La inteligencia artificial es utilizada a diario por los juristas y ajedrecistas, en los primeros, el uso más frecuente es utilizarla para la búsqueda de jurisprudencia, por ejemplo; sólo basta con ingresar al sistema Nexus del Poder Judicial de Costa Rica, ingresar un criterio de búsqueda, y nos arroja miles de resultados casi de forma instantánea, tarea que hace no mucho tiempo se realizaba de manera manual, en libros físicos de jurisprudencia de los distintos altos tribunales de Costa Rica. En los segundos, basta con descargar cualquier aplicación de ajedrez en el celular, y jugar en línea contra otros oponentes humanos, o versus la máquina, la cual, alimentada por la Big Data, analiza miles de variantes por segundo, esto en cada movimiento. Indudablemente en ambos casos la inteligencia artificial ha facilitado las cosas.

En el ámbito de lo jurídico y policial, en otras latitudes se ha ido mucho más allá. En la literatura jurídica varios autores como Jordi Nieva Fenoll y Miquel Julia Pijoan, en algunas de sus obras hacen referencia a una resolución del Tribunal Supremo de Wisconsin (EE.UU.) que avaló el uso del software COMPAS (Correctional Offender Management Profiling for Alternative Sanctions), siempre y cuando sea utilizado como un elemento más de convicción en la valoración del riesgo de reincidencia delictiva (predecir la reincidencia delictiva en prospectiva) de la persona acusada en el dictado de la sentencia.

En lo policial, Laura Merkel (Merkel, 2022), hace referencia a la Big Data Policing, es otra manifestación de la inteligencia artificial, el DAS (Domain Awareness System), por ejemplo, es un software utilizado por la policía de New York, que permite vigilar en tiempo real miles de cámaras, alertando a los policías humanos automáticamente “movimientos sospechosos”.

El común denominador de estos algoritmos, alimentados por la Big Data, es la selección por el programador (humano) de los caracteres que permiten concluir al algoritmo que un acusado va reincidir, o en el caso del DAS, permitan identificar los movimientos sospechosos. Lo que llama mucha la atención, esto para concluir, es que el factor humano siempre está presente, pues, es un ser humano quien selecciona la información que nutre al algoritmo, y lo lamentable es que dicha información no escapa de ser estereotipada, prejuiciosa y sesgada, consciente o inconscientemente.

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