Sembrad en los niños ideas buenas, aunque no las entienda; los años se encargarán de descifrarlas en su entendimiento y de hacerlas florecer en su corazón”. María Montessori

En días pasados, el presidente Rodrigo Chaves, se refirió de manera despectiva a cerca del método de enseñanza-aprendizaje de María Montessori, quien con su teoría de aprendizaje ha contribuido en demasía a la educación preescolar a nivel mundial, con amplios estudios que respaldan la eficiencia de su pedagogía.

Las palabras desmerecen la centralidad en la persona y en su manera propia de aprender, teoría que esta gran pedagoga defiende, ya que la particularidad no significa una educación superficial o permisiva.

Pero en estas líneas, deseo centrarme en la propuesta Montessoriana de educar para la paz, muy necesaria y sugerente, no solo en el lenguaje del presidente (cuya retórica se ha caracterizado por la violencia), sino en la gestión del actual poder ejecutivo. Cuando hablamos de paz, no es simplemente la ausencia de guerra o conflictos, si no hay que dejar claro que es un derecho humano fundamental y la educación es el mejor vehículo para construir relaciones de paz en la sociedad.

María Montessori, revoluciona la educación, desde una visión científica, al centrarse en la persona, y dejar de mirarla como un repositorio de conocimientos, sino como un ser en relación, pero no una relación competitiva, “el niño puesto en un ambiente adecuado descubre su propia dimensión, se realiza plenamente y es libre. La maestra observa al niño, no lo dirige, es un vínculo entre él y el entorno” (Foschi, 2014). Salir del conductismo, realza una educación donde las personas forjan la responsabilidad de sus acciones. Acciones relevantes para un gobierno que se está caracterizando por la desinformación donde las cuentas claras no aparecen.

La educación para la paz tiene que garantizarse como un derecho de toda persona, sobre todo por la tradición pacifista y democrática costarricense, con más ahínco, debería de ser defendida por parte de quien dirige la nación “La Educación para la Paz (…) fundamento de todo sistema educativo, que contribuya a generar procesos sociales basados en la confianza, la solidaridad y el respeto mutuo, facilite la solución pacífica de los conflictos y ayude a pensar de una forma nueva las relaciones humanas” (AEDIDH, 2008, art. 2). Hemos visto con preocupación acciones y palabras por parte del presidente, marcadas por el autoritarismo, ya que se ha abanderado con la lucha contra la corrupción, y esto lo ha llevado a justificar su conducta, desde una figura populista, como juez implacable o como un mesías que salvará a Costa Rica, acciones que como ciudadanía, debemos de ver de manera crítica, ya que no dejan de ser cortinas de humo, que pueden distraernos de la realidad.

La educación en Costa Rica, tiene grandes retos, por el famoso apagón educativo, heredado de otras administraciones, por lo que no es oportuno, hablar sin conocimiento de algo que no conoce el señor presidente, sobre todo, cuando grandes líderes que han sido formados desde el método montessoriano han demostrado que la formación integral de la primera infancia, impulsa personas con valores, en especial desde relaciones armónicas y empatía. No podemos omitir que la escritora Carmen Lyra impulsa esta metodología en nuestro país, primero en América Latina.

Una de las principales contribuciones de esta pedagogía es la sana resolución de conflictos, educar para la solidaridad, sabiendo que la persona vale por sí misma y que los problemas se solucionan con respeto, no desde el poder o la ofensa y que cada persona puede ofrecer sus talentos y cooperar para mejorar la realidad.

Educar para la paz, sigue siendo un reto, para nuestra sociedad, una habilidad necesaria, sobre todo para las personas que ejercen un liderazgo social. Como bien lo menciona Rodríguez (1995:33) el proceso educativo basado en la no-violencia, pretende alcanzar la triple armonía del hombre consigo mismo, con los demás y con la naturaleza, en orden, a convivir en una comunidad donde los conflictos se regulan por consenso (…)”. Convivir sanamente es lo que esperamos los costarricenses por parte de nuestros líderes políticos.

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