En el contexto actual de la pandemia mundial, todos los países requieren disponer de una vacuna que confiera inmunidad contra el virus SARS CoV-2. El desarrollo de este fármaco es la alternativa más inmediata para proteger a la población del efecto del virus, por lo que todos los gobiernos están a la expectativa de los resultados de las investigaciones que realizan las compañías farmacéuticas para asegurar la calidad, seguridad y eficacia de las vacunas.
Para utilizar una vacuna, como para cualquier otro medicamento, es necesario asegurar que son seguras y eficaces. Este proceso es complejo, largo y riguroso. Se compone de varias etapas que deben ser respetadas para proteger la salud de la población.
Antes de utilizar una sustancia en seres humanos, es necesario realizar una fase preclínica. Los estudios preclínicos tienen por objetivo determinar el potencial de un posible fármaco, son realizados in vitro, en cultivos de células, posteriormente en varias especies de animales y pretenden demostrar la falta de efectos adversos, para luego continuar con los estudios en seres humanos.
Los estudios clínicos en humanos se dividen en estudios fase 1 a 4, cada una de estas fases responde a la necesidad de garantizar la seguridad de las personas participantes. La Fase I del desarrollo de un medicamento es el primer paso de la investigación clínica, consiste en la administración de un medicamento en seres humanos por primera vez. Participan sujetos voluntarios sanos para evaluar en qué niveles de uso del fármaco se observa toxicidad. Se prosigue con los estudios de dosis-respuesta en los pacientes para determinar la seguridad del medicamento y, en algunos casos, indicios iniciales de su efectividad. Estos estudios proponen establecer una evaluación preliminar de la seguridad y del perfil farmacocinético y, cuando sea posible, un perfil farmacodinámico. Proporcionan información preliminar de toxicidad, absorción, distribución, metabolismo, excreción, duración de la acción, interacciones con otros fármacos e incluso interacciones con alimentos. Estos ensayos sirven además para orientar la dosis, vía y pauta de administración para ensayos clínicos que se realicen posteriormente. Son imprescindibles para valorar la seguridad del medicamento en estudio. Salvo excepciones debidamente fundamentadas, se llevan a cabo en pequeños grupos de individuos voluntarios sanos.
Actualmente hay trece vacunas que están realizando estudios clínicos fase 1, se realizan en instituciones como Instituto Finlay de Vacunas, Cuba; West China Hospital, Sichuan University, Beijing Wantai Biological Pharmacy/ Xiamen University o el Imperial College London. En una Fase I más avanzada (I/II) de investigación hay once vacunas, cuatro de ellas enfocadas en ADN viral, dos enfocadas con subunidades proteicas, una de ARN y otra de virus inactivado.
Con la información obtenida en la Fase I, se procede con la fase II, la cual consiste en ensayos clínicos controlados, diseñados para demostrar la efectividad y la seguridad relativa. Constituyen la etapa inicial de la evaluación de la eficacia. Generalmente se efectúa en un número limitado de sujetos voluntarios sanos estrechamente supervisados. Siendo una población bien definida y homogénea.
En la fase II, en este momento, hay tres vacunas en desarrollo que incluyen vacunas que utilizan ARN o subunidades proteicas, desarrolladas por Curevac, Novavax y Anhui Zhifei Longcom Biopharmaceutical, Institute of Microbiology y Chinese Academy of Sciences.
Después de establecer una probabilidad razonable de la efectividad del medicamento y con el objetivo de obtener información adicional sobre su efectividad para prevenir la enfermedad y una definición más precisa de los efectos adversos asociados al medicamento, se realizan los estudios Fase III, esta fase incluye estudios controlados y no controlados. Se realiza en una muestra de sujetos voluntarios mucho mayor que en las fases anteriores y, lo más importante, representativa de la población a la que irá destinado el medicamento. El elemento control con el que se compara debe ser preferiblemente el tratamiento estándar aprobado para la patología en estudio, si lo hubiera, o en su defecto placebo. Además, estos ensayos establecen la incidencia de efectos adversos comunes y son capaces de identificar el perfil de pacientes con mayor riesgo para desarrollar los menos comunes. Todas estas características hacen que los ensayos Fase III sean el soporte para la autorización de comercialización de un medicamento, ya que reproducen las condiciones de uso habituales, consideran las alternativas terapéuticas disponibles en la indicación estudiada y proporcionan datos fundamentales de seguridad y eficacia.
