Al ver al presidente de la República de Costa Rica de visita en Corea del Sur, me emocionó mucho ver la estrecha relación entre las dos naciones, especialmente porque conocí a mi esposa tica en Corea del Sur durante mis estudios de posgrado. Me enorgullece estar entre las pocas personas que están familiarizadas con las dos culturas, sociedades, idiomas, historia y aspectos ambientales.

En los años 50 y 60, Corea se encontraba entre las naciones más pobres del mundo. Sin recursos minerales importantes, los coreanos no tuvieron más remedio que concentrarse en las aguas que los rodean para su desarrollo. Como resultado, la exportación de productos del mar se convirtió en la principal fuente de ingresos del país. Corea invirtió la mayor parte del apoyo financiero recibido de organizaciones internacionales para capacitar a trabajadores altamente calificados en el sector pesquero y desarrollar sistemas de cadena de suministro eficientes. También cambiaron sus hábitos alimenticios y alentaron a las personas desnutridas a consumir mariscos nutritivos recolectados de sus aguas. En pocas palabras, en medio siglo, Corea logró convertirse en una de las diez principales economías del mundo gracias a una inversión inicial estratégica en el sector de la pesca y la acuicultura.

Agradeciendo la ayuda de la comunidad internacional, los coreanos se sienten obligados a compartir sus conocimientos con los países y devolver la amabilidad proporcionando generosas donaciones a través de la Agencia Coreana de Cooperación Internacional (KOICA). Estoy muy orgulloso de haber tenido la oportunidad no solo de aprender en profundidad sobre el sector de la pesca y la acuicultura de la mano de profesores de renombre mundial en Corea, sino también de coordinar muchos proyectos apoyados por KOICA en todo el mundo y participar en la construcción de la Universidad Mundial de la Pesca (WFU). Entonces, después de graduarme, fue mi turno de difundir el conocimiento trabajando directamente con los agricultores, las comunidades vulnerables y los gobiernos para desarrollar el sector de la pesca y la acuicultura sostenibles en todo el mundo.

Cuando vine a Costa Rica, tuve la impresión de que Costa Rica es un país en rápido desarrollo con un gran sistema educativo y de salud. Quizás, vivir en una ciudad como Santa Ana que está llena de autos lujosos y casas hermosas, hizo que me resultara más difícil imaginar comunidades con dificultades para llegar a fin de mes. Sin embargo, ir a la feria de agricultores en Santa Ana durante la pandemia me mostró que estaba equivocado. Pensando en el mercado vacío y los altos precios de los productos del mar, comencé a buscar formas de llevar la tecnología de mi empresa desde Singapur a Costa Rica para poder brindar una solución sostenible a las comunidades vulnerables cercanas a la capital que se esconden bajo la luminosidad de San José con aumento de los delitos, la desigualdad y la pobreza.

Primero requería autorización de mi junta de inversionistas para poder traer mi tecnología y gastar parte de su inversión en Costa Rica. El sector privado no puede actuar como ONG o entidades gubernamentales y el directorio rechazará la implementación de proyectos sostenibles sin factibilidad financiera. Sin embargo, ver las consecuencias de la pandemia y el interés de mis inversionistas en expandir proyectos sostenibles alrededor del mundo, me permitió expandir la tecnología de Poseidon-AI en Costa Rica. Pero este fue solo el primer paso y necesitaba encontrar aliados internacionales y nacionales para una implementación rápida y eficiente del proyecto.

Con la ayuda la tecnología desarrollada en Poseidon-AI, una familia puede producir 80 kg de pescado y camarones, mientras produce aproximadamente 20 kg de vegetales. Sin tierra, aprovechando el agua de lluvia y la energía solar, una sola familia con costos mínimos, anualmente puede generar hasta un millón de colones en ingresos.

Los peces son animales de sangre fría, y por eso, para tener un marisco nutritivo y saludable, es necesario crear un ambiente adecuado para ellos. Durante un año de implementación de la tecnología Poseidon-AI, aprendí que la gente en Costa Rica piensa en el cultivo de peces como el cultivo de cerdos o pollos; alimentarlos 3 veces al día para que engorden, pero en el mundo real, me tomó años comprender la fisiología, la biología y las diversas ciencias relacionadas con el agua para poder construir dicha tecnología. Trasladar el conocimiento necesario para que las personas puedan aprovechar la tecnología que ha sido diseñada para su beneficio ha sido todo un reto.

Por otro lado, trabajar con organizaciones gubernamentales hizo que me arrepintiera de ser parte del sector privado en Costa Rica. Implementación lenta, trámites burocráticos molestos e innecesarios y encima de eso, la falta de respeto a la Propiedad Intelectual (PI) del sector privado me obligó a contratar abogados para enfrentar todos estos desafíos.

Ante la falta de fondos de organizaciones gubernamentales costarricenses, necesitaba atraer organizaciones internacionales para invertir en tales proyectos. Para lograrlo fue necesario establecer partenariados tanto con ONGs como con el sector público del país.

Finalmente, y después de todo esto, la tecnología Poseidon-AI se está utilizando para comunidades indígenas, comunidades vulnerables y familias en Costa Rica. Sin embargo, creo que Costa Rica necesita un cambio fundamental en el uso de sus recursos naturales. Ya sea la producción de mariscos, piñas o leche, existe una gran brecha entre las tecnologías utilizadas internacionalmente y lo que se está implementando aquí en Costa Rica. Después de todo, no importa cuantos microchips se produzcan, un país siempre necesita poder producir alimentos suficientes y nutritivos para su población.

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