El Teatro Espressivo acaba de estrenar “La Peste”, basada en la novela de Albert Camus, en adaptación de Neil Bartlett. Es su primera temporada desde el 12 del marzo del año pasado debido a la pandemia.

Originalmente escrita en el año 1947, Camus utilizó la metáfora de una peste por la situación que azotó Europa en este momento —el nazismo. La metáfora hoy día se torna una realidad que experimentamos cada uno de nosotros viviendo con esta pandemia. Aún así, la obra sigue siendo una metáfora con el propósito de concientizar al público, para provocar una reflexión sobre la situación actual.

Neil Bartlett adoptó la novela como un reflejo “post-peste” de cómo y porqué la gente reaccionó como lo hizo frente a ella; cómo resolvieron sus actitudes, sus deseos, sus miedos. “Para aprender sobre una ciudad hay que ver como trabaja su gente, como ama y como muere”, dice uno de los personajes.

ACTE consiguió los derechos para producir La Peste con el objetivo de llegar al público con una obra que apoya la reflexión de la situación actual, para paliar, suavizar, sosegar los sentimientos psicológicos provocados por el encierro; para provocar una catarsis. Nunca imaginamos que la espera para poder montar la obra iba a durar tanto.

En su libro “Wonderworks”, Angus Fletcher dice que, desde el teatro griego, las artes tienen este efecto catártico. Pueden ayudar a revivir los momentos traumáticos y así, bajar su intensidad y el efecto en la memoria. Fletcher nos recuerda como el acompañamiento del canto del coro, un apoyo cultural, un momento de catarsis, es lo que apoyo a Edipo a alcanzar algo de paz.

El montaje de La Peste nos pregunta: ¿cuánta gente hemos dejado de abrazar durante la peste? ¿cómo nos sentimos al tener que quedarnos solos en la casa? Necesitamos recordar a la amiga que murió, a la abuela viviendo sola. Sentimos estas experiencias en la obra de teatro y así nos liberamos en parte de su impacto devastador.

Así, podemos reiterar la importancia de la cultura; una sociedad que no reconoce y utilice la cultura para el saneamiento y disfrute del pueblo pierda una gran oportunidad y una responsabilidad frente a sus ciudadanos. La cultura es justamente lo que nos ayuda a sobrevivir el trauma que hemos pasado durante estos largos meses desde que apareció “la peste” en Costa Rica. Necesitamos una especie de catarsis grupal para poder empezar a limpiar nuestras memorias y seguir adelante enfrentando lo que va a ser la nueva normalidad después de la pandemia.

En su artículo “Como termina las historias de una peste”, Jill Lepore nos presentó en The New Yorker del 24 de marzo, un resumen de varias historias literarias de pestes, y cuestiona si las sociedades se mejoran o empeoran después de una experiencia como esta. Lepore nos dice que, si bien las palabras no siempre pueden hacer justicia en la medida del sufrimiento individual, la ficción a veces puede ofrecernos una manera de procesar el momento presente, y esto se siente particularmente cierto en “La Ceguera” de Saramago, o en la obra “La Peste”. Viendo la pandemia del COVID-19 a través de estas obras literarias estamos frente a lo que hay que ver y lo que nos negamos a ver, y porqué esa negación de mirarlo. Cuestionamos lo que va a pasar y cómo vamos a ser después de que termine la pandemia. ¿Cómo vamos a cambiar o ser cambiados?

En “La Peste”, el Dr. Rieux llora: “trabajamos, aguantamos y luchamos”. ¿Quién no va a sentir este “mantra” pensando en nuestros trabajadores de la salud? (a quienes esta producción está dedicada).

Lapore nos dice: “... La plaga retiró la máscara que esconde el egoísmo, la crueldad, la brutalidad de los humanos...pero esta no es la última máscara, debajo de ella se encuentra un verdadero rostro, el rostro de la generosidad y la bondad, la misericordia y el amor”.

En “La Peste” vemos la esperanza en el futuro y el optimismo levantarse encima del sufrimiento. El teatro puede llevarnos, de nuevo, a este encuentro de sentimientos; nos ayuda a creer en el futuro. En las palabras de Dr. Rieux, al final de la obra: “Aprendí en especial que la gente tiene más rasgos admirables que despreciables.”

Por eso, les recomiendo presenciar la obra “La Peste” en el Teatro Espressivo, a dejar que sus emociones y sus recuerdos revivan por medio del arte teatral y así, llegar a entender un poco más lo que estamos pasando ahora y nuestros anhelos para el futuro.

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