De cara al Día Mundial del Medio Ambiente, considero importante reflexionar sobre las agendas ambientales y el rol de Costa Rica en ellas. Nuestro país es conocido a nivel mundial por su exuberante biodiversidad y sus esfuerzos ejemplares en la conservación del medio ambiente. Sin embargo, también debemos reconocer que existen desafíos que debemos afrontar y superar juntos. El aumento de las temperaturas, los patrones climáticos impredecibles y los fenómenos meteorológicos extremos están afectando a nuestro país y repercutiendo obviamente en temas de competitividad, productividad y atracción turística.
Costa Rica se ha posicionado a nivel internacional como un país líder en la adopción de políticas ambientales progresistas. A lo largo de los años, el país ha implementado diversas medidas para proteger sus ecosistemas únicos y promover fuentes de energía renovable. Se nos ha hecho fácil vender este discurso para atraer turismo e inversión extranjera asociada al desarrollo sostenible, pero qué difícil es el panorama interno en cuanto a ser consecuentes con lo que predicamos.
El tema de la explotación de petróleo y sus impactos ambientales y sociales ha estado en el centro de atención en todo el mundo, y es fundamental comprender por qué debemos tomar medidas urgentes para detener esta práctica. Recientemente, cuatro expresidentes de la República, de diferentes orígenes y banderas políticas, han llamado a los costarricenses a firmar la petición para prohibir la exploración y explotación petrolera en el territorio nacional.
La realidad es que este tema se encuentra en un “estira y encoge” desde hace años. Gobierno, tras gobierno, nos hemos quedado cortos en tomar las medidas pertinentes y necesarias para de una vez por todas acabar con la amenaza de la perforación.
Un aspecto que tenemos que tener en el mapa es que la argumentación a favor de la exploración petrolera se basa en estudios con de datos estimados a finales de los años noventa y que, a la fecha, no garantizan con certeza la existencia de una cantidad significativa del líquido oleoso.
Lo que, si sabemos, pero tal vez algunos deciden ignorar, es la evidencia de catástrofes ambientales que han sufrido a lo largo de la historia los ecosistemas y las poblaciones más vulnerables de muchos países petroleros a causa de la explotación y transporte del crudo. Voy a compartir algunos titulares de medios internacionales para refrescarnos la memoria.
El petróleo fue durante mucho tiempo una fuente de energía dominante y una parte integral de nuestras economías. Sin embargo, su extracción y consumo, como ha quedado en evidencia, tienen efectos devastadores en nuestro entorno natural, causa deforestación, contaminación del agua y del aire, derrames de petróleo y daños irreversibles a la biodiversidad. Los ecosistemas afectados tardan décadas, e incluso siglos, en recuperarse, si es que alguna vez lo hacen.
Es por estas razones que es crucial tomar medidas firmes y prohibir la explotación petrolera. Tenemos a la vuelta de la esquina la oportunidad de promover la diversificación económica y la creación de empleos verdes. Podemos impulsar la innovación tecnológica y el desarrollo de industrias limpias, que generen empleos sostenibles y ayuden a construir una economía resiliente al cambio climático. Al invertir en energías renovables, estamos invirtiendo en un futuro más prometedor para las generaciones venideras.
Cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en esta transición. Podemos hacerlo a través de la toma de decisiones conscientes en nuestra vida diaria, reduciendo nuestra dependencia del petróleo, utilizando el transporte público o compartido, exigiendo la transición de este hacia un servicio de calidad, eficiente y energéticamente sostenible.
En este Día Mundial del Medio Ambiente, hagamos un llamado a la acción para prohibir la explotación petrolera y promover un futuro libre de combustibles fósiles. Es hora de dejar atrás una fuente de energía que ha causado tanto daño a nuestro planeta y buscar alternativas más limpias y sostenibles.
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