Ludwig Feuerbach, filósofo y antropólogo alemán, en 1850, escribió: «Wollt ihr das Volk bessern, so gebt ihm statt Deklamationen gegen die Sünde bessere Speisen. Der Mensch ist, was er isst». Su traducción al castellano diría: «Si se quiere mejorar al pueblo, en vez de discursos contra los pecados denle mejores alimentos. El hombre es lo que come».

Llevada esta frase al plano social, centrándonos en la importancia del conocimiento como sustento y de la necesidad de trasmitirlo a otros, debe concluirse que, es necesario darle especial énfasis, a quienes más lo necesitan. Hablamos de nuestros niños, niñas y adolescentes, para quienes el conocimiento aparejado a la enseñanza, permite moldear sus valores. Llevar el conocimiento a las personas menores de edad, se muestra como una de las tareas más importantes ya que, según el último estudio del INEC, en Costa Rica la pobreza alcanza el 26,2% de la población, la más alta en los últimos 28 años.

En este contexto, existen grupos de personas menores de edad, en unas ocasiones, por tener padres y madres que no han ejercido adecuadamente la autoridad parental, en ausencia de ellos, o por seguir consejos de orientación incorrecta, entre algunas razones, tienen una escasa o nula formación de valores y hasta una tendencia a pensar correcto lo incorrecto, a no diferenciar con claridad lo lícito de lo ilícito o, en su defecto, a restarle la importancia que merece, siendo un enorme reto para las instituciones públicas ejercer una labor educativa en esta población.

Así mismo, a más de un año del brote de COVID-19, las instituciones educativas continúan su lucha por llevar el conocimiento a nuestra población menor de edad. Esta lucha también es encarada por instituciones como la Defensa Pública Penal Juvenil que procura llevar el proyecto de Charlas de Prevención Socioeducativas, a personas menores de edad de las distintas comunidades del país, esta vez de manera virtual.

A través de teléfonos celulares, computadoras y tablets, las charlas buscan, junto a los conocimientos escolares formales, brindar orientación sobre los tipos de delitos actuales, repercusiones, reparación, el acceso a la justicia restaurativa y distintos temas relacionados que permitan a estas personas, asumir con mayores y más claras bases, su convivencia en sociedad.

La herramienta tecnológica eficaz, llevada a quienes lo necesitan, indistintamente del contexto geográfico o cultural y en este caso, puesta al servicio de una buena práctica institucional, producirá resultados de impacto en la forma de vida, trabajo y estudio de nuestros jóvenes, fue Nelson Mandela, quien alguna vez indicó: “No puede haber una revelación más intensa del alma de una sociedad que la forma en que se trata a sus niños”.

Vivimos en un momento histórico casi inédito, en el que todos nos hemos visto afectados, por ende, la solidaridad no puede ser olvidada, debemos despertar el ingenio y a través de otras buenas prácticas como la realizada por la Defensa Pública Penal Juvenil, resurgir de la tormenta con un mejor futuro social. Al fin y al cabo, coincidiremos en que ser costarricense es un orgullo y todos deseamos el bien común.

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