La situación es más grave y compleja de lo que muchos pensarían. Primero está la crisis de permanencia y cobertura. De cada 100 menores que entran al kínder, aproximadamente 50 terminarán la secundaria y menos de 25 irán a la universidad. En los países desarrollados el porcentaje es de 85% y 50%, respectivamente. Es decir, una gran parte de los jóvenes costarricenses quedan excluidos del aprendizaje de conocimientos y valores que nos enriquecen como seres humanos integrales, y que son necesarios para la convivencia en sociedad.
La crisis educativa restringe las posibilidades de empleo y superación de esos jóvenes, quienes, al no tener otras alternativas, fácilmente incurren en actividades delictivas y violentas. Un problema social doble. Además, solamente 4 personas de cada generación se formarán en áreas científicas y tecnológicas. Otra gran limitación a nivel país para volverse competitivo en sectores de alto valor agregado. Lamentablemente, hay un resultado previsible: más desigualdad.
En segundo lugar, está la crisis en la calidad de la educación. Múltiples evaluaciones evidencian deficiencias en comprensión de lectura, la comunicación escrita y la expresión oral. Sobresalen las limitaciones para entender una pregunta simple, o para escribir un texto lógico y comprensible. Se distingue también el bajo nivel de conocimientos en matemática y ciencias. Se tienen dificultades para resolver las operaciones más simples.
La especie humana desarrolló el lenguaje, en primera instancia, para dar estructura a los pensamientos y luego para comunicarse. Es decir, las deficiencias en comunicación observadas revelan deficiencias más profundas en las estructuras mentales que soportan el pensamiento. De igual manera, la matemática constituye un lenguaje que también moldea la estructura del cerebro. El pensamiento lógico-matemático nos prepara para el análisis de contexto, la identificación del problema y el uso de formas operativas de resolverlo.
Por tanto, el pobre desempeño en español y matemáticas implica algo más serio: la carencia de herramientas mentales, en gran parte de la población, para analizar críticamente la realidad o para resolver problemas cotidianos. En este sentido, los pueblos menos educados son más susceptibles al engaño y la demagogia. Es probable, incluso, que personas ocupando puestos de decisión tengan esas deficiencias cognitivas. Un reto para el sistema educativo es solventar este problema estructural. Entre más tarde se atienda, más difícil será solucionarlo.
En tercer lugar, está la distorsión causada por la inteligencia artificial. Como herramienta, ha demostrado ser muy útil para mejorar la experiencia educativa. Sin embargo, su uso generalizado está desplazando muchas de las capacidades humanas. La tasa de sustitución de tareas, oficios y profesiones es mucho mayor a la de generación de nuevas oportunidades. El resultado: un considerable porcentaje de la población, de todos los niveles educativos, en peligro de perder sus empleos y sin posibilidades alternativas.
La inteligencia artificial está revolucionando prácticamente todas las áreas de la sociedad, en una época ya de por sí altamente volátil y compleja. Los cambios drásticos y vertiginosos incrementan el nivel de incertidumbre existente. El futuro dejó de ser lo que era. El país cuenta con un sistema educativo que difícilmente satisface las necesidades actuales, y que continuará formando personas para un futuro inexistente. La falta de prospectiva y liderazgo ensombrece aún más el panorama.
Los humanos nos diferenciamos del resto de los animales por nuestra capacidad de razonar, combinar conocimientos, imaginar y crear cosas que no existen. Hemos creado todo un orden imaginario y organizado las sociedades en torno al valor simbólico de las cosas. Estas son cualidades que no podemos ceder. No las podemos delegar en las máquinas, aunque en apariencia nos faciliten la vida. Son nuestra última ventaja competitiva como humanos.
¿Qué hacer entonces para mitigar la crisis? Aunque suene trivial, la solución pasa por más y mejor educación. Es fundamental abandonar la noción que considera las erogaciones en educación como un gasto. Se debe atender prioritariamente el abandono en secundaria, y profundizar en el aprendizaje del español y la matemática, incluyendo áreas como la lógica y el pensamiento crítico. Fortalecer la orientación vocacional temprana. Por su lado, las universidades deberán ser agentes que se adapten rápidamente al entorno cambiante. Estar al servicio de las necesidades de la sociedad y no solo de un mercado volátil. La mayoría de las ocupaciones están por inventarse.
Por último, es fundamental que a largo del proceso educativo se trabaje en el desarrollo de cualidades que nos enaltecen como seres humanos y nos distinguen de las máquinas. Estas incluyen la creatividad, la curiosidad, la empatía, el sentido de propósito, la gratitud, el trabajo en equipo, la compasión, la comunicación asertiva, el optimismo y hasta el sentido del humor. Todos tenemos también una responsabilidad personal: aprender y renovarnos todos los días.
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