El pertinente y clásico cuestionamiento filosófico de "ser o no ser" en las sociedades distópicas de la actualidad.

Porque desconozco si a ustedes les sucederá... de agotarse y aburrirse de constatar la vanidad excesiva del prójimo, diría, "idolatría narcisista" de muchas mujeres (y hombres en menor cantidad) por medio de sus "Agregar a historia" en Facebook y redes sociales.

Pareciera, es época en que la apariencia externa esclaviza y lo es todo, y excepcionales veces percibe uno estas personas atesoren algo de sustancia (conocimiento); así, en sus cortos videos y selfis obsesivos exhiben muecas y poses sin sentido que, creo, no es precisamente para dignificarse como seres humanos sicológicamente sanos.

Aunque parezca retorcido, entonces... es cuando uno fantasea por un poquito de viruela del mono con sus feos exantemas vesiculares purulentos que ni con un kilo de maquillaje se camuflan.

Que venga una pandemia similar a la Covid-19 pero sin consecuencias graves, empujándonos de nuevo a reformularnos nuestro papel como especie determinante para la conservación o destrucción del planeta.

Que este ensimismamiento patológico por las redes sociales dé paso a cambiar el estilo de vida consumista, proyectado especialmente en el mercadeo y exaltación sexual de la figura femenina, como ordenándoles: "sé linda y apetecible, luego existes".

Sabemos, la belleza de la juventud es inexorablemente efímera, 15 ó 20 años cuando mucho, casi nada, un pestañeo relativo en el tiempo infinito, y hasta hoy no existe dieta, mejunje cosmético o cirugía estética capaz de contrarrestar de manera apreciable y confiable este designio genético de la biología.

Por fortuna el género femenino se está percatando de semejante sinsentido y tiranía que lucra con su cuerpo estereotipado para solaz y consumo del "macho cabrío" patriarcal, en exclusivo beneficio de las industrias del entretenimiento, gimnasios y máquinas de ejercicio, moda, cirugía estética y productos de "belleza".

Es más que justo el anhelo y clamor históricos de la mujer por igualdad real. En el tercer mundo hasta ahora empieza a notarse este fenómeno emancipador, sobre todo en naciones altamente escolarizadas como la uruguaya, argentina, costarricense y chilena. Esa tendencia de ir ellas despojándose de esos lastres y prototipos convencionales casi exigidos por el canon social, fruto amargo de la cultura supersticiosa y patriarcal, de alguna manera "reductora de cabezas".

De forma paulatina, por justo albedrío vemos a las mujeres transitar a la simpleza del hombre en el vestir, y poco o nada usuario de afeites tramposos y nada baratos.

Ese necio, empalagoso y primitivo cortejo entre heterosexuales es absurdo y costoso energéticamente en esta coyuntura evolutiva de superpoblación planetaria; por cierto, mal distribuida, creando la falacia de que en algunas naciones europeas y España sobran ancianos o faltan niños (viceversa), pensando se necesita copular y parir más, existiendo cientos de millones de huérfanos carentes de hogar alrededor del mundo.

Un parámetro posible

En apariencia, los extraterrestres han evolucionado en esto y es difícil observar a una alienígena toda pintarrajeada o refaccionada cual globo de cumpleaños.

No soy ufólogo ni ansioso fanático de este tema, mas, por lo que se especula, los extraterrestres ni se distinguen en su género al haber llegado a una especie de "nirvana" biológico y cósmico altamente inteligente, ecológico y práctico, desprovisto de desgastantes interacciones emocionales tóxicas (celos, posesión...), imbecilidad y avaricia, propiamente humanas.

Deploro, sí, todavía no he avistado a ningún ser del más allá aunque desde niño y adolescente haya invertido decenas de horas en las madrugadas escrutando el firmamento, no obstante, está más que establecida su supuesta apariencia en el imaginario colectivo, o al menos a través de proyecciones teóricas basadas en rigurosos modelos que incluyen variables genéticas, evolutivas y ambientes posibles extraterrenos, donde el subjetivo y arbitrario concepto de belleza humano no aplicaría.

En aras de una vida plena y mientras no practiquemos un salto cuántico de conciencia, por ahora nos genera más provecho centrar la atención en la educación, en la libre espiritualidad, la literatura y el arte. Más que el espejo o la autoimagen, tal es el "santo grial" que aparece frente a nosotros, descartando esa obsesión por hallar el "elixir de la eterna juventud" en ridículos y carísimos productos, riesgosas operaciones o tratamientos cíclicos torturantes y esclavizantes.

Como espectadores, lectores, escritores o artistas, estas facetas aportan exquisito goce y libertad, pues el día menos pensado nos llega pronto y justiciero frente al espejo: aquellos de antes, ya no somos los mismos, casi siempre irreconocibles, al menos en la envoltura del paquete.

Indudablemente reconocemos los beneficios aportados por una alimentación sana, ejercicios físicos regulares y estrategias a fin de minimizar el estrés producto de un mundo plagado de consumismo aberrante y salvaje, basado en la apariencia y éxito económico como un fin. Pero el ideal urgente, reitero, es cultivar, "amueblar" y entrenar nuestro más trascendente órgano distintivo de esta especie y al parecer relegado hoy por su más largo compañero (piel)… el cerebro que piensa y escribe este artículo. El que probablemente en un tiempo lejano nos llevará a las estrellas con lo que reste de su costoso y demandante "vehículo" anatómico.

Por ahora, dejémosle el circo de las vanidades cavernarias a quienes no desean o son incapaces de ver más adentro de sus propias narices.

Ajena a los caprichosos e inexorables vaivenes del tiempo, una mente equilibrada y culta irradia la genuina belleza y paz interiores.

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