A partir de las elecciones presidenciales del 2018 hasta la actualidad, Costa Rica se ha visto inmersa en constantes enfrentamientos y debates, alentados por el contexto político, sobre la educación sexual en el sistema de educación pública. En los que se cuestiona la necesidad y obligatoriedad de esta, así como la pertinencia de las instituciones de educación pública para tratar dichos temas.
El Programa de Estudio de Afectividad y Sexualidad del Ministerio de Educación Pública (MEP) plantea que la educación sexual que se imparta debe ser integral, es decir, que además de abordar temas de anatomía y biología sexual también debe englobar temas sociales, emocionales y afectivos consecuentes con el entorno actual en el que se desenvuelven los jóvenes.
Según grupos conservadores, este modelo de educación sexual que imparte el MEP va en contra de sus principios y valores personales. Si bien la libertad de credo y pensamiento son fundamentales en una democracia, estos no deberían condicionar y restringir las decisiones individuales de las demás personas, se trata de una cuestión de tolerancia y empatía. La educación sexual se encarga de dar conocimientos, de explicar qué es, el por qué y cómo identificar distintas situaciones comunes en las que se pueden ver involucrados al ser personas que coexisten en sociedad, dejando a criterio individual posteriores acciones que cada quién considere pertinente realizar, pero sin el desconocimiento previo.
Más allá de las distintas concepciones que se tengan respecto al tema, lo importante es señalar la escasez de seguimiento y mejoras sobre la calidad de las temáticas y del abordaje que se le da a la educación sexual impartida actualmente. La mayoría de las personas que hemos pasado por las aulas de instituciones de educación pública podemos dar testimonio del desinterés y poca apertura con el que muchas veces se aborda la educación sexual. Lecciones escolares que muchas veces son asignadas a profesores de ciencias, orientación o psicología que no han recibido (necesariamente) la capacitación previa en el tema o que recibieron alguna pero no a la altura de las circunstancias, o simplemente sigue sin ser un tema con el que se sientan cómodos discutiendo en una clase con personas jóvenes, y por lo tanto, son incapaces de dar el contenido de una manera adecuada; abierta, sin prejuicios ni vergüenza.
Es sorprendente que no se haya podido llegar a un consenso en un tema de tal envergadura, ya que este lleva varios años de estudio en el país en conjunto con organizaciones internacionales que poseen basta información científica actualizada en el tema. Desde 2011 el Ministerio de Salud Pública estableció la Política Nacional de Sexualidad y en el 2012 fue la primera vez que se aprobó un programa sobre sexualidad en el MEP; reconociendo la educación sexual como un derecho humano, el impacto que tiene en la salud de las personas y, por lo tanto, el deber que tiene el Estado de brindar las herramientas y conocimientos necesarios en este sentido a la población costarricense.
Englobando las ideas expuestas anteriormente, me parece muy pertinente que se realice una ampliación temática dentro del plan de estudios, en el que junto con el tema de relaciones impropias se incluyan otros igual de relevantes en la actualidad; por ejemplo, cómo identificar y qué hacer en caso de sufrir acoso, comportamientos abusivos, violación sexual, entre otros; también que se ejemplifiquen y expliquen conceptos como el consentimiento y la responsabilidad afectiva. Otro tema muy importante de tocar en la actualidad son los “nudes” (fotos con contenido sexual) y su relación con la pornografía infantil; qué son, cómo diferenciar una de otra, qué se puede hacer en caso de recibirlas o enviarlas, etc.
Entonces, la educación sexual que se imparte en el sistema educativo costarricense tiene sus falencias y necesita mejorar, sin embargo, ha demostrado con la baja en las estadísticas de embarazos en la población joven del INEC entre otros estudios, que resulta necesaria y es efectiva. Por lo que, antes de que este tema vuelva a estar en el foco del debate por temas de interés político y sea atacado, debemos darnos a la tarea de fortalecerlo y hacerlo verdaderamente necesario abarcando temas fundamentales para la protección del día a día de los jóvenes costarricenses.
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