La historia nos ha dejado grandes enseñanzas y maestros. En la política Lenin es el ejemplo de uno de ellos, en estas siguientes palabras haremos un pequeño alegato valiéndonos de la reflexión teórica del filósofo Slavoj Zizek en su libro “Repetir a Lenin” el ¿Por qué Lenin, es un gran maestro? Y haremos unas consideraciones críticas de nuestro panorama nacional político.

El oportunismo ante la catástrofe

Repensar a Lenin es repensar el conflicto, repensar la oportunidad ante la crisis. Zizek lo llama “un gran oportunista” ( esto no en un sentido peyorativo) porque supo leer el conflicto ruso como ningún otro y aprovechar esa situación para crear un proyecto político radical y esto se basa en dos tesis, la primera de que Lenin se opuso firmemente al historicismo evolutivo de la segunda internacional donde se propugnaba por esperar a que la historia “hiciera su trabajo” (Que la modernización burguesa se diera en la atrasada Rusia, para pasar a un proceso de explotación de clase y culminar con la emancipación de la misma).

La segunda tesis es entender que la revolución “golpea dos veces” en forma y en contenido, la primera es esperar que en la toma del poder, los mecanismos del estado burgués sirvan para solventar los nuevos problemas de la clase proletaria. La segunda que es la que Lenin impulsó en donde se experimenta el miedo por el cambio de paradigma político, el articular los nuevos mecanismos de acción política y es donde Lenin toma la batuta.

La política de la verdad

En este segundo punto Zizek hace una reflexión contra-posmoderna, gracias al postulado epistemológico de Lenin de que “existe la verdad” y nos enseña la estrategia hegemónica de las políticas de identidad liberales. La tesis se basa en una reflexión psicoanalítica del rechazo del Otro, que vemos en fenómenos como el racismo, homofobia, xenofobia etc. El planteamiento aquí es que la acción de los liberales de lo políticamente correcto se cristaliza en que lo que rechazamos es al otro y tratan los discursos de tolerancia, inclusión y pluralidad de narrativas de la verdad al modelo capitalista, cuando de lo que se tratan estos mecanismos es de un rechazo del otro en nosotros mismos. Fingir ser el otro por respeto, es el verdadero irrespeto, la cuestión es establecer una distancia en sus propias costumbres. En términos psicoanalíticos el liberal es incapaz de soportar el goce excesivo del otro. En Lenin se nos enseña una política de la verdad rechazando el postulado posmoderno de las múltiples verdades y sus narrativas, con el planteamiento dialéctico de la lucha de clases como forma social.

La enseñanza del partido

Por último y la más crítica, el error leninista de poner sus esperanzas y creencias en la estructura del sistema de partido único, el partido comunista, como agente promotor de la revolución.

Para Lenin la conciencia de clases tenía que venir de “afuera”, no nacía de forma espontánea en los movimientos populares. Los intelectuales inmersos en la lucha de clases, en el partido (en un marco ideológico) serían los que enseñaran a las masas maleducadas, la conciencia de clases. Y esto contradice una tesis fundamental: el conocimiento del partido no es un “saber positivo definitivo” sino que está ligado a una forma de saber de un sujeto colectivo. Y en eso estriba su error en una razón elitista que negaba que las masas son conscientes de sus problemas.

Ahora ¿Por qué propongo a Lenin como gran maestro de la política nacional, teniendo sus virtudes y desvirtudes?

¿Qué Costa Rica no está sumergida en una gran crisis? La corrupción política, la inseguridad ciudadana y la lucha contra el narcotráfico, la pauperización de las condiciones laborales, la violencia en contra de la mujer, la terrible desigualdad económica, el ataque por la tecnocracia liberal de las instituciones sociales y democráticas, el cambio climático etc. No proponemos una salida armada (sería algo absurdo y risible de proponer) ¿Qué éstas no son las coordenadas para un oportunismo radical que cambie el paradigma político democrático? ¿Qué este no es el momento de crear nuevas formas que difieren del estado burgués para enfrentar las nuevas demandas del pueblo?

En segundo lugar, no se presentan el momento para dejar de lado la ética posmoderna de las diferentes narrativas de la verdad y establecer un espacio ético de acción que se centre en el común ese significante vacío hegemónico que represente las otras causas sociales como el feminismo, el antirracismo, los derechos de los inmigrantes, las luchas contra el cambio climático, los derechos digitales etc.

Y como última enseñanza de Lenin, debemos de abandonar la fe en los partidos políticos como estructuras iluminadoras de la masa y dejar a los movimientos sociales encontrar su propia conciencia teorizar su propia realidad, hemos insistido en la necesidad de la teoría para la praxis y hemos enfatizado en la articulación de partido político y movimiento social, pero debemos dejarlo claro, el primero como medio de acción política en el sistema y el segundo como concientizador político.

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