Los partidos de derechas han entrado en un ciclo de insolvencia electoral por su incapacidad de respuesta a los problemas humanos de carácter social y las iglesias han entrado en un ciclo de solvencia electoral, pero de insolvencia político-doctrinaria; lo que les ha hecho creer a algunos que pueden complementarse mutuamente derivando en retrocesos significativos para los regímenes republicanos de los países en dónde esta unión ha significado una atracción fatal para las libertades individuales de las minorías redundando en un acelerado proceso de desgaste democrático.

Esto es que los partidos de derecha han visto en las iglesias nichos cautivos de votantes y que las iglesias han visto en lo partidos de derecha conservadores fuentes de pensamiento político que le ofrecen la parte programática alrededor de la cual convocar a sus congregaciones a la actividad electoral.

Ello no es cristiano, ni liberal

No es cristiano porque, aunque la agenda de las iglesias está basada en la Biblia, no está basada en el evangelio de Jesús, sino en la literalidad de las escrituras (de toda, no solo de la Gracia, sino también de la Ley)

Este mensaje de Jesús tiene que ver con la creencia de la vida eterna y cómo obtenerla y casi nada que ver con la organización del Estado, más que recomendar el comportamiento de sus seguidores dentro de la sociedad. De modo que no pretendía erguir su predicación como un modelo de constitución, lo que marcaba la principal diferencia entre él y la ley de los judíos.

Aquella que era una ley escrita en piedra (simbólicamente) era el cuerpo normativo con el que el primitivo pueblo de Israel organizaba su vida en sociedad y que, a su vez, indicaba las sanciones en caso de infracción. Jesús, en cambio, trajo una nueva ley no escrita en tablas de piedra sino en el corazón de las personas (simbólicamente) que no buscaba organizarlos socialmente, sino cambiar su conciencia y que ese cambio interno se manifestara también externamente en un modo de vida piadoso, fraterno, solidario y sobre todo benigno.

Esa predicación en primer término iba dirigida a las “ovejas perdidas de Israel” pues siendo el “pueblo escogido de Dios” estaban destinados a ser los beneficiarios de una nueva promesa que en lugar de asegurarles prosperidad material y muchos años de vida, ahora les aseguraría un lugar en el paraíso al lado de Dios y la inmortalidad de sus almas, esperanza ampliada al resto de la humanidad. Pero, el plan estaba diseñado para que las personas lo hicieran por su voluntad y convicción, no por imposición.

Por ejemplo, la historia del joven rico que le preguntó a Jesús qué tenía que hacer “para heredar el reino de los cielos” es esclarecedora. En ella, luego de que Jesús le indicó que debería despojarse de sus bienes y darles el precio a los pobres, el cronista indica que el joven no aceptó esa condición y se marchó; Jesús no ordenó a sus discípulos que torturaran, sometieran u obligaran a aquel joven a aceptar su enseñanza, respetó su libre albedrio.

Lo mismo hizo en su predicación en la Sinagoga de Capernaum, cuando después de escucharlo muchos aseguraron que su palabra era muy dura recibiendo como respuesta una invitación a dejar de seguirlo si así les convenía y nuevamente el cronista relata que aquellos muchos lo dejaron de seguir.

La invitación también la recibieron los doce discípulos y le contestaron con una pregunta que muchas veces es mal citada o mal remembrada, Pedro no le preguntó a dónde irían, pues en su caso personal podía volver a la mar y seguir pescando, le preguntaron a quién irían si solo Jesús tenía esa palabra que ellos querían seguir: Si alguno QUIERE venir en pos de mí.

En medio de esos dos episodios que se dan en el auge y caída de la popularidad de Jesús, hay otro hecho relevante. Jesús no hacía milagros para demostrar su poder, sino por lo siguiente: cuando regresó a Jerusalén para comenzar su predicación con los doce, las sectas de los judíos tenían diferencias doctrinarias muy profundas sobre el asunto de la resurrección, pues probablemente por la esclavitud en Egipto, algunos habían incluido dentro de sus creencias este tema, mientras que otros buscaban mantener la “pureza” de su fe.

Por lo tanto, Jesús mandó a hacer una consulta y luego de recabada la información le preguntó a sus colaboradores ¿quién dice la gente que soy? Si por la resurrección había conflictos de muerte, él sabía que el decir de entrada que era el hijo de Dios, le iba a costar la vida de inmediato, por lo que optó por una estrategia que implicara captar la atención de las personas, milagros, multiplicación de panes y peses le permitieron reunir multitudes que escucharan su palabra, posteriormente desechada por la mayoría pues al momento de los milagros se contaban por miles los asistentes, mientras que para el momento de la ascensión a los cielos solo quedaron 120.

