No pasamos un solo día sin escuchar en una reunión, en una actividad familiar o con amigos la típica frase “llegó tarde, hay mucha presa”. Sí, nos hemos acostumbrado a pasar nuestras vidas metidos en las calles de este país. Sí, hemos normalizado disfrutar de los atardeceres dentro de un carro o sentados a un lado de las ventanas del autobús.

Y no es culpa de las calles, considero que tenemos las suficientes (construir más carretas no disminuye la cantidad de carros, según el Informe del Estado de la Nación del 2018 en Costa Rica hay 231 carros por mil habitantes solo dos países nos superan en la región Latinoamérica) lo que si no tenemos suficiente es un transporte público que logre movilizar de una manera ágil, segura y eficaz a la población de este país.

Y dicho esto, es una vergüenza que los costarricenses pasemos en promedio 4 horas en presas por día, según el Informe del Estado se la Nación del 2018 (no me puedo imaginar al día de hoy), lo que significa que al mes pasamos 80 horas en las calles del país (sin contar los fines de semana) y por lo tanto se traduce que el congestionamiento vial nos está robando 40 días al año.

Es una vergüenza que en pleno siglo XXI con los avances de la tecnología aún no podamos pagar de manera digital el autobús y los choferes nos reclamen cuando no tenemos billetes de baja denominación para realizar el pago.

Es una vergüenza que en la actualidad por caprichos no se cuente con un tren rápido que realice un servicio durante todo el día para movilizar las miles de personas personas trabajadoras y estudiantes del Gran área Metropolitana.

Es una vergüenza saber que en el último año se han incendiado varios buses mientras prestaban sus servicios y aún así las empresas autobuseras continúan haciendo lobby con los políticos para que las unidades con más de 15 años sigan en funcionamiento.

En fin seguiremos esperando un transporte público decente al servicio de las personas porque los políticos de este país prefieren que los autobuseros financien campañas políticas que cambios estructurales en el sistema de transporte público del país.

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