Esto de las elecciones entre partidos políticos habla de diferentes realidades dependiendo de a quién y en qué parte del mundo se esté hablando. En Costa Rica esta noción tiene sus raíces en la tradición occidental europea, que se funda en la división cuerpo/razón. Cuanto se renuncie al cuerpo más y cuanto esté haya sido apedreado más y arrojado al fuego sin sentido, por el amor al progreso, al trabajo, a la familia, a la paz, a Dios, a la patria o a cualquier otro token disciplinario, cuanto más se trate al cuerpo como un residuo y se someta el mismo al imperio farmacopolítico de la "vida sana" con todo tipos de regímenes vacíos de emprendedurismo mágico, turismo colonizador, resolución alternativa de conflictos, Crossfit, estrógenos, comida orgánica, "descafeína", cannabis medicinal, activismo de Facebook, etcétera, más visibilidad se tendrá, cuanto más se defienda la pseudo-meritocracia liberal, la fama y el falso éxito del dinero sobre el espíritu, se estará más integrado y "apto". Es decir, cuanto más se pueda maquillar el peor de los daños como algo bueno, es en cuanto más se va a ser celebrado.
Bajo está lógica los partidos políticos nacen en algunas partes de Europa con la intención expresa de prevenir el autoritarismo monárquico y en parte para prevenir el terror, pero con la razón latente de solo administrar ambas fuerzas en función de los intereses de los poderosos y no necesariamente de prevenirlas. Hoy en día estas no son las únicas razones que mantienen estos sistemas partidarios, sean cuales estas sean.
Así, me pregunté yo el día domingo 3 de abril pasado, como buen ciudadano, sobre cuáles son las razones por las que fui llamado a votar, o a no hacerlo en esta fecha. Puede que alguien me critique de ser una especie de estoico, lo cual no acepto, pero agradezco, pero en principio considero que la única razón que nos debe llamar a preservar algo es por su bondad. Por lo que me ha parecido importarte preguntarme últimamente ¿Estas agrupaciones como los partidos políticos contienen aún un poco de bien en ellas que compense el inmenso mal que traen tan visiblemente a nuestra sociedad? Esta reflexión es más pertinente ya que ningún árbol podrido puede dar un fruto sano.
Si se quiere establecer un criterio de bondad, el terreno se pone mucho más sucio y resbaloso, ya que la democracia y el interés de la mayoría no son inherentemente buenas, si la violencia que significo el periodo colonial en este continente, o el holocausto judío en la segunda guerra mundial, lo hubieran perpetuado repúblicas liberales con lideres electos democráticamente, apoyándose en los métodos de medición más tecnocráticos, igual sería correcto considerar aquellos eventos como brutalidades. Es por esto que el criterio de bondad debe basarse primero en la verdad y la justicia, solo instauradas estas condiciones es posible empezar a hablar sobre "aquello que nos benéfica a los ciudadanos", ambas cualidades que en la sociedad costarricense se perdieron para nunca retornar hace mucho, si es que acaso algún día tuvieron su residencia aquí.
En la experiencia actual los partidos políticos tienen un elemento de juego o de deporte, de competencia y hasta de diversión, los mueve una paradoja extraña por acaparar la mayor cantidad de público que puedan, sin definitivamente anular a su competencia, es decir la paradoja que se puede describir como: "un partido en el poder y los otros en la cárcel". En realidad, como decía Simone Weil en Note sur la suppression générale des partis politiques (traducido al español como: Nota sobre la supresión general de los partidos políticos) de 1950, el totalitarismo es el pecado original de todos los partidos políticos.
Es cierto que la unión tiene ciertas cualidades de fuerza, parece lógico entonces pensar que en la unión de la mayoría radica la razón de 1 sola verdad y de 1 sola justicia (así con números), es por esto que se vuelven útiles las maquinas electorales democráticas y necesarias su fabricación en masa y comercialización, para poder medir dicha voluntad única y representarla en el lenguaje de la violencia, las matemáticas. Si un sistema puede proveer dichas máquinas y nos arroja números, mediciones y a partir de estas generamos un disimulo de bienestar, nos sentimos cálidos y seguros.
Pero ¿es la voluntad injusta de toda 1 nación, mejor o igual que la injusticia individual del Rey?
Pretendemos que nuestro sistema es democrático, como si todos nosotros tuviéramos la oportunidad de opinar sobre un rango de opciones y de revisar por medio de examen la vida pública, pero esto jamás ha sido así. Todos los espacios de debates, opiniones políticas, planes de gobierno, que transcurren en las campañas cada cuatro años, son un juego cínico para legitimar la forma más tóxica de ideología republicana.
Lo que sucedió el domingo de votaciones, en el único sentido en que suceden las cosas hoy en día, es decir, como simulacro, es un evento de mercadotecnia. Los partidos políticos, maquinas construidas para regular el flujo de las pasiones más violentas y administradas por quienes lucran de estas, hoy definen cuál va a ser su "campeón de liga" por los próximos cuatro años. En un teatro del horror, del cual quien haya participado y sin excepción, en la forma más obvia, está constituyendo su cuerpo como medios para esta atrocidad.
Quien someta su razón a ser solo un medio, anulando todas las categorías de hechos que fueron tan evidentes en las dos candidaturas que se presentaron como opciones no tan diferentes, la desregulación obscena del sector financiero, supresión de la libertad de expresión por medio de la omisión sistemática de algunas ideas, desmantelamiento de las garantías laborales de ley que afectan a la mayoría, la violencia social, la huida de la integridad moral, la justicia de la oligarquía, son solo unos ejemplos. Quién se someta a este régimen, ya sea de forma consciente o no, está anulando su capacidad de razonar de forma colectiva, a cambio del placer ritual e individual que les trajo semejante show, esto a cambio de postear su participación en redes sociales y obtener la gratificación cuantificada de los demás en likes, que son a su vez como votos, esta es una forma animal de someter la razón al placer del cuerpo.
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