El Ministerio de Salud anunció la semana anterior que la población adulta de Costa Rica consume en promedio 11.3 gramos de sal por día que equivale a más de 2 cucharaditas. Esos números equivalen a más del doble del valor recomendado por la Organización Mundial de la Salud que son 5 gramos diarios o una cucharadita por día en adultos.
La alta ingesta de el producto se traduce en una población más propensa a padecer presión alta y, con ella, otros problemas vinculados, por ejemplo: enfermedades cardiacas e infartos cerebro vaculares. Causas que una de las mayores tasas de mortalidad en el país.
El dato más reciente del Instituto de Estadística y Censos (INEC) señala que, del total de muertes reportadas en el 2019 (24 237), 6 144 personas fallecieron por enfermedades relacionadas al sistema circulatorio.
¿Por qué cuesta lograr un consumo adecuado?
Expertas de la materia de la Universidad de Costa Rica (UCR), señalan que detrás del consumo excesivo de sal se esconde una realidad aún más compleja impregnada en la sociedad costarricense: cambios desfavorables en los patrones de alimentación cada vez más orientados a las comidas rápidas y alimentos procesados.
La estudiante de licenciatura de Escuela de Nutrición de la UCR y que desarrolla su tesis sobre consumo de sal, Verónica Vargas Monge, dice que el actual exceso en el consumo sodio se debe a fenómenos multifactoriales.
La estudiante indica que los fenómenos van desde la parte cultural y de tradición alimentaria (como comerse un mango o piña con sal) hasta la alta disponibilidad de alimentos que ofrece la industria alimentaria y la gran cantidad de servicios de alimentación. Entre ellos, las sodas y los restaurantes.
“El problema es el exceso. En la actualidad tenemos más disponibilidad de alimentos, también la posibilidad de tener comidas fuera de casa o de recurrir a alimentos ya preparados o que están envasados. Los enlatados suelen tener una cantidad importante de sodio como preservante y esto a veces no se contempla dentro del cálculo de la ingesta diaria"
A lo anterior se le une una cotidianidad más apresurada y personas con mayores obligaciones de trabajo, familia y estudios. Desde la perspectiva de Vargas, este cambio en lo diario ha exacerbado la preferencia de alimentos preparados para facilitar la ingesta.
Además, hay otro gran consumo enmascarado y está en las salsas, consomés y condimentos empacados. Al hacer preparaciones caseras se suelen agregar esos ingredientes y añadir de forma adicional la principal fuente de sodio en Costa Rica, según el Ministerio de Salud: la sal doméstica. Ese agregado se tiende a hacer sin contemplar la cantidad de sodio que ya traen esas salsas o los empaques.
Al final del día, la persona ingirió todo ese consumo sin percibirlo y superó la cantidad recomendada de una manera completamente inadvertida.
La Dra. Karolina Sánchez Alán, especialista en evaluación sensorial de los alimentos de la Escuela de Nutrición de la UCR y graduada de la Universidad Estatal de Kansas, comentó:
A las y los costarricenses nos cuesta controlar la ingesta de sal, principalmente, por un gusto adquirido en nuestro paladar que inicia desde la infancia. Si mi mamá o papá cocinaba con una determinada cantidad de sal, cuando yo me independizo voy a seguir repitiendo ese patrón porque ya acostumbré mi paladar a ese nivel de sal".
Entre algunos consejos para ayudar a la población a usar menos sal, el Ministerio de Salud detalla:
- Utilizar principalmente olores (cebolla, ajo, chile dulce), hierbas, especies naturales y limón para dar sabor a las comidas.
- Reducir el uso de las salsas como la salsa tipo inglesa, de soja, de tomate y los aderezos.
- Limitar el consumo de snacks empacados por su alto contenido de sal.
- Escurrir y enjuagar los vegetales enlatados.
- Eliminar el salero de la mesa.
- Comer frutas y verduras frescas y no agregar sal a las frutas.