Este vergonzoso voto va contra la esencia del costarricense y nuestra tradicional imagen de líderes mundiales en economía de conservación.

Muchos costarricenses hemos sido felices al escuchar a personas de otros países alabar el trabajo de conservación de Costa Rica. Pero en los últimos años, sobre todo en eventos internacionales oficiales de alto perfil, a los representantes de Costa Rica les pasa lo opuesto: les ven con resentimiento por nuestro discurso hipócrita de conservación del océano en el que decimos una cosa y hacemos otra —esto abarca los tres gobiernos costarricenses más recientes, incluyendo el actual.

El pasado jueves 17 de noviembre del 2022, durante la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), que reúne a 184 países miembros, Costa Rica se abstuvo de votar a favor de varias propuestas de Panamá por proteger a muchísimas especies de tiburón, incluyendo al icónico tiburón martillo, por el que miles de turistas pagan mucho dinero para venir a ver vivo en Costa Rica.

Este voto no sólo contradice la imagen esencial y tradicional de Costa Rica como líder mundial en conservación, sino que también va en contra de nuestra economía de conservación, del balance y salud del océano, y de las millones de personas e industrias que dependemos de un océano saludable.

Todo está conectado. Los tiburones son clave para la salud y el balance del océano. Si los tiburones están mal, también estarán mal el océano, el planeta, y los seres humanos que aquí vivimos. Esto es así de directo. No se trata nada más de que los tiburones son bonitos, sino que además son necesarios para mantener el balance y salud del océano, y la gente e industrias que dependen de él.

El turismo internacional deja en Costa Rica miles de dólares al año sólo por ver tiburones vivos en su hábitat. Adicionalmente, además de bucear y hacer snorkel, esos turistas también se hospedan, transportan y alimentan en Costa Rica.

Según datos oficiales del Instituto Costarricense de Turismo (ICT), en la categoría de ecoturismo 3.3% de los turistas internacionales que ingresaron por vía aérea entre 2017 y 2019 vinieron a hacer buceo, y 17.8% snorkel.

Los últimos tres gobiernos —incluyendo la actual administración Chaves Robles— así como el costarricense promedio, han dado señales de no entender que los tiburones, y otras especies y sus hábitats, tienen mayor valor económico vivos que muertos.

Adicionalmente, el costarricense promedio todavía parece no entender que la conservación no es sólo proteger a los animales y sus hábitats porque son bonitos, sino también porque son necesarios para nuestra propia supervivencia, y porque son rentables en términos económicos.

¡Qué vergüenza! ¡Qué dolor! ¡Qué inimaginable decepción! La Costa Rica donde nacimos, aquel país líder mundial en conservación, ya no existe. Tenemos que reconstruirlo y lavarnos la cara. ¿Se comerá la bronca el gobierno actual o será otro más del montón?

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