Aquella notoriedad hizo que los opositores a la ocupación romana de Jerusalén y el resto de Palestina lo consideraran como una opción para proclamarlo Rey de Israel, propuesta que fue declinada por Jesús y recogida por el cronista del evangelio con un gesto muy significativo: Jesús se apartó de ellos.

Esto nos demuestra que el evangelio cristiano tiene tres características fundamentales: es de cárter universal, de acatamiento voluntario y laico, teniendo su mejor expresión sobre ésta última en la máxima que indica “dar al César lo del César y a Dios lo de Dios”, es decir no mezclar el evangelio con el poder político, como lo enseñó Jesús tanto de palabra como, de hecho.

La pregunta es retórica ¿si la intención de Jesús hubiese sido imponer las normas conductuales de su enseñanza relacionadas con el matrimonio y la vida humana, no habría aceptado la invitación para ser rey de los judíos?

Si ese es el plan de Dios ¿no habría promovido que José derrocara al Faraón para abolir la idolatría de los locales y liberar a su pueblo esclavo en lugar de servirle como gobernador de Egipto? ¿Si ese es su plan los Apóstoles no habrían incitado a los cristianos que trabajaban en la casa del César a usar su influencia para proteger a la iglesia primitiva de la persecución que los obligó al nomadismo al principio de nuestra era?

La antítesis de la doctrina de Jesús la viví en carne propia cuando, en una reunión con un candidato presidencial al que yo apoyaba, se recibió a un candidato a diputado de uno de los partidos confesionales evangélicos que hay en Costa Rica. En esa oportunidad el tema de las uniones entre personas del mismo sexo era el tema y el candidato pastor dijo que querían gobernar basados en el principio bíblico de “vete y no peques más” derivado de la porción del evangelio que narra la intervención de Jesús en el caso de una mujer que iba a morir lapidada por cometer adulterio.

¿Gobernar para evitar que la gente peque, en este caso, fornique, con otras de su mismo sexo qué implica? Lo que implica es la anulación de las libertades individuales con prácticas solo vistas en los regímenes fascistas como el franquismo, precisamente soportado sobre el control que ejercía el clero sobre la sociedad española hacia finales de la segunda república.

Consecuentemente tampoco es liberal, por lo que vale la pena preguntarse en qué momento las causas de la República, la soberanía popular y las libertades individuales dejaron de ser el ancla ideológica de los partidos de derechas para asumir como suyas cosas tan absurdas como la imposición de la moralidad religiosa con grado de idiosincrasia en los países en dónde se ha dado esta convergencia indeseable.

Este neofascismo no divide a las personas por su origen étnico o religioso, peor aún, hace distinción entre santos y pecadores.

¿Cambiaron las libertades individuales (incluida la libertad de empresa) por la prosperidad económica y la uniformidad moral? ¡Viva Franco! Sus huesos vibran de emoción desde la tumba por la reivindicación de su régimen de terror.

Los políticos deben entender que los grupos religiosos incursionados en política tienen una agenda antidemocrática que busca llevar al seno del ejercicio del poder la instauración de una “Nación Santa”, pues ellos son el “pueblo de Dios” lo cual es a su vez una deformación absoluta de la doctrina de los Apóstoles. De modo que por creer que ellos van a gobernar y las iglesias solo van a votar podrían arrastrar a Costa Rica un escenario de opresión anunciado abiertamente en el desconocimiento de la división de poderes, censuras a la prensa y la cultura, destrucción del medio ambiente y discriminación por razones de la identidad sexual o étnica de las personas como ha pasado en Estados Unidos, Brasil y Bolivia.

Todo lo anterior no quiere decir que las personas que tenemos un credo no podemos o no debemos participar en política. Todos tenemos los mismos derechos civiles y políticos, sin importar nuestra afiliación religiosa o ideológica y la lucha, precisamente, debe ser que siga siendo así y no degradar o clasificar la ciudadanía y dignidad de las personas.

Ojalá no haya más partidos seducidos por los votos de estos grupos fascistas, que en su propia ignorancia ni siquiera saben que lo son y piensan que son cristianos, pues si lo fueran harían las obras del amor de Cristo y no intentarían hacer las de su juicio juzgando los actos de los demás según su propia moral.

De modo que todos los demócratas, de la ideología que provengamos, debemos enfrentar comunitariamente los desafíos que representan para la democracia las expresiones facciosas de nuestra política local y en el mundo; como este martes 8 de diciembre del 2020, en la absurda votación de un minuto de silencio con la que pretendieron someter al parlamento, pero perdieron.

“Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo.”

Juan 6:15

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