Cada año, durante el día 24 de marzo, se celebra el Día Mundial de la Tuberculosis con los objetivos de acelerar los esfuerzos por poner fin a la epidemia mundial de esta enfermedad, la cual es tanto prevenible como curable, así como de concientizar sus consecuencias sociales, económicas y de la salud.

La tuberculosis es a una enfermedad infectocontagiosa causada por la bacteria Mycobacterium Tuberculosis, la cual puede afectar cualquier parte del cuerpo, siendo su presentación más frecuente y conocida, la broncopulmonar. Puede afectar individuos de cualquier edad, sin embargo, es más frecuente en los adultos en sus años laborales productivos; y tiene particular importancia en nuestra región ya que más del 95% de los casos y muertes ocurren en países en vías de desarrollo.

En la actualidad, aproximadamente un tercio de la población mundial se encuentra infectada con tuberculosis; a pesar de esto, solo una pequeña parte de esas personas llegarán a desarrolla la enfermedad, y aún incluso más pequeño será el número que morirá por su causa.  Se estima que, durante el año 2019, aproximadamente 10 millones de personas contrajeron esta enfermedad en todo el mundo, mientras que 1.4 millones murieron debido a ella. Los afectados comprenden hombres, mujeres y adolescentes y niños, de todos los países y grupos de edad.

En el caso de la región de América Latina, se ha logrado una significativa reducción de casos nuevos y una disminución de más de la mitad de las muertes por esta enfermedad durante los años de 1990 y 2014, salvando así a más de 60 millones de vidas gracias al adecuado diagnóstico y tratamiento. Así mismo, durante el 2014, se implementó la estrategia “Fin de la Tuberculosis” de la Organización Mundial de la Salud, con el objetivo de erradicar la enfermedad para la década del 2030. A pesar de esto, aún se estima que alrededor de 280.000 personas contraen la enfermedad en la región cada año, y 23.000 mueren a consecuencia de la tuberculosis.

De acuerdo con el más reciente análisis de la situación de salud de Costa Rica, emitido por el Ministerio de Salud en 2018, el país se ubica dentro de los diez países con menor incidencia de Tuberculosis en la región, con una tasa de 7.6 casos nuevos por cada 100.000 habitantes para el 2017. Se identificó a Limón y Guanacaste como las provincias con mayor número de casos, los grupos etarios de 50 años o más como los más afectados, y el género masculino como el grupo con mayor número de casos nuevos. La tasa de mortalidad para el mismo año, corresponde a 1.3 defunciones por 100.00 habitantes.

La tuberculosis es una infección que puede ser transmitida de persona a persona a través del aire. Cuando un individuo con la enfermedad pulmonar activa tose, estornuda o escupe, expulsa los bacilos causantes de la tuberculosis al aire, y basta únicamente que otra persona inhale una poca cantidad de ellos para ser infectada. A pesar de esto, es importante aclarar que no todas estas personas expuestas al Mycobacterium Tuberculosis manifestarán la enfermedad.

En la mayoría de los casos, las personas que inhalan una cantidad suficientemente infectante del bacilo tuberculoso, desarrollan un estado latente y puede incluso que nunca evolucione en enfermedad pulmonar activa. Únicamente entre un 5% a 15% de los expuestos tienen un riesgo real de enfermar de tuberculosis a lo largo de su vida; este grupo lo comprenden principalmente las personas inmunodeprimidas (personas con alguna condición especial que debilite su sistema inmune), o con alguna condición de susceptibilidad particular.  Individuos con infección por VIH, diabetes, desnutrición, fumadores de tabaco, usuarios de drogas ilícitas, personas de edad avanzada y usuarios de medicamentos con la capacidad de modular la respuesta inmune, entre otros, son los principalmente afectados.

Los síntomas más comunes de la presentación pulmonar de esta enfermedad son la tos productiva (ton con flema) que puede contener trazas de sangre, fiebre y sudoración nocturna. Con el transcurso del tiempo; el dolor en tórax, la sensación de debilidad general y la pérdida de peso suelen asociarse debido al curso crónico de la enfermedad si el paciente no cuenta con el tratamiento adecuado. Por lo tanto, es importante acudir a su médico de cabecera en caso de haber estado en contacto con una persona diagnosticada con tuberculosis activa, e iniciar con los síntomas descritos.

El diagnóstico de esta enfermedad se realiza únicamente mediante el análisis de las muestras de esputo (flemas), en las cuales se identifica directamente el Mycobacterium Tuberculosis. La toma de dichas muestras puede ser realizadas en el EBAIS de su localidad. Existe una prueba realizada en piel conocida como “tuberculina”, la cual brinda información relevante respecto a si ha estado en contacto en algún momento con la bacteria, pero se debe tener claro que no es suficiente para realizar el diagnóstico de la enfermedad activa.

Como se mencionó previamente, esta enfermedad puede no solo ser prevenida, sino que también se puede tratar y curar. En la mayoría de los casos, cuando la cepa de la bacteria es sensible a los antibióticos, se administrará una terapia basada en la combinación estándar de 4 medicamentos durante seis meses. El cumplimiento estricto de todas las dosis es de vital importancia, de lo contrario el éxito del tratamiento puede verse truncado; por esta razón, durante todo el tratamiento de la enfermedad se realiza el acompañamiento y supervisión del paciente por parte del centro de salud respectivo.

Finalmente se debe tener presente, que contar con la vacuna BCG, conocida como la “vacuna de la tuberculosis”, la cual es aplicada al nacer, no le genera una protección real contra la manifestación pulmonar activa de esta enfermedad. El objetivo de dicha vacuna es brindar una protección contra las formas más severas de tuberculosis, específicamente la enfermedad miliar y la meningitis tuberculosa; por lo que aun en presencia de la vacuna se puede contraer la enfermedad pulmonar durante cualquier momento de la vida si se cuenta con alguno de los factores de riesgo descritos. Por lo anterior es imperativo acudir al médico en caso de presentar síntomas tras la exposición a una persona con la patología pulmonar activa; y de igual manera, la implementación de medidas preventivas básicas de salud como una buena alimentación y ejercicio regular, el lavado de manos y una correcta técnica de estornudo, le protegerán contra esta y muchas otras enfermedades respiratorias.

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