todos los niveles educativos, atendidos simultáneamente por un único (a) docente, que además funge como director(a) del centro educativo y como responsable administrativo de todo lo que tenga que ver con este.

La educación en Costa Rica, arraigada en la gratuidad y la obligatoriedad que se recoge en la Constitución Política, se traduce en la existencia de centros educativos en prácticamente todos los rincones del país, muchos de los cuales presentan condiciones de acceso muy complicados y limitados servicios públicos. Es en esas regiones, con centros de poblaciones muy pequeños que se establecen escuelas unidocentes que, además, de los servicios educativos brindan a través de los comedores la que en algunos casos es toda la comida que tendrán los niños durante el día.

En un reciente recorrido por varios de esos sitios con poblaciones estudiantiles de entre 6 y 43 beneficiarios, localizados en el recién creado cantón de Monteverde y algunos distritos del cantón de Puntarenas, surgen algunas reflexiones sobre la educación en este desafiante contexto.

En primer lugar, gestionar una escuela unidocente requiere de competencias específicas, vocación y dedicación inquebrantable por parte de los y las docentes. Su realidad, incluye a menudo desplazarse a lugares lejanos, dejando atrás sus hogares y enfrentándose a zonas con menos comodidades. Entre la planeación para cada uno de los niveles, la creación de contenidos específicos, la explicación de tópicos diferenciados, la contextualización territorial, la motivación continua, la adecuación curricular, entre otros aspectos, generan altos niveles de estrés.

Por otro lado, la población escolar, enfrenta varias dificultades para lograr concentrarse en sus áreas de aprendizaje, en medio de las conversaciones sobre diferentes tópicos o bien gestionar su relacionamiento continuo con niños de edades tan variadas, con limitado acceso a espacio para cocrear, para profundizar sobre sus áreas de interés, para tener la atención plena del docente o para acceder a facilidades y oportunidades que en centros educativos urbanos se tienen. A pesar de esto y de que al llegar a etapas de educación avanzada (por ejemplo, universidad) existe una brecha educativa con sus pares de otros centros educativos, la democratización de la educación los alcanza y les habilita oportunidades de desarrollo.

Desde el punto de vista del gobierno, es impactante estimar el costo por estudiante. Si se considera por ejemplo los honorarios, el mantenimiento de instalaciones, servicios de comedor, y servicios básicos, el costo anual podría rondar entre 33 y 65 millones de colones, lo que se traduce en un monto anual de entre 5.5 y 10.8 millones de colones por estudiante. Estos montos que son muy superiores a los que se pagan en los centros educativos privados con las mensualidades más altas del país.

Si bien desde el enfoque eficientista, cerrar o fusionar escuelas ahorraría recursos gubernamentales y facilitaría la gestión administrativa del Ministerio de Educación Pública (MEP), esto iría en detrimento de las personas beneficiarias, pues incrementaría su complejidad logística y financiera, que se traduciría en mayores tasas de excusión. Esto a su vez iría en detrimento del pacto social del país en el que el enfoque educativo está centrado en la persona estudiante y no en la administración estatal.

Más allá de los importantes datos que reflejan las tasas de finalización exitosa de estudios de participantes de estas escuelas unidocentes, los y las docentes señalan con mucho orgullo los casos de graduados que han terminado su universidad y se han convertido en líderes comunitarios. Este indicador informal de resultado podría estar reflejando las provocaciones que Freire hacía para que la educación se convirtiera en el instrumento para la acción transformadora del sujeto y del panorama social.

Una educación contextualizada que trasciende la “educación bancaria” de depósito de conocimientos y fomentar la construcción de conciencia crítica a través del vínculo educador-educando, alentando a soñar y superar desigualdades, debe ser el norte de esos espacios si se quiere disminuir la vulnerabilidad social.

Cambiar el contexto social circundante parte por la educación, pero más allá de cumplir planes de estudio existe una oportunidad de incidir en la vida de los y las beneficiarios, ayudando a promover su autonomía y el espíritu crítico. Con esto se irá acortando la brecha existente entre las zonas rurales y urbanas, superando las inequidades.

A nivel del MEP, es importante destacar el compromiso sostenido que han tenido los diferentes gobiernos de turno para mantener este modelo, pero todavía existen muchos pendientes, en especial que se continue disminuyendo las brechas existentes. Iniciativas como la plataforma SABER y la mejora del acceso a internet que se impulsaron desde la administración Alvarado 2018-2022 son pasos significativos, en esta dirección.

Con el cierre lectivo del 2023 en el horizonte resulta un buen momento para reconocer la labor titánica de los y las docentes a cargo de dichos espacios. Mantener su motivación, creatividad y reflexión, es crucial para mantener la calidad educativa en ese complejo escenario.

Aunque se reconocen las dificultades, estas escuelas unidocentes simbolizan el compromiso del Estado y los docentes con la educación inclusiva, en donde además cada uno de esos niños y niñas llenos de sueños, reciben diariamente un plato de comida caliente. No se intenta idealizar el modelo, que evidentemente requieren mejoras, pero su valor trasciende los números financieros. La educación es la herramienta de cambio social que empodera a esta generación para llevar a sus familias hacia una mejor calidad de vida.

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