Primero, quiero dejar claro que estoy a favor de la vacunación masiva y obligatoria, y creo que es la medida más determinante que podemos tomar para salir del infierno en el que nos metió la pandemia. En la misma línea, me parece positivo que solo se puedan realizar concentraciones masivas si todas las personas que se congregan están vacunadas.

Sin embargo… como ya se ha vuelto costumbre desde hace un tiempo, el Gobierno ha encontrado de nuevo la forma de complicarse y con ello complicarles la existencia a los ciudadanos. Esta vez, al inventarse el requisito del código QR para permitir el ingreso a eventos masivos y diversos comercios.

Se supone que las personas recibirán una imagen o página con su código QR, el cual se podrá leer con una aplicación de teléfono móvil para verificar que la persona ya está vacunada.  Pero esto será posible solo después de realizar un engorroso proceso que (para la gran mayoría de los ticos que no tiene Firma Digital) implica bajar un documento de Internet, llenarlo a mano, escanearlo y enviarlo por correo a una dirección electrónica, adjuntando también escaneos de otros documentos que incluyen la cédula y el carné de vacunación. ¡Ah!, y luego hay que esperar 10 días hábiles para recibir la respuesta.

De primera entrada, de distintos sectores han surgido una gran variedad de dudas y preocupaciones, por ejemplo:

  • ¿Podrán emitir todos los certificados a tiempo?
  • ¿Cómo harán las personas mayores -típicamente menos hábiles con las nuevas tecnologías- y sectores vulnerables -con escaso acceso a Internet- para gestionar y recibir su código QR?
  • ¿Por qué se pide al ciudadano presentar la copia del carné de vacunación si el dato ya está registrado en el EDUS? ¿No va esto en contra de la Ley 8220 (Simplificación de Trámites)? 
  • ¿Qué pasa si alguien extravió su carné de vacunación antes de escanearlo?
  • Etc., etc.

Y, tal vez lo más importante, ¿cómo evitamos que una persona simplemente copie el código QR de otra para usarlo de forma fraudulenta? Supongo que las medidas de seguridad adicionales anunciadas recientemente fueron pensadas en prevenir fraudes, pero de todos modos los comercios tendrán que hacer al menos tres verificaciones:

  1. Verificar que el código QR pertenece a la persona que lo porta, comparándolo con la cédula de identidad.
  2. Validar el código QR con la aplicación móvil, para determinar si efectivamente la persona está vacunada.
  3. Validar que la información recuperada por la aplicación corresponde con la persona que está presentando el código QR.

No obstante, puede que haya una manera más fácil de resolver este problema. Ya existe un documento con un código de fácil lectura digital y que está al alcance de todos los costarricenses (y hasta los extranjeros residentes), se llama cédula de identidad (o de residencia).  Desde 1998, el reverso de la cédula incluye un código PDF417 con información de cada ciudadano, el cual incluye, por supuesto, el número de identificación.  La lectura de este código es posible desde dispositivos móviles con cámara, de forma similar a los códigos QR (solo hay que implementar el protocolo correcto).

Entonces, lo único que se necesita es una base de datos con la información de los ciudadanos que ya se han vacunado, y que las consultas sean posibles por medio del número de cédula.  ¡Ah!, pero esto también ya existe, se llama EDUS, de la CCSS.  Según confirmé con personeros de la Caja, todas las personas que reciben la vacuna contra la COVID-19 quedan registradas en el EDUS, sin realizar ninguna gestión adicional.  

Por lo tanto, se podría diseñar una aplicación que simplemente lea el código PDF417 de la cédula de identidad (y el de barras de las cédulas de residencia) y luego consulte la base de datos de EDUS para verificar si la persona ya fue vacunada. Fin de la historia. 

Este modelo presenta las siguientes ventajas:

  1. Las personas no tendrían que realizar ningún trámite adicional, simplemente acudir a la vacunación.
  2. El carné de vacunación pierde toda importancia, ya que la fuente de la verdad es la base de datos de EDUS.  De hecho, esto ya es así en la práctica.
  3. No hay burocracia de por medio y las personas no tendrían que esperar por su código QR.  De esta forma no verían limitados sus derechos de movilidad solo porque el aparato estatal necesite 10 días o más para emitir su certificado.
  4. Las personas podrían descargar la aplicación en sus teléfonos y verificar, con su propia cédula, que efectivamente aparecen como vacunados en el sistema. En caso de inconsistencias, podrían acudir al EBAIS más cercano para resolver el problema.
  5. Los comercios no tendrían que realizar doble verificación, solo validar que la persona es realmente quien aparece en la cédula y escanearla con la aplicación del móvil.  Si la aplicación da una respuesta positiva, listo, la persona puede ingresar.
  6. Las posibilidades de falsificaciones y fraudes se reducen significativamente, porque la cédula ya incluye múltiples medidas de seguridad.
  7. Las personas mayores o con limitado acceso a la tecnología no tendrían ningún problema, ya que la cédula es de uso universal, es gratuita y de fácil reposición en caso de extravío.

Como se desprende de lo anterior, un diseño más integral y sencillo podría resolver los múltiples problemas que se han comentado sobre el infame “código QR”. 

Incluso vale la pena replantearse la utilidad práctica de esta medida en nuestro contexto actual. Veamos, según las últimas estadísticas, ya más de 3,5 millones de personas han recibido al menos una dosis de la vacuna, y para el 1° de diciembre (fecha en la que se comenzará a exigir el certificado de vacunación), se estima que solo un 15% o menos de la población meta no estará inmunizado (ver: Así avanza la vacunación contra la COVID-19 en Costa Rica - Delfino.cr).  A esto se le une el próximo inicio de la temporada seca, la cual trajo un descenso significativo en los casos de COVID-19 a inicios de este año (ver: Sume aire fresco, espacios abiertos y luz solar a su arsenal contra coronavirus | La Nación (nacion.com)), algo que, razonablemente, podríamos esperar que se repita a inicios del próximo. 

Desde esta perspectiva, con una población casi completamente inmunizada y una temporada desfavorable para la reproducción del virus, la exigencia del certificado de vacunación parece una exageración. A esto súmesele que el proceso de obtención del código QR es engorroso y lento, lo cual seguramente desalentará a muchas personas de realizarlo, y lo que se vislumbra es una nueva etapa de confusión, frustración y descontento por parte de la población.  

En conclusión, me parece que con esta medida el Gobierno muestra, una vez más, poca visión y pragmatismo. Al parecer, esto solo sirve para justificar la existencia de su propia burocracia. Se arriesga a convertir una victoria final en el área de la salud en otra batalla perdida en el campo político, y sin que haya de por medio un objetivo importante, porque el efecto de la vacunación ya se empieza a notar por sí solo, sin necesidad de que haya entrado en vigor la ocurrencia del QR.  

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