En la actualidad, millones de niños carecen de micronutrientes en su alimentación diaria luego de haber cumplido su primer año de vida y al no consumirse los nutrientes y vitaminas necesarios al alcanzar la madurez digestiva, se generan problemas en su crecimiento y desarrollo cognitivo.

Así lo alertó la Organización Mundial de la Salud (OMS) cuando definió la carencia de micronutrientes como “hambre oculta”, que es aquella en la que existe un desequilibrio en la dieta cuando la persona no ingiere la cantidad adecuada de nutrientes y minerales presentes en los alimentos.

El hambre oculta puede afectar a personas con desnutrición, peso saludable, sobrepeso y obesidad y por ello los expertos señalan que la importancia radica en la calidad nutricional de los alimentos y no en la cantidad de ellos. 

Según Katherine Asch, máster en Nutrición Pediátrica:

A partir del primer año de edad, los niños comienzan una transición hacia una dieta más parecida a la de un adulto, pero al estar en etapa de crecimiento, tienen requerimientos nutricionales diferentes y necesitan alimentos especiales.  La nutrición en los primeros años es una inversión a largo plazo sobre la salud y la calidad de las personas, pues una correcta alimentación previene enfermedades crónicas no transmisibles como diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares”.

Para la especialista, y debido a que los niños están en etapa de crecimiento, su alimentación debe ser variada y saludable para satisfacer las necesidades nutricionales básicas de desarrollo. 

El primer grupo de alimentos que se deben incluir son los probióticos y prebióticos. Estos se obtienen al consumir frutas, verduras y legumbres. 

El segundo grupo comprende el consumo de vitaminas y minerales, como el calcio que se obtiene de la leche y sus derivados, importantes para el desarrollo de huesos fuertes. 

Además, es importante incluir hierro en la alimentación que puede ser obtenido de la leche, la carne, el pollo y el pescado. 

Finalmente, los niños necesitan de la ingesta de ácidos grasos, ácidos que el organismo no produce y que ayudan al desarrollo del sistema cognitivo y visual. Estos son el omega 3 y el omega 6 que tienen propiedades antiinflamatorias y fortalecen las defensas del cuerpo. La forma de obtenerlos es mediante el consumo de alimentos como pescado o aquellos fortificados con estos nutrientes.

Una alimentación adecuada y saludable le permitirá a los niños experimentar mayores capacidades en su aprendizaje diario y habilidades psicomotoras, así como construir defensas contra posibles enfermedades.