En la fase III hay nueve vacunas, cuatro de ellas se enfocan en vectores virales, la de University of Oxford/AstraZeneca, CanSino Biological Inc./Beijing Institute of Biotechnology, Gamaleya Research Institute y Janssen Pharmaceutical Companies. Tres se enfocan en virus inactivados Sinovac, Wuhan Institute of Biological Products/Sinopharm y Beijing Institute of Biological Products/Sinopharm. Por último, Moderna/NIAID y BioNTech/Fosun Pharma/Pfizer se enfocan en tecnología ARN.
De las candidatas a vacunas más conocidas está la vacuna producida por el Instituto de Investigación Gamaleya de Rusia. Si bien, esta fue la primera vacuna en ser aprobada contra la COVID-19 el 11 de agosto para un uso limitado, lo hizo sin iniciar los estudios fase 3. Fue hasta el 4 de setiembre que se publicaron sus resultados preliminares de los estudios fase I/II en la revista científica The Lancet, los cuales señalan que la vacuna tiene un buen perfil de seguridad y que genera una fuerte respuesta inmune humoral y celular en los participantes, indican en la publicación que se requieren mayores estudios para demostrar efectividad para prevenir contra el COVID-19. Es importante señalar que dicha publicación ha obtenido múltiples críticas de la comunidad científica respecto a la evidencia utilizada para concluir sobre sus resultados.
De la vacuna desarrollada en China por CanSino Biological Inc. y el Beijing Institute of Biotechnology el 15 de agosto en la revista científica The Lancet se publicaron resultados del estudio fase II realizado en 603 voluntarios que indican que la vacuna es segura y que induce una respuesta inmune significativa en la mayoría de las personas que recibieron una dosis de la vacuna.
La Universidad de Oxford junto a AstraZeneca han reportado un avance normal en el estudio clínico, deteniendo el estudio en varias ocasiones para analizar efectos adversos. Situación que es usual en los estudios clínicos.
Los laboratorios Moderna y Pfizer realizaron abordajes más novedosos en el desarrollo de la vacuna, enfocándose en tecnologías que usan ARN mensajero, los resultados preliminares de los estudios fase II presentaron una adecuada respuesta inmunológica y efectos adversos de leves a moderados, principalmente en el sitio de la inyección.
Estas vacunas en fase tres son las más cercanas a obtener una aprobación para ser utilizados en seres humanos para prevenir la COVID-19, sin embargo, requieren un análisis muy detallado de su seguridad y eficacia. Análisis que requiere una evaluación profunda de cada una de las personas participantes en el estudio clínico.
Es fundamental determinar la cantidad de tiempo que se genera inmunidad contra el virus, este es uno de los factores más importantes en una vacuna, ya que lo deseado es una vacuna que ofrezca una protección de al menos varios años contra el virus. Este análisis requiere un largo periodo (varios meses) de tiempo.
Unos de los riesgos más importantes son las reacciones inmunológicas que pueden generar muchos problemas en una persona vacunada. Estos riesgos deben ser minimizados lo máximo posible para no afectar la salud de las personas vacunas.
En algunos países como China y Rusia, como se mencionó anteriormente, la legislación permite una aprobación de uso en emergencia o uso limitado, estas aprobaciones se realizan sin toda la documentación completa que sí se solicita regularmente a las vacunas, como en este caso, que se aprobó sin iniciar los estudios fase 3. El riesgo principal de estas autorizaciones es el desarrollo de efectos adversos desconocidos o la falta de eficacia en la protección contra el virus.
Una vez que la vacuna ha superado la fase III de investigación clínica que tarda varios meses, es sometida al proceso de aprobación por distintos entes reguladores, hasta después de obtenida esta aprobación es que puede iniciar el proceso de distribución y comercialización. El proceso de fabricación, si bien se ha venido desarrollando en los laboratorios a pequeña escala, debe de empezar a aumentar su capacidad para producir a gran escala y cubrir la demanda mundial, y a la vez, asegurar una distribución equitativa en los diferentes países. Este proceso de aumento de la escala de producción o transferencia de tecnología para fabricarlos en otros sitios de manufactura puede tardar varios meses.
Una vez que la autoridad sanitaria ha aprobado la comercialización del medicamento, se realizan los estudios Fase IV, estos ensayos pueden incluir investigación destinada a explorar un efecto farmacológico específico, establecer la frecuencia de las reacciones adversas o determinar los efectos de la administración a largo plazo (años) de un medicamento. Son ensayos controlados, aleatorizados y prolongados en el tiempo, y de los resultados de estos estudios es posible obtener información fundamental para la permanencia de un producto en el mercado.
Es importante que las personas sean consientes de que el adecuado diseño de estos estudios clínicos y el seguimiento detallado de las fases en la investigación clínica resultan pasos fundamentales para resguardar la seguridad de los sujetos que utilizarán el nuevo medicamento.
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