Si Costa Rica abre las puertas a la explotación de fuentes de petróleo en sus tierras y mares debemos como sociedad tener claro a cuáles riesgos nos enfrentamos. Toda actividad económica conlleva riesgos y como país deberemos asumir no solo las cosas buenas, sino las malas también.

Estos son los riesgos de la exploración y potencial extracción petrolera:

  1. Riesgos productivos: No se sabe si la extracción de petróleo es viable en Costa Rica. Si bien se han encontrado muestras de petróleo y gas, no se han podido identificar reservas viables ni comerciales. Las reservas no probadas en nuestro país deben contrastarse con los excedentes de reservas probadas de gas natural y petróleo en otros países - que son altas. Estas reservas probadas son suficientes para cubrir todo el mercado mundial por los próximos 50 años, aún sin disminuir el consumo (lo cual no pasará puesto que muchos países industrializados están disminuyendo su consumo en respuesta al cambio climático). Costa Rica se embarcaría en un negocio altamente incierto, con una larga y empinada cuesta de aprendizaje, con poca experiencia y en un mercado repleto de reservas.
  2. Riesgos de mercado: Como la demanda de petróleo y gas natural de Costa Rica es pequeña para la escala de costos de este tipo de proyectos, el consumo interno no llegaría a cubrir los costos de la inversión de la exploración y explotación. Inevitablemente el país deberá vender en el mercado internacional. El mercado del petróleo se caracteriza por una altísima volatilidad de precios, con frecuentes conflictos entre países con mucho poder –Rusia versus Arabia Saudita-- y controlado por un oligopolio disfuncional y corrupto. Asimismo, el mercado de la cuenca del Caribe es de difícil competencia, puesto que entraríamos a competir con grandes productores de petróleo y gas natural como Venezuela, Estados Unidos, Canadá y Guyana. Esta competencia se dará en un marco de demanda mundial en bajada; la Agencia Internacional de Energía predice que para el año 2050, el consumo de gas natural va a decrecer un 55% y el de petróleo en un 75% comparado con el año 2020 (IEA 2021). Los países con infraestructura existente y reservas probadas van a luchar por darle acceso a su propia industria. La competencia será feroz y Costa Rica llega sin experiencia y con reservas inciertas.
  3. Riesgos financieros: Costa Rica deberá invertir sumas astronómicas de dólares para lanzar desde cero una industria que a nivel global viene de bajada, con el alto riesgo de que esas inversiones se conviertan en activos varados, generando pocos ingresos, pero altos pagos de intereses. La tendencia global es que el sector financiero (bancos, fondos de inversión y pensiones) se está alejando del financiamiento de proyectos de hidrocarburos, lo que nos obligaría como país a usar recursos propios o préstamos con altas tasas de interés.
  4. Riesgos sociales y políticos: Todos los países donde el Estado extrae hidrocarburos se caracterizan por una altísima corrupción, una distribución desigual de beneficios (los cuales en nuestro caso se concentrarían en San José) y daños (por ejemplo, en las zonas productoras). Todo esto genera descontento social y conflictos, especialmente en las zonas productoras.
  5. Riesgos ambientales: Simplemente no hay extracción de petróleo limpia y siempre hay riesgos de derrames, contaminación de fuentes de agua y pérdida de cobertura boscosa. Hasta en Noruega hay accidentes, que son limpiados rápidamente gracias a que el Estado dedica muchos fondos a un equipo de atención de emergencias. Tampoco hay extracción de gas natural limpia. El gas natural es en su mayoría metano y siempre conlleva riesgos de fugas, tanto en la producción como durante el transporte. Aunque se puede reducir el riesgo de contaminación al máximo, esto requiere de tecnología moderna cuyo altísimo costo hace que la actividad pierda rentabilidad.
  6. Riesgos de litigio: La industria petrolera se expone a altos riesgos legales por los daños que puede causar a personas y el ambiente (BP ha tenido que pagar billones de dólares en multas por el derrame de petróleo en el Golfo de México, Shell fue condenada recientemente en Holanda por su rol en el calentamiento global). También están las demandas de socios (Harken Industries demandó a Costa Rica por millones de dólares, esto sin siquiera empezar a explotar el petróleo) y las demandas contra los Estados por parte de sus habitantes.
  7. Riesgo reputacional: El modelo de desarrollo costarricense está centrado en el capital humano y el capital natural del país. Empresas y turistas llegan a Costa Rica atraídos por la promesa de desarrollo en armonía con la naturaleza en un marco de paz y estabilidad institucional. La exploración de petróleo en mar y tierra pone en duda el modelo, y Costa Rica podría enfrentar altos costos reputacionales y la consecuente caída del sector turismo.

¿Todo esto a cambio de qué?

Asumiendo que todo sale bien con la exploración y evaluación, que se identifican fuentes comercializables de gas natural o petróleo, y que alguna de las grandes compañías petroleras se interesa en hacer negocios con el gobierno costarricense, entonces un máximo del 15% de lo extraído serían regalías para el país. Las regalías entran a la Caja Única del Estado y deben ser destinadas en primer lugar para pagar los gastos de esta actividad. Recordemos que sin importar si es Recope, el ICE o una empresa privada la que hace la extracción, en Costa Rica tendríamos que construir toda la infraestructura necesaria para el transporte, refinamiento (en el caso del petróleo) y licuefacción (en el caso del gas natural) de los hidrocarburos. Por esa razón, esas entradas de dinero no beneficiarían directamente a la empresa privada o a las familias costarricenses. Más aún, en todos los países productores el precio de los combustibles está pegado al precio internacional, a menos de que se utilicen parte de las regalías para subsidiar el precio de los combustibles (como es el caso de Venezuela y Nigeria). Esos subsidios son altamente cuestionados por la comunidad internacional y generan severas distorsiones y pobreza en la economía local.

Finalmente, es importante enfatizar que los ingresos de la actividad extractiva se darían en unos 10 a 15 años; no ya mismo.  Diez años es lo que tomaría el proceso de la prospección a la comercialización. La situación actual del país, el alto costo de la energía y el colapso vial no pueden esperar 10 años para empezar a solucionarse, y el negocio de la extracción no aportaría divisas a tiempo.

Juzgue usted: ¿Nos metemos en ese negocio?

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