Días atrás, el Tribunal Supremo de Elecciones emitió el calendario de las Elecciones Municipales del 2024. En ellas, elegiremos a las autoridades locales, es decir, a las personas que integran las Alcaldías y Concejos Municipales, los Concejos de Distrito y los Concejos Municipales de Distrito. Con esto, ya se escuchan los disparos de la víspera de la campaña electoral.

De acuerdo con nuestra Constitución Política, las municipalidades son las instituciones públicas con rango de acción cantonal, encargadas de administrar los intereses locales de la población.

En el marco de lo anterior, y con la evolución que han logrado, las municipalidades han pasando de ser las prestadoras de servicios como la recolección de residuos y la limpieza de calles, a convertirse en verdaderas promotoras de desarrollo humano integral, encargándose de la construcción de obra pública, determinación del ordenamiento territorial, promoción del crecimiento económico y creación y de ecosistemas socioeconómicos cantonales, protección y fomento de cultura, protección del ambiente y atención del cambio climático, defensa y promoción de los Derechos Humanos, etc.

Por esto, siempre he pensado que las municipalidades son las instituciones públicas con mayor posibilidad de mejorar la calidad de vida de las personas. No obstante, para esto se requiere de buenos liderazgos en los ayuntamientos, pues de lo contrario, serán esfuerzo, tiempo  y recursos públicos perdidos -como ya se ha visto en algunos cantones-.

Lo anterior, nos lleva a resaltar la necesidad de contar con una buena oferta electoral. Ello implica que se cuente con personas candidatas probas, con capacidad para asumir los puestos, formadas, conocedoras del entorno territorial, con visión política y liderazgo. Dichas candidaturas deben conocer las necesidades del pueblo, para que brinden planes de gobierno direccionados a la satisfacción de estas y que propongan acciones con visión de mediano y largo plazo que promuevan cambios estructurales y no superficiales y cortoplacistas.

Lo que he planteado anteriormente, aun no se encuentra asegurado por las normas que regulan las elecciones, pero ya se han planteado algunas reformas que pretenden coadyuvar. Por ejemplo, la “Ley que limita la reelección indefinida de las autoridades locales”. Si bien, las personas que ejercen buenos liderazgo deberían tener la posibilidad de gobernar muchos años, aquellas que no lideran bien deberían retirarse a la mayor brevedad. Por esto, como medida que trata de regular de forma equilibrada esta situación, dicha ley promueve la incursión de nuevas personas en las jerarquías de las municipalidades. Esta será la primera elección en la que aplicará esta legislación y se guarda la esperanza de que mejore la operación de los ayuntamientos. Ligado a esto, el TSE y el Congreso deben prestar atención a las prácticas de política tradicional que se puedan dar para mantener cacicazgos.

Otra normativa que se espera mejore los gobiernos locales, es la aplicación de la paridad de género horizontal y vertical en las ofertas electorales de los partidos políticos.

Todo lo anterior, me lleva a lanzar un llamado a los partidos políticos, para que propicien una verdadera renovación de los liderazgos y propongan sanos equilibrios entre experiencia, juventud y género. Los partidos políticos no son las mismas personas de siempre, son distintas personas que profesan una misma ideología, siempre orientada a la mejora de la calidad de vida de la población. De ahí, que pasar la estafeta debe ser un sano ejercicio democrático y no un golpe a la fortaleza de maquinarias electorales.

Finalmente, deseo exponer tres aspectos que, por mi experiencia municipalista, considero oportunidades de mejora importantes: la promoción de la descentralización, la justicia presupuestaria entre municipalidades y contar con un nuevo Código Municipal.

En cuanto al primero punto, la historia ha demostrado que los mejores regímenes democráticos y que cuentan con desarrollo humano integral alto, son aquellos con descentralización como modelo de gestión pública. Sin embargo, es notorio que la descentralización ha venido siendo burlada y golpeada por los últimos gobiernos. Las últimas administraciones no han honrado los compromisos que la legislación les obliga, el Parlamento no ha promovido más leyes de transferencia de competencias y, en conjunto, han propuesto proyectos de ley que entorpecen el proceso de descentralización. Lo anterior, también nos lleva a aceptar que las municipalidades requieren incrementar la eficiencia y eficacia, y mejorar la ética y probidad en la función pública, para deje de existir oposición a la descentralización.

En cuanto a la justicia e igualdad presupuestaria entre municipalidades, debe repensarse la forma en la que se componen los presupuestos de éstas, pues hoy, cantones adyacentes, cuentan con presupuestos abismalmente diferentes. Esto causa que el desarrollo humano integral en los cantones sea sustancialmente diferente. Por poner un ejemplo, mientras la Municipalidad de San José tiene un presupuesto ordinario para el 2023 de ₡73.473,44 millones, su vecina Municipalidad de Alajuelita cuenta con uno de apenas ₡3.975,9 millones. Replantear la forma en la que se construyen estos presupuestos, llevará hacia el incremento de los ingresos y, por ende, de la prestación de más y mejores servicios públicos de parte de los gobiernos locales.

Por último, en cuanto a la necesidad de contar con un nuevo Código Municipal, nótese que el actual data de hace 25 años, ha sufrido gran cantidad de reformas y, aun así, no ha logrado dotar a las municipalidades del protagonismo que merecen en el desarrollo nacional. Asimismo, la práctica nos demuestra que, si bien, la autonomía organizativa permite que cada ayuntamiento se estructure como lo desee, es necesario realizar una estandarización mínima, de modo tal que a la población no le cambien las reglas de juego de cantón a cantón. También, se puede aprovechar para establecer una sola norma municipal, corrigiendo la difuminación de normas. Igualmente, esta reforma es el escenario ideal para replantear algunos aspectos propios del funcionamiento de los Gobiernos Locales, que abordaremos en otra columna.

Los pueblos tienen los gobernantes que se merecen. Ojalá que el pueblo ponga en las municipalidades a las mejores personas, que no se deje tentar por los monstruos antidemocráticos del abstencionismo y el populismo. Piense en su cantón como si fuera su hijo: no se lo pondría en las manos a cualquiera.

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