Todo empezó cuando, preventivamente, inscribimos a Pato en el EBAIS que nos toca para asegurar que todo estuviera en orden en el momento en que empezara la vacunación pediátrica de COVID-19

Al inscribirlo, nos llamó la atención que existía un expediente con el nombre registral original de Pato, pero pensamos que sería un error en el sistema. En la tarde, al revisar su Edus, con su nombre y cédula actual, nos encontramos con que no había absolutamente ningún registro previo a la inscripción de Pato como nuestro hijo en el Registro Civil.

Pato llegó con nosotros a través de la adopción, hace 5 años. Cuando el PANI te informa que tu familia fue seleccionada para acoger a un niño, te cuentan los aspectos básicos de su historia. A nivel médico, solo te cuentan de alguna condición crónica que requiera atención.  Cuando el niño sea mayor de edad, tendrá acceso al expediente para conocer su historia familiar, si así lo quiere. 

La sentencia que formaliza la adopción se emite, en promedio, un año después de que el niño se integra a la familia. Al presentarla al Registro Civil, su partida de nacimiento original se anula y se le asigna un nuevo número de cédula, manteniendo el primer dígito (el de la provincia de nacimiento) por temas estadísticos. La sentencia e inscripción también modifica sus apellidos y el nombre de pila, sí así se solicita en el proceso.

Según el EDUS; Pato no existía para la CCSS antes de su adopción. No estaban sus vacunas, la atención que recibió al nacer como niño prematuro, los días de internamiento, o la atención que había recibido cuando tuvo problemas bronquiales, antes de conocerlo nosotros. No tenía los datos de su nacimiento, el detalle del parto, datos de tamaño, peso, APGAR, etc.  Era como si Pato se hubiese materializado por generación espontánea a sus casi 3 años, que fue cuando se dictó la sentencia de su caso.

La familia de acogida que cuidó de Pato hasta que nosotros lo conocimos, nos había entregado su libro de niño sano, emplasticado, forrado y cuidado con amor, donde estaban todos sus registros de vacunas, consultas pediátricas, carné de la CCSS, huella de su manita y piecito recién nacido y algunos datos básicos. Nos dieron eso y además la pulserita del hospital, la ropita con la que llegó Pato a su casa con un mes de nacido, su primer chupón, sus medias de muñeca (solo esas le quedaban), su primer chupón y una colección de fotos de Patito, documentando sus primeros meses de vida. Parecen cosas sin importancia, pero son cosas que las mamás suelen guardar y a las que las mamás que adoptamos pocas veces tenemos acceso.

Una amiga nos sugirió contactar al director del sistema EDUS, al que le expusimos el tema, tratando de mantener la calma, pero recordándole que Pato, igual que todos los niños de este país y como persona que fue adoptada, tiene derecho a conocer sus antecedentes médicos. Es parte de su derecho de identidad, su derecho a saber quién es e incluso su derecho a la salud. 

No tenía mucha fe en el resultado y ya me estaba preparando mentalmente para un recurso de amparo y un juicio contencioso administrativo para obligar a la CCSS a incorporar los dos expedientes en uno, bajo su nombre y cédula actual.

En menos de una semana, llegó un correo de la CCSS. Nos explicaron que Pato nació antes de la creación del expediente EDUS y que eso podía explicar la situación, pero más importante aun: ya el expediente de Pato estaba integrado en uno solo. 

El correo nos confirmaba la hora exacta del nacimiento de Pato, que era un dato que no conocíamos y los detalles de su parto. Cuántos días exactamente había estado internado al nacer y en dónde. Cuándo fue registrado por su familia de acogida y en dónde. Ahora toda su información médica está en un solo expediente, que no indica nada sobre su adopción- porque no es relevante para su salud. 

Es cierto que en un país tan pequeño y con el tipo de seguridad social que tenemos, los números son claros sobre los riesgos familiares más comunes: presión alta, diabetes, sobrepeso. Pero no por eso deja de ser importante que Pato conozca los suyos. Ahora podemos responder las preguntas en las citas médicas sobre antecedentes familiares, sin decir “No sabemos, porque llegó vía adopción”. Y no es que su adopción sea un secreto familiar. Pato sabe que estuvo en la pancita de alguien más. Cada año celebramos nuestro Cumplefamilia, del día que nos conocimos. Ahora contamos con toda la información médica disponible que le permitirá a los médicos tomar mejores decisiones en caso de ser necesario.

Sí, esta es la historia de un aburrido trámite administrativo. Pero para las familias que adoptamos, no es poca cosa. Saber que podemos tener toda su información médica integrada en un solo expediente es un enorme avance y contribuye a eliminar las odiosas diferenciaciones- que usualmente no son intencionales- que crea el sistema. Esta integración debería ser automática en el momento en que se anula su partida de nacimiento original y se le asigna un nuevo número de cédula.

Gracias a esa misma seguridad social, Pato, que ahora es un niño grande de Prepa, ya tiene su primera dosis de la vacuna de COVID-19, y se lo cuenta a todos con mucho orgullo.  Esa vacuna está, junto con todas las demás, en su expediente médico. En un par de semanas le toca el refuerzo.  

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