El Plan Nacional de Agricultura Familiar 2020-2030, impulsará acciones que garanticen el desarrollo integral e inclusivo de la agricultura familiar con el objetivo de fortalecer las capacidades de productores y productoras, la generación de ingresos y el fomento de sistemas alimentarios saludables, culturalmente apropiados y sostenibles.

La agricultura familiar es la base de la seguridad alimentaria y de los sistemas alimentarios sostenibles, según los últimos datos del Censo Agropecuario, el 55% de las explotaciones agrícolas son dedicadas a la agricultura familiar. También genera el 36% del empleo sectorial y contribuye al 39% del PIB sectorial.

El coordinador subregional de la FAO para Mesoamérica y representante en Costa Rica, Adoniram Sanches Peraci, enfatizó:

La agricultura familiar produce más del 70% de los alimentos de Centroamérica y posee un enorme potencial para incrementar la productividad y dinamizar al sector agrícola, contribuyendo a una mayor estabilidad de abastecimiento de alimentos frescos y saludables".

Además, agregó que desde la FAO reconocen que es un sector clave para avanzar hacia la erradicación del hambre y la pobreza rural. 

El plan fue elaborado por el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) y la Red Costarricense de Agricultura Familiar (Redcaf). Además, contó con el apoyo del Programa Mesoamérica Sin Hambre, iniciativa conjunta de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AMEXCID) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

El plan fomenta el desarrollo de marcos jurídicos que impulsan políticas diferenciadas para las agricultoras y agricultores familiares. Por otro lado, resalta la importancia de la generación de oportunidades para la juventud rural; y busca contribuir en la disminución de las tasas de migración de jóvenes a la ciudad en busca de empleos y una mejor calidad de vida.

Asimismo, uno de los pilares fundamentales del Plan Nacional es garantizar la equidad de género, el liderazgo, la participación efectiva y el empoderamiento económico de las mujeres rurales como agentes de cambio.

Lo anterior, debido a que, según la FAO, las mujeres se dedican a actividades agrícolas y no agrícolas y cumplen una función fundamental en la gestión de los recursos naturales, en la producción, elaboración, conservación y comercialización de los alimentos.

De igual forma se señala la importancia de la asociatividad y la organización de productores y productoras familiares que les permitirá un mejor acceso a los mercados de insumos y productos, a los servicios sociales técnicos y financieros.

Actualmente, la alta vulnerabilidad a los efectos del cambio climático que sufren las comunidades rurales resalta la necesidad de implementar medidas para mejorar la resiliencia y la capacidad de adaptación al cambio climático de la agricultura familiar, cuyos medios de vida dependen directamente de los bienes y servicios de los ecosistemas. Por ese motivo en el plan se toman en cuenta acciones para asegurar una adecuada gestión de los ecosistemas y la biodiversidad con un enfoque de territorio.

Además, se valoriza el papel clave que tiene la agricultura familiar como promotor de la agrobiodiversidad para el desarrollo de los territorios, la erradicación de la pobreza, el logro de la seguridad alimentaria y nutricional y en la generación de crecimiento económico a partir de iniciativas sostenibles y culturalmente pertinentes.