La gran disminución en el número de nacimientos que venimos experimentando, que se ha acelerado en los últimos años, disminuye y disminuirá más la matrícula en educación primaria y liberará recursos para la urgente y necesaria ampliación de la cobertura y la calidad de la educación secundaria.

Desdichadamente desde antes de la pandemia veníamos sufriendo un incremento de la desigualdad, incluso en un período en que nuestra América Latina que es el área más desigual, la venía disminuyendo. Mayor matrícula y mejor calidad de la educación secundaria y ampliación de la técnica es nuestra mejor respuesta a este retroceso.

En el pasado la educación fue en nuestro país el mejor instrumento para generar nuevas oportunidades y permitir el ascenso social. Desde los finales de la colonia, Costa Rica lo comprendió así y se abocó a la faena educativa como instrumento principal de progreso, de cultura y de de­sarrollo social.

Hoy de nuevo la educación puede y debe ser el mejor medio para generar oportunidades de superación a nuestros compatriotas, y el cambio demográfico —que frente a los temas de salud y pensiones nos torna más gravosa la situación— con respecto a educación nos la facilita.

Los nacimientos que habían alcanzado un pico de 84.337 en 1985 vinieron disminuyendo lentamente un 0,5% anual hasta 2001 cuando habían bajado a 76.401. Se aumentó ligeramente el ritmo de disminución a 0,6% de 2001 a 2018 y descendieron a 68.449. Pero en los años siguiente el ritmo de disminución se multiplicó por 10 y bajaron un 6% anualmente para ser de solo 53.425 en 2022.

Esto se refleja ya en la matrícula de educación primaria y cada vez tendrá un mayor impacto, liberando recursos que son muy necesarios para aumentar la cobertura de secundaria, especialmente en el último ciclo, el ciclo diversificado.

En los ochenta del siglo pasado la crisis fiscal y financiera que nos empobreció tuvo como uno de sus mayores costos una disminución de la cobertura de la educación secundaria. Era necesario bajar el gasto público, pero se escogió mal. De 1980 a 1988 (año más bajo de escolaridad en secundaria pos­terior a esa crisis) la escolaridad bruta bajó casi en una tercera parte, 18,3 puntos porcentuales. Casi una quinta parte de esa generación tuvo una menor capacitación en secundaria, lo que todavía se siente en el país. No se re­cuperó la escolaridad de 1980 sino hasta 1999.

En los 5 años de 1999 a 2004 la escolaridad neta en tercer ciclo en secundaria aumentó en 14 puntos porcentuales (p.p.). Luego de 2004 disminuyó ese ritmo y en los siguientes 16 años hasta 2020 solo aumentó 10 p.p. También se da una desaceleración en el último ciclo, el de enseñanza diversificada.

En la modalidad de la enseñanza técnica también se redujo el ritmo de crecimiento de la escolaridad después de 2004 y, aunque aumenta la proporción de la matricula en enseñanza técnica, aún representa solo alrededor de la cuarta parte de los estudiantes.

Las personas con una educación menor a secundaria completa sufren un mayor desempleo y tienen ingresos sensiblemente menores. Tienen menos oportunidades de superación.

No solo la cobertura de secundaria es insatisfactoria, sino también su calidad. Las pruebas PISA de la OCDE nos señalan que desde 2009 tenemos un gran déficit en el desarrollo de habilidades matemáticas, científicas y literarias en nuestros jóvenes de 15 años, y esas falencias se han venido agravando en las pruebas de 2012, 2015 y 2018.

De las personas jóvenes que terminan bachillerato y no siguen estudios terciarios las que en secundaria siguen especialidades técnicas en el ciclo de educación diversificada quedan mejor preparadas con habilidades para progresar. Tienen más oportunidades de superación

Debido al rápido cambio tecnológico vivimos una muy importante transformación en los puestos de trabajo que la economía ofrece hoy y en los que ofrecerá mañana.  Un estudio de Citi y la Universidad de Oxford con datos del Banco Mundial señala que en Estados Unidos un 47 % de los empleos podrían ser reemplazados por la automatización; en la OECD un 57% y en China un 77%. Difícilmente nosotros tendremos un riesgo menor al del promedio de los países de la OECD.

También hay oportunidades que se abren a nuestro país. Somos un país privilegiado para recibir los beneficios del nearshoring (mover la inversión a países cercanos) y el friendshoring (mover la inversión a países amigos) a causa de nuestros progresos en apertura internacional y atracción de inversión directa extranjera, así como favorecidos por los profundos cambios de la geopolítica internacional. Tan es así que somos la primera nación en el hemisferio occidental de recibir la aprobación del Departamento de Estado de Estados Unidos para constituir una alianza que explore las oportunidades de participar en la cadena de suministro de semiconductores, con acceso a los recursos aprobados por el Congreso de ese país a propuesta del Presidente Biden.

Estas falencias, retos y oportunidades nos obligan no solo a que se eduquen más personas sino también a que se eduquen mejor para abrirles caminos para su progreso.

La caída en el número de nacimientos nos ofrece un bono para fortalecer la educación secundaria en el país transfiriendo recursos de la educación primaria.

Debemos aprovecharlo para generalizar al máximo posible la asistencia a la educación secundaria, y en especial a la modalidad técnica, y para mejorar su calidad en generación de las habilidades señaladas y en habilidades blandas que facilitan la incorporación al mercado laboral de los servicios.

Para hacer más atractiva la educación técnica deberíamos seguir el consejo de la OCDE de hace ya varios años de reducir de 6 a 5 años su duración, igual que en la modalidad académica. El sexto año sería optativo para los estudiantes que concluyan educación técnica y quieren seguir estudios universitarios.

Para mejorar la calidad de nuestra educación pública he venido señalando desde hace años que es urgente contratar docentes que hayan demostrado sus conocimientos y habilidades, darles apoyo durante su período inicial de docencia, y evaluarlos regularmente para suplir sus deficiencias. Ya hay una ley de iniciativa del diputado Wagner Jiménez del período anterior que obliga a hacer exámenes de idoneidad para contratar docentes. Debe aplicarse a rajatabla.

Estás reformas son aún más urgentes por el apagón educativo que causó la pandemia por COVID-19.

Debe ser una educación que sea atractiva y genere en los estudiantes la formación para una vida civilizada y las habilidades que el mundo laboral requiere en el presente y que en el futuro se demandarán. Sobre estos temas me remito a mi artículo “Reflexiones sobre una educación pública para ser mejores”.

Estas son tareas prioritarias y urgentes y para cumplirlas en aras de la justicia y el progreso todos debemos unir nuestros esfuerzos.

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio.