El proceso electoral reciente visibiliza el gran deterioro de la democracia costarricense, junto con la desesperanza aprendida de una buena parte de la población que sostiene a este sistema político actual. Las personas que no salen a votar, son también responsables de su propia insatisfacción, creen que con su no voto hacen algo y claro que sí, lo que hacen es seguir sosteniendo a las personas que les han hecho creer que la política es robo, es saqueo, es injusticia y tantos otros calificativos que suelen decirse de la misma.

En psicología la desesperanza aprendida es aquella condición psicológica que le dice a una persona que por más que se esfuerce y busque salir adelante no podrá hacerlo, que no cambiara nada, entonces la persona no hace nada por cambiar esa realidad o por cambiar su propia realidad. Esto puede leerse entre líneas con el alto abstencionismo de estas pasadas elecciones que alcanzaron un 40,29% según los datos públicos del Tribunal Supremo de Elecciones, claro está que esos datos no arrojan luz sobre los verdaderos motivos de ese montón de personas que no salen a votar, algunos medios dicen que es por la corrupción, por las pocas posibilidades de desarrollo, por el desempleo, entre otros, pero ¿Si fuese desesperanza aprendida, indefensión aprendida?

Las investigaciones serias en procesos electorales deberían ser antes y con mucha más fuerza después de las mismas, se genera un sin sabor al leer el malestar generalizado de la población sobre los partidos políticos tradicionales, pero ese malestar general no necesariamente se ve reflejado en el voto, mucha de la gente que suele generar malestar, no es capaz de llegar a los centros de votación a dar el respaldo a su inconformidad ¿Qué no le hace llegar a emitir su voto? ¿Cuáles son sus creencias en torno al proceso electoral? ¿Qué tienen que decir esas personas que quedan en el silencio? Mientras la parte restante, la que sí vota, la que sí ha votado por años, ¿Cómo es que llegan a la conclusión de que se debe seguir sosteniendo el mismo modelo político? ¿Ha que le votan los que sí salen a votar? ¿Qué buscan sostener con su voto? En fin, podrían surgir miles de interrogantes que no pueden ser respondidas hasta que en este país el voto no sea estudiado profundamente, hasta que las investigaciones serias vuelquen la mirada al abstencionismo y al votante que si lo hace.

Figueres o Chaves dan la sensación psicológica de la desesperanza aprendida o incluso el Síndrome de la Rana Hervida, pero son las opciones que hay en segunda ronda, ambos personajes tienen mucha cola que les majen, pero logran posicionarse en el imaginario social de ciertos sectores de la población costarricense, en la práctica representan a partidos liberales con sus posiciones y respaldos políticos, no es cierto que los mismos representen los valores de la social democracia, pero los usan como escudo, como arma de doble filo para asegurarse las cuotas de poder que necesitan para continuar con la perpetuación de la política liberal impuesta en América Latina.

No es que mi posición ideológica sea de izquierda o de derecha, los elementos probatorios de lo que digo, están respaldados con los apoyos y posiciones políticas que han asumido estos partidos, con las posiciones políticas que los anteceden. Basta con solo mirar como ha quedado conformada la Asamblea Legislativa para entender el tipo de política pública que tendremos estos próximos cuatro años, una Asamblea Legislativa que en su mayoría representa a los intereses económicos y políticos de una pequeña parte de la población que posiblemente se encuentran en los quintiles de más ingresos, a excepción del Frente Amplio que representa a los sectores más populares de la población, debido a la  conciencia de clase de quienes le representan.

Este próximo 3 de abril volverá a ganar la desesperanza aprendida, volverá a ganar la apatía, la indiferencia, el engaño, la manipulación y quizás todo esto vaya a hacer el combustible fértil del gran cambio social que se necesita en este país. Chile es un buen ejemplo de esta desesperanza aprendida, cuando su población despertó, se cansó de la injusticia, de la indiferencia y de la traición de sus gobernantes, eso los llevo a la calle, el único espacio que les garantizaba justicia y equilibrio para reclamar lo que por derecho merecían a las mayorías populares, que no era más que mejorar sus condiciones de vida y las de sus familias.

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