En setiembre de 2015, Costa Rica junto a otros 192 países acordaron que el planeta necesitaba un desarrollo centrado en las personas y la protección del entorno. Fue así que construyeron la Agenda 2030 y  asumieron el compromiso de cumplir con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Un año después, el 9 de Septiembre 2016, Costa Rica se convertía en el primer país del mundo en firmar un Pacto Nacional por los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Hoy, el aniversario de este pacto, nos ofrece una oportunidad para hacer balances y trazar la ruta que nos queda hasta el 2030. Los avances son muchos: en derechos humanos, en salud, en protección ambiental, en democracia.

El reto ahora es consolidarlos y asegurar que se convierten en una realidad concreta para cada habitante, sin importar en donde vive, su país de origen o su color de piel. La meta es un desarrollo sostenible e inclusivo para todas y todos, sin dejar a nadie atrás.

Para lograrlo, el país no puede seguir con un crecimiento lineal de sus indicadores y resultados. Requiere más bien, un salto exponencial que identifique prioridades estratégicas, aceleradores de desarrollo, y alianzas innovadoras sobre todo en el área publico privada.

La pandemia por COVID-19 ha traído retrocesos a los avances que habíamos logrado durante las últimas tres décadas y entre esos impactos vemos daños a la salud pública, aumento de la pobreza, el desempleo y la desigualdad.

La recuperación post-covid es una oportunidad sin precedentes para acelerar la transición hacia economías verdes y resilientes que puedan mantener la temperatura global por debajo de 1,5°C, al tiempo que se avanza en el objetivo de contar con sociedades más equitativas e inclusivas.

Los discursos de odio y la discriminación están ganando terreno. Estas voces quieren frenar el impulso y las acciones para lograr la inclusión de todas las personas en los procesos de desarrollo. Para evitarlo, hoy el país debe consolidar sus fortalezas, plasmadas desde su Constitución Política y que la definen como una Costa Rica multiétnica y pluricultural.

Implica también asegurar el cumplimiento de derechos y acceso a las oportunidades de desarrollo para todas las personas y grupos históricamente excluidos, como mujeres, niñas, niños, adolescentes, jóvenes, personas adultas mayores, indígenas, afrodescendientes, LGBTIQ+, migrantes, refugiados y personas con discapacidad.

La conclusión es clara: necesitamos más acción, más participación y una manera innovadora de afrontar los desafíos. Si bien la responsabilidad del liderazgo recae en el Estado, está claro que la responsabilidad trasciende a todos los sectores: sector privado, sociedad civil, academia, gobiernos locales, comunidades, personas.

¿Nos hemos preguntado alguna vez qué estamos haciendo para lograr el desarrollo sostenible para nosotros mismos, nuestras familias, seres queridos, para las comunidades? Hoy le invitamos también a comprometerse y a cumplir con la cuota de responsabilidad que les corresponde para asegurar una Costa Rica que avanza y no deja a nadie atrás.

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