Se aproximan las elecciones municipales, y aunque es una fiesta para la democracia, también se debe tomar como una responsabilidad ciudadana el buscar información de primera mano y transmitirla a nuestros familiares, amigos o personas cercanas con el fin de poder seleccionar a las personas que cumplan la idoneidad de pertenecer a los Concejos Municipales y las Alcaldías.

Es inevitable el reflexionar en cuanto a este asunto, teniendo en cuenta que muchos de estos partidos políticos actualmente mantienen curules en la municipalidad, desde las regidurías, las sindicaturas hasta las alcaldías, y tienden a sufrir un síndrome al que le llamaré: ¨El síndrome de la relación tóxica¨, pero ¿en qué consisten los síntomas para poder ser políticamente diagnosticado?

En primera instancia, hablamos de esas relaciones tóxicas donde una persona ilusiona a la otra, esa en la cual se le pinta el mundo de los colores más hermosos y variados acerca de cómo será su relación a futuro, le bajan el cielo y las estrellas a la otra persona, pero después, cuando llegan a obtener lo que quieren, se pasa a conocer una cara muy distinta a la mostrada. Estas personas, quienes manipulan, hieren y destrozan a sus parejas, esas que al final hacen como si sus acciones nunca hubiesen ocurrido, incurren en culpar a otros, creen que solamente con un perdón de por medio solucionarán las situaciones que durante mucho tiempo cometieron mal, y al final con todo el descaro posible, piden volver e intentarlo de nuevo, aun sabiendo que su conducta, ni en lo mínimo, cambiará.

Así mismo se comportan muchos de estos partidos políticos y sus candidatos, pronto los tendremos visitando nuestras comunidades, diciéndonos lo que realizarán, lo admirable de sus ideas, las ilusiones que la mayoría podrá creer pero que, si nos informamos de manera correcta, podremos deducir que tuvieron veinte años o más para modificar gran parte de los problemas que presenta un cantón, subsanar las heridas que malas administraciones dejaron pero no fue así, al final se presentan de nuevo, cada cuatro años pidiendo el voto casa por casa, en televisión nacional y hasta por redes sociales.

Estas personas llegarán a visitarnos en la última etapa del síndrome de la relación tóxica, después de despedazar un cantón desde la parte económica hasta la social. Se presentan diciendo que fueron otras personas las que estuvieron en medio de lo que sucedió, podrán mencionar también que hicieron lo posible por ayudar (sabiendo que no fue así) para al final pedir perdón y que los volvamos a elegir.

La desfachatez y atrevimiento de muchos de estos individuos roza en lo ridículo, pero lo peor son las personas que ciegamente siguen creyendo que podrán cambiar lo que ellos mismos no han realizado con la voluntad política tan apagada y que, siempre en medio de mentiras, llegan a engañar a muchos decididos a darles su voto.

Hoy, las comunidades, en general, presentan grandes problemas, malas administraciones y elevados índices de corrupción. Pero a los problemas llamémoslos por su nombre, existen cantones abandonados con distritos hundidos en la pobreza, juntas de educación nombradas a dedo, las cuales generan que los recursos públicos (los cuales deberían ser tratados como sagrados) sean desperdiciados y mal invertidos, deportistas sin los recursos necesarios para salir adelante, artistas sin la inversión valiosa que se le debe brindar a su profesión en general, lugares sucios con problemas de indigencia a tratar y como uno de las grandes deficiencias, un cantón más inseguro con gran cantidad de asesinatos cada semana en donde se ponen en juego la vida de personas de la comunidad. Sí, esas que como usted y yo elegiremos el siguiente año a las personas capaces de generar un cambio de impacto o bien deteriorar aún más el cantón donde vivimos.

En estas elecciones que se avecinan se deben tomar en cuenta muchísimos aspectos, desde las personas que conformarán la papeleta, cuáles de estos serán reelegidos o reconsiderados dentro de un puesto aún más alto, quiénes no fueron un obstáculo para el progreso del cantón, cuál fue el papel desempeñado durante estos cuatro años anteriores (o más), estudiar los planes de trabajo y hojas de vida referentes a ellos, pero también, considerar su rendición de cuentas en su periodo municipal. Esto con el fin de poder identificar aquellos que solamente llegaron a hacer acto de presencia a un Concejo, aquellos que no velaron por el bienestar de la comunidad y los que llegarán de nuevo a pedir votos teniendo un informe final de trabajo realizado tan risible que se basa en una página de extensión.

Analicemos, también, a esas nuevas personas que llegarán a pedir votos, seamos vigilantes en cuanto a la preparación académica o el servicio comunal con el que cuentan, preguntemos y hagamos que expliquen el cómo lograrán lo propuesto, dejemos de creer en esos que nos pintan el mundo de colores, pidamos realidad, seriedad y compromiso para poder ver a nuestros cantones surgir como deberían.

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