Los principales problemas que nos desafían son la pobreza y la desigualdad.

Las olas de crisis económicas y sanitaria recurrentes en el presente siglo, han profundizado los problemas económicos históricos, y al mismo tiempo, han provocado un efecto acumulativo, agravando el rezago social y acrecentando las desigualdades. La capacidad adquisitiva y la calidad de vida de las familias costarricenses ha desmejorado. En lo que llevamos del siglo XXI, solamente en una ocasión se logró reducir la pobreza más allá del 20%, fue en el 2007, se redujo en un 3.5%, logrando un descenso a 16.7%.

La pandemia llevó el índice de pobreza al 30% (INEC), o sea, más de 1.550.000 ciudadanos no pudieron cubrir sus necesidades básicas de alimentación, salud, y educación. Para marzo de 2022, este porcentaje disminuyó hasta 20.1%, para agosto, producto de la invasión rusa a Ucrania, incrementó nuevamente en 2.3%, o sea, 37 mil familias cayeron en condición de pobreza. Así de vulnerable es la realidad de miles de compatriotas.

En el informe correspondiente a 2022, presentado el 16 de noviembre, el programa Estado de la Nación, destaca que la desigualdad por ingresos alcanzó en 2021 niveles históricos, sobrepasando los índices que tuvo el país en 1987.

La inflación ha golpeado rápido y con fuerza a los hogares con menos ingreso, superando las estimaciones que para este año hizo el Banco Central. A partir del índice de precios al consumidor, la inflación registró una variación interanual para 2019 de 1.52%, para el 2020 de 0,89%, para agosto de 2022 el porcentaje alcanzó 12.13%. Para octubre de 2022 disminuyó, llegando a 8.99% como consecuencia de una reducción en el precio de los combustibles.

A los ya difíciles momentos que arrastramos, se unen los ajustes al alza en las tasas de interés, también la alta inflación alentada por la “guerra energética” en Europa, la amenaza de una recesión económica global, los problemas en las cadenas de suministros y el encarecimiento de las materias primas. Los pronósticos no alientan, según el Banco Mundial, el país cerrará el 2022 con un crecimiento del PIB del 3.3%, la proyección de crecimiento según CEPAL para Costa Rica en 2023 será de 3.3%, porcentajes insuficientes para alcanzar mejoras significativas en las condiciones de vida de los costarricenses.

El reconocido economista Amartya Sen, propone que se asuma el desarrollo como un proceso en el cual se generan capacidades y oportunidades, de y para la gente, con el fin de lograr mayor equidad. Bajo la óptica de Sen, el centro del análisis del desarrollo está en el bienestar de las personas, alejándose de la posición reduccionista del economicismo. Tenemos como reto crear las condiciones para lograr la realización plena del individuo, en libertad, para que pueda escoger un destino.

Atrapados en la incertidumbre, en las últimas campañas, la mayoría de costarricenses optaron por alternativas políticas de las cuáles se desilusionaron muy pronto. Estas opciones desatendieron las verdaderas prioridades de desarrollo y prosperidad que anhela nuestro pueblo.

En el contexto costarricense, en sus orígenes, la socialdemocracia tuvo como centro la lucha por erradicar la pobreza y la búsqueda del bien común. Sobre ese ideal se fundó Liberación Nacional, se impulsaron reformas políticas y de Estado, se buscó además una transformación social y económica hacia una distribución más justa de la riqueza.

¿Por qué es necesaria la socialdemocracia en este momento?

Cuando en Costa Rica la socialdemocracia ha servido como principio orientador de un proyecto de sociedad y de Estado, ha contribuido significativamente a un mayor desarrollo económico y a fortalecer la justicia social. Como proyecto político, por su profundidad, quizás iguale al proyecto liberal de finales del siglo XIX y de principios del siglo XX. Es obvio que las ideas de ayer deben ser adaptadas y repensadas críticamente según las exigencias actuales y del futuro, para los ortodoxos será muy difícil renunciar a ciertos atavismos ideológicos como el de un Estado excesivamente poderoso. Es necesario un Estado fuerte, que contribuya a contener los desequilibrios que las fuerzas del mercado provocan, un Estado de dimensiones óptimas que brinde servicios eficientes al tiempo que administra los recursos con responsabilidad.

En los últimos periodos hemos tenido gobiernos incoherentes entre lo que se predica y hace. No han tenido sentido de urgencia a la hora de concretar soluciones que mejoren en el corto plazo la vida del costarricense, ni el carácter para afrontar reformas trascendentes, estos gobiernos quedaron enganchados en la inmediatez. En el mejor de los casos, las buenas soluciones tardaron años.

En la Carta Fundamental del PLN no se incorporó literalmente el concepto de socialdemocracia, se infiere. Interpreto esto como la intención de librar de dogmatismos la dirección teórica del partido y más bien, darle un carácter pragmático, flexible, amplio e integrador en lo ideológico. Esta ductilidad permitió en el caso de Liberación Nacional, establecer en lo teórico, alianzas epistémicas con otras corrientes de pensamiento, y en lo práctico, no tener profundas resistencias a la hora de concretar muchos de sus objetivos. Ejemplo de esto ha sido la convivencia política con diversas corrientes de pensamiento conservador, también con las provenientes de la versión costarricense del pensamiento demócrata cristiano y social cristiano.

Seis objetivos prioritarios de un proyecto socialdemócrata: erradicar la pobreza extrema; luchar contra el cambio climático; hacer más eficiente el Estado para mejorar los servicios públicos en salud, educación, seguridad; fortalecer y soltarle amarras al sector productivo y, con valentía, combatir la corrupción. Como sexto objetivo, asumir con prioridad una reforma política para fortalecer nuestras instituciones democráticas, disminuir la proliferación de partidos, viabilizar la posibilidad de coaliciones partidarias, apalancar el sistema de representatividad y devolver la confianza de la ciudadanía en sus representantes. Priorizar no es renunciar a otras causas compatibles con un ideario socialdemócrata, ni una negación de la diversidad y complejidad de otros asuntos relevantes pospuestos. El reto es abrumador, muy similar al que asumió la Junta Fundadora de la Segunda República y la Constituyente en el 49.

La socialdemocracia del siglo XXI concebirá nuevas realidades, más justas, tendrá como centro los anhelos del costarricense, será esencialmente optimista, audaz, y vanguardia del pensamiento político.

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.