Apostar a un aprendizaje basado en la experiencia y la inteligencia colectiva, fomentar una educación orientada a las soluciones y no a la acumulación de datos, y estimular habilidades blandas para desarrollar la lógica de la cooperación; son aspectos básicos para impulsar la sostenibilidad a futuro. Esto es justamente lo que persiguen Natalia Pérez y Felipe Prado de la organización “Swarmob: Aprendizajes con impacto”, la cual, recientemente se hizo acreedora del segundo lugar en la categoría de Impacto Social de los premios Viva Schmidheiny 2020.

Felipe y Natalia son nuestros nuevos invitados a esta edición de Próxima Frontera, en la que compartimos con este par de chilenos, psicólogos de formación, la lógica que hay detrás de Swarmob y cómo su disruptivo trabajo comienza a mostrar la necesidad de repensar la educación.

Como aspecto inicial, Felipe señaló que una característica reveladora de la organización es entender el origen de su nombre, el cual, se deriva de dos palabras en inglés. Por un lado, está la palabra “swarm”, que se refiere a enjambre y que apela a la inteligencia colectiva que podemos observar en insectos como las abejas, las avispas y las hormigas, así como también en manadas de mamíferos o bandadas de pájaros. En estos grupos los animales entienden que su contribución al colectivo es muy superior que la suma de sus esfuerzos individuales. La otra palabra es un término académico acuñado por el teórico Howard Rheingold que es “Smartmob”, y se refiere a la capacidad actual que tienen los grupos sociales conectados por medios digitales de poder crear tejido social para la solución inteligente de temas que afectan al conjunto.

Natalia aterriza estos conceptos explicando la propuesta de Swarmob, es una plataforma de aprendizaje que utiliza las tecnologías digitales para empoderar a estudiantes y profesores para aprender y educarse a través de la creación de proyectos sociales y medioambientales de colaboración en red.

Swarmob se ha enfocado en desarrollar una plataforma capaz de satisfacer las necesidades de mediación pedagógica e institucional y su metodología de aprendizaje basado en proyectos en red, promueve soluciones que apoyan el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Lo trascendente de la propuesta de Swarmob es la capacidad de la plataforma educativa para apoyar la formulación y desarrollo de soluciones a problemas reales de las comunidades, así como de crear sinergias no solo dentro de las propias instituciones, sino entre diferentes centros educativos. “Los estudiantes generan proyectos basados en los problemas que observan en sus propias comunidades”, explicó Natalia Pérez.

Un cambio al paradigma educativo

La propuesta de Swarmob, de una educación cuyo método utilice el aprendizaje basado en proyectos de manera colaborativa, implica una disrupción a un modelo educativo que tiene por paradigma de evaluación medir los conocimientos a través de pruebas. Por esta razón, el equipo sabe que se enfrenta al reto de poner a funcionar su modelo educativo en un contexto institucional predominantemente encuadrado en una educación tradicional, centralizada y vertical.

De acuerdo con Natalia, la propuesta de Swarmob supone un cambio, en el sentido en que se debe confiar en los estudiantes para que ellos definan y desarrollen su propio proyecto; mientras que  también conlleva un cambio de paradigma en el papel de la profesora o profesor, porque pasa de ser una figura que monopoliza el conocimiento y tiene la última palabra, a asumir un rol de facilitador del proceso educativo, reconociendo que puede saber menos sobre un tema que los mismos estudiantes a los que acompaña.

En este sentido, Felipe señala que las escuelas que se han integrado a Swarmob, han superado la dicotomía que puede existir en ambos modelos y se ha logrado que alcancen un entendimiento más sistémico de su realidad y cómo se expresan sus problemáticas a nivel global.

Como resultado de efectuar sus respectivos proyectos, los estudiantes han podido publicar sus experiencias y entrar en redes de colaboración con estudiantes de otros centros educativos que llevan a cabo sus propios proyectos, aumentando aún más el capital cultural y social de las iniciativas que llevan a cabo.

Coyuntura y ajustes

Swarmob, desde el 2018, había tenido un crecimiento pausado, lento, estudiado. Como lo explica Felipe “estábamos enfocados en solventar las necesidades reales y reduciendo al máximo las complicaciones surgidas de la brecha digital”. Así, el periodo de arranque de esta organización estuvo marcado por un trabajo fuerte orientado a crear una plataforma lo suficientemente accesible para que las diferentes escuelas, pese a sus asimetrías en accesibilidad a dispositivos y conectividad, pudieran desarrollar sus iniciativas de proyectos. Este hecho siempre fue de particular interés para el equipo de trabajo de esta organización, dado que se busca la inclusión y la atención de sectores sociales de mayor vulnerabilidad.

Tras la llegada de la pandemia de COVID-19, sin embargo, este proceso preparado a fuego lento, tratando de comprender las necesidades de sus usuarios, dio pie a que la organización estuviera preparada para afrontar los retos a nivel digital que supuso la pandemia. Como explicó Felipe: “La pandemia nos llevó a ajustes y ahora sí estamos en una fase expansión a más escuelas”.

No obstante, el equipo de Swarmob está claro en que este camino apenas inicia y que idealmente a futuro se requerirá evolucionar hacia sistemas educativos más flexibles, en los que se haga una priorización curricular acerca de los contenidos de aprendizaje que deben efectuarse necesariamente y luego concentrarse en desarrollar las capacidades de los estudiantes para que cada comunidad escolar desarrolle el aprendizaje basado en sus propias realidades y problemáticas.   Crecer con su modelo es la Próxima Frontera.

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