El estilo de vida progre ha servido como una sombrilla en la cual las personas, principalmente jóvenes, con justas preocupaciones han encontrado su nicho electoral. Sin embargo, el “progresismo” que se ha acuñado en el país en los últimos 8 años es un progresismo acomodaticio: no representa en mayor medida una propuesta disruptiva del sistema imperante, al contrario, se acomoda con los grandes intereses dominantes, dueños de una que otra empresa, y de uno que otro medio de comunicación

Lo progre defiende los derechos de las mujeres, de los animales, de toda la población LGTBIQ+, así como el ambiente. Sin embargo, los dos gobiernos del Partido Acción Ciudadana, a pesar de poder comulgar con algunas de estas posturas y haber llevado a cabo proyectos legislativos con esas banderas, han planteado propuestas inconstitucionales y regresivas, como el Plan Fiscal y la Ley anti-huelgas. También han tenido en su gabinete personas cuestionables como André Garnier, Rodrigo Chávez y además, desoído a los sectores que a gritos piden auxilio como líderes indígenas asesinados, mujeres víctimas de violencia de género, etc.

Con respecto al dilema de por quién votar este 6 de febrero, considero que el Frente Amplio (FA) representa en gran medida un progresismo consecuente, contra el conservadurismo moralista que ejerce una violencia leonina, sobre la juventud, sobre las personas sexualmente diversas, las mujeres y pueblos indígenas.

En la actual coyuntura política, es importante centrarse en encontrar un espacio que unifique las luchas de quienes no tienen derechos y quienes los han perdido, con una agenda que a su vez sea progresista y realista.

Hay muchos candidatos y pocas candidatas —como siempre— que dicen tener la respuesta. Analizando las principales propuestas y la historia reciente de esas 25 figuras y lo que “han aportado” al país, es muy evidente que el FA destaca como la opción que en 18 años de vida ha estado al lado de las demandas de las mayorías y en defensa de la institucionalidad. Hoy el FA es una opción moderada de centro izquierda en lo económico, más a la derecha que cuando inició, pero con la bandera del progresismo como norte.

Un progresismo realista busca devolverle los derechos a quienes los han perdido, y a quienes nunca los han tenido en el contexto del modelo explotador que ha reinado en Costa Rica desde hace 40 años. El progresismo debe reconquistar las luchas que se dieron en otro momento y adaptarlas a los tiempos actuales. Cada derrota abre un nuevo espacio de lucha.

En este contexto electoral las personas jóvenes debemos apostarle a un proyecto verdaderamente progresista, y no dejarnos seducir por falsos progresismos ni idealismos. Encuentro en el Frente Amplio un espacio con una gran capacidad de mejora, con personas muy capaces y muy bien intencionadas, lo cual se evidencia en el trabajo intachable en el parlamento y en las propuestas plasmadas en su plan de gobierno.

Como persona joven creo que el progresismo del FA entiende que existe una realidad en la cual no es justo equiparar los “problemas” pequeños burgueses con las contradicciones de clase. Ejemplifico, darles una vida digna a las mascotas otorgándoles derechos es una excelente propuesta, muy bonita, y a la cual es imposible oponerse, no obstante, se vuelve intrascendente cuando se compara con que hay realidades de personas que tienen una vida precaria, niños que no pueden comer más de una vez al día, por ejemplo. Una agenda realmente progresista entiende que, el que existan perros callejeros pierde relevancia cuando se equipara con que hay niños en condición de calle, sin acceso a educación y comiendo una vez al día. A la hora de asignar recursos a una problemática, es claro que no debe haber discusión, ahora, parece que para algunos proponer dar una vida digna a todas las personas del país suena comunista, pero legislar sobre los derechos de los animales suena progresista. Ambas propuestas están en el Plan de Gobierno del FA, son dos de los 25 ejes de trabajo que se desarrollan.

Los problemas que atiende una agenda realmente progresista son angulares en el juego de fuerzas que debe existir en el sano desarrollo de la democracia de un país. el FA tiene sin lugar a dudas un plan de gobierno más completo y realmente progresista. Esto demuestra seriedad y capacidad, al menos discursiva, para gobernar y legislar. Es esperable de una agrupación que se auto percibe de izquierda, que realice un trabajo de acompañamiento permanente a quienes encuentra en esa agrupación un espacio para atrincherarse contra quienes hace cuatro décadas pretenden hacer del Estado y de la institucionalidad una piedra en el zapato del “desarrollo”.

Mi esperanza y espero que también la de una juventud analítica y crítica, cansada de los políticos tradicionales y de los discursos camuflados de progresismo no consecuente, está en que un frente amplio atienda los intereses de quienes viven en este Estado sin derechos. También pongo mi esperanza en que, de nuevo, una agrupación política pueda frenar las embestidas que tanto han desangrado al movimiento social y a quienes lo integran, personas trabajadoras. En un progresismo que sea congruente con las luchas sociales, y que esté de lado de quienes menos tienen. Espero que pronto exista de nuevo una agrupación sensible no solo cada 4 años, sino permanentemente todos los días del año y a todas las luchas justas.

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