Esta semana vimos en nuestro país la lamentable aprobación del proyecto de ley de pesca de arrastre, condicionada a un estudio riguroso que muestre la sostenibilidad de la misma. Más allá de los problemas ambientales, económicos y sociales que provocaría la reactivación de esta actividad económica, hay un problema fundamental en la condición presentada en dicho estudio. De ser publicado este proyecto de ley, Incopesca se verá obligado a presentar en el plazo de un año los estudios de sostenibilidad. Sin embargo, un año es un plazo insuficiente para casi cualquier estudio en ecología. Más aún en sistemas tan frágiles como los ecosistemas marinos.
En el ámbito profesional, me dedico a estudiar cómo restaurar los bosques de kelp, los cuales son ecosistemas ricos y diversos. En ese aspecto son muy parecidos a los arrecifes de coral, de los cuales gozamos en las costas de nuestro país. El cambio climático y otros infortunios han causado un colapso casi total de los bosques de kelp en las costas del norte de California, Estados Unidos. No obstante, este colapso se dio a lo largo de casi cinco años de estrés. Actualmente se están invirtiendo muchos recursos en restaurar este ecosistema, pues muchas comunidades perdieron sus trabajos de pesca artesanal y turismo a causa de la destrucción. Lamentablemente, no sabemos cuántos años tardará esta recuperación; lo que sí se sabe es que tomará más de los cinco años que tardó en destruirse.
Por desgracia, los arrecifes de coral se parecen en mucho más a los bosques de kelp que solo en su belleza y riqueza. Los arrecifes también son ecosistemas sensibles al estrés y su nivel de destrucción podría verse realmente solo hasta varios años después. La peor parte es que los modelos sugieren que, en caso de que demos marcha atrás después de ver la destrucción que causa la pesca de arrastre, la recuperación de los arrecifes podría tardar décadas. Al menos una generación crecería sin vivir la belleza de nuestros arrecifes.
Los plazos políticos no son compatibles con los plazos en los que vive la naturaleza. Este plazo de un año va a ser insuficiente para estudiar la sostenibilidad de una actividad como la pesca de arrastre. Más aún, otros países han tenido la oportunidad de vivir con esta actividad durante décadas, y sus resultados muestran que, efectivamente, la pesca de arrastre destruye los ecosistemas. Si el presidente Alvarado no veta este proyecto de ley, Costa Rica apostará no solo los miles de millones de colones que costaría el estudio de sostenibilidad, sino también el destino de miles de costarricenses que dependen de la pesca artesanal y el turismo, cuyos trabajos se verán seriamente afectados por la destrucción del ecosistema. Veamos lo que ha pasado en otros países y tómemoslo como ejemplo de que este proyecto no puede volverse ley.
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