El pasado 8 de abril, el diario La Nación informó sobre un incendio de más de 5000 m2 en las bodegas de Prodex y Proplax, ubicadas en El Coyol de Alajuela. Alrededor de 50 bomberos lucharon durante 10 horas para controlar el incendio que es, hasta ahora, el más grande del año.
La noticia trae recuerdos de otras emergencias, como la del 2 de mayo del 2020, en Empaques Santa Ana, en San José, o la del 13 de diciembre del 2006, en Químicos Holanda, en Limón. Tristemente, este historial de eventos hace pensar que esta no será la última vez que suceda a una situación similar.
En tiempos en los que es urgente la recuperación económica del país, no podemos perder más trabajos ni procesos productivos. En cambio, es indispensable que todas las empresas se comprometan y garanticen la salud y seguridad de sus trabajadores y, lo que no es menos importante, que garanticen la continuidad operativa de sus negocios. De esto dependen muchísimas familias.
Estructuras y planes de emergencia
Según datos de la Unidad de Ingeniería de Bomberos, en el año 2020 se registraron 1153 incendios estructurales. 88 de estos incendios requirieron de investigaciones que determinaron que un 46% estaban relacionados con fallas en sistemas eléctricos.
La atención de estas causas requiere del compromiso de las altas direcciones empresariales, ya que las mejoras necesarias en estos casos suponen inversiones que deben ser aprobadas en estos niveles. Sin el compromiso de los altos mandos, los controles no serán robustos ni garantizarán un manejo adecuado de las emergencias. No basta con capacitaciones y extintores colgados en las paredes como estrategia preventiva.
Los planes de emergencias tienen como objetivo la sistematización de la estrategia preventiva de las organizaciones. Sin embargo, en muchas ocasiones parecen existir con el único propósito de cumplir con un requisito legal. Para empeorar la situación, esos planes generalmente no son sometidos al escrutinio exhaustivo de una autoridad competente, que pueda detectar sus fallas y oportunidades de mejora.
El pasado 20 de noviembre, dentro del Reglamento Nacional de Protección contra Incendios, se publicaron los lineamientos recomendados para confeccionar un plan básico de protección contra incendios, tal como lo solicita la Ley 8228. Este plan pretende que todas las empresas definan, ejecuten e implementen estrategias preventivas para la protección contra incendios. Sólo queda esperar que esta iniciativa no se convierta en un trámite burocrático más y que dé paso a la disminución de episodios tan lamentables como el de El Coyol de Alajuela.
Desempleo e inseguridad
¿Qué sucede después del incendio? Esta es la pregunta inevitable si consideramos que los eventos de este tipo producen múltiples consecuencias, después de impactar directamente la salud y seguridad de los trabajadores de la empresa. La recuperación de esas consecuencias no se consigue de la noche a la mañana, si es que se consigue.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), la tasa de desempleo en Costa Rica cerró el año 2020 por encima del 20%. Estos números son alarmantes y hacen necesaria la implementación de todas las medidas posibles para evitar el aumento de esa cifra.
La población más afectada por el desempleo tiene entre 35 y 44 años. Es decir, son personas adultas que están en la plenitud de su vida laboral. Un incendio no sólo impacta negativamente a los trabajadores y sus familias, sino que, además, contribuye con el aumento de las cifras del desempleo.
Después de un incendio, la incertidumbre sobre la continuidad laboral coloca a los trabajadores en posiciones incómodas y estresantes, que no pueden resolver por sí mismos. Esta situación es particularmente común en trabajadores de pequeñas y medianas empresas. En pocos minutos pierden sus empleos y toda garantía en relación con su futuro.
De igual manera, los empresarios que con esfuerzo han levantado sus empresas se ven afectados y pueden perderlo todo en cuestión de segundos. Después del incendio, surgen muchas preguntas sobre la continuidad laboral e, incluso, sobre la continuidad del negocio.
Por estas razones son indispensables el compromiso de parte de los altos mandos empresariales y un acercamiento mayor con los profesionales de salud y seguridad ocupacional. Esto hará posible la implementación de estrategias preventivas más sólidas y la consolidación de empresas cada vez más seguras. De esa forma podrán ofrecer bienestar a sus trabajadores y a sus familias.
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