¿Ha tenido la oportunidad de apoyar a alguien que conoce o no durante esta emergencia nacional? ¿Se ha enterado de familias que pasan necesidad y no ha sentido motivación para ayudar? Si lo hace, ¿lo realiza de manera individual o en familia? ¿Ha pensado qué le motiva a ayudar?

Pienso que la pandemia nos reflejó de manera más cruel y sin filtros las múltiples desigualdades con que viven muchas familias en nuestro país, y lo bendecidas o privilegiadas que son otras, sin querer entrar en discusión, lo que sí me queda claro, es que las condiciones de vida de algunas familias se han visto afectadas de manera significativa, y la propia sociedad civil es la que ha tenido que enrollarse las mangas para apoyar a que estas personas puedan satisfacer sus necesidades más básicas como el alimento.

Las conductas prosociales son acciones que nos mueven hacia la solidaridad, cooperación, compartir, ayudar, consolar, entre otras; sin esperar ningún beneficio a cambio. Pareciera que estas acciones han sido base para que niños, niñas, adolescentes, personas adultas, personas adultas mayores y en diferentes condiciones de vida, puedan satisfacer sus derechos humanos. Hoy en día las redes sociales nos muestran múltiples estrategias que reflejan el compromiso social y las habilidades socio-afectivas de quienes luchan por llevar apoyos que consuelen, aunque sea por un periodo, a otras personas que en ocasiones ni se conocen.

¿Ha pensado alguna vez que le motiva a ayudar y cuidar de otras personas o por el contrario no le genera motivación? Lo cierto es que los comportamientos prosociales tienen su base en diferentes motivaciones, tales como el altruismo, “hoy por ti, mañana por mí”, si muchas personas me observan al momento de ayudar, tener un posible riesgo, si considero que se trata de una emergencia o no, si tengo afinidad con la otra persona, inteligencia emocional, empatía, nuestras propias experiencias personales, tener modelos prosociales, entre otras.

Creo que a pesar de las dificultades que cada familia enfrenta en este momento, no se nos puede olvidar que, como personas adultas, desde donde sea que nos ubiquemos a nivel social, somos referentes para los niños y niñas que nos rodean. A veces nos preocupamos demasiado de que se cumplan las tareas de la escuela, de que se aprenda a leer y escribir, y no está mal. Desde mi perspectiva mal sería olvidar la relevancia del desarrollo emocional y social ¿Alguna vez ha pensado que sus acciones son un modelo a seguir por quienes le ven? Pienso que el ejemplo de nuestras acciones, son un modelaje que enseña a los niños y niñas que nos ven y que nuestro ejemplo, puede ayudarles a aprender habilidades para la vida y socioafectivas para reconocer a las otras personas.

A veces pensamos que las personas menores de edad nos ven y no pasa nada, pero nuestro ejemplo es una fuerza arrasadora que moviliza y es base de la socialización de quienes comparten con nosotros y quienes se relacionarán en un mundo social y muy probablemente replicaran un modelo de relacionamiento que aprendieron con sus familias. Lo cierto es que actualmente, nuestras formas de convivencia social se han trasformado, retándonos como familias a implementar nuevas estrategias para convivir, para apoyar y para protegernos del contagio.

Ahora vuelvo a consultarles ¿Ha tenido en esta emergencia la oportunidad de ser un modelo de conducta prosocial? Los niños y niñas no solo nos observan y sacan sus propias conclusiones, sino que también tienen deseos, preocupaciones, se estresan y este confinamiento no les es ajeno. Así que a usted que me lee, le invito para que no olvide que podemos proveer conductas prosociales, primero siendo prosociales con los niños y niñas que nos rodean.

¿Cómo ser y promover conductas prosociales en los niños y las niñas?

  • Trate a los niños y niñas con respeto desde su llegada al mundo
  • Muestre su preocupación por entender cómo se sienten y qué piensan en este momento de pandemia
  • Hábleles con la verdad y mida que información es apropiada de compartir según la edad y el desarrollo
  • Mantenga canales de comunicación abierta que le permitan escuchar y tomar en cuenta los deseos y necesidades de los niños y niñas
  • Enséñele a reconocer y ponerle nombre a los sentimientos y emociones
  • Promueva la reflexión de las consecuencias que las acciones propias pueden generar en otras personas
  • Promueva que los niños y niñas asuman la responsabilidad de sus acciones
  • Promueva espacios para reflexionar sobre los errores como oportunidades para aprender y fortalecer habilidades emocionales y sociales
  • Elimine cualquier manifestación de violencia física o verbal como medida de “disciplina”
  • Permítale a los niños y niñas tomar de decisiones y valorar las consecuencias de las diferentes opciones
  • Genere espacios de afecto y empatía con los niños y niñas
  • Sea usted el referente de las conductas prosociales en su relación con los niños y niñas

Lo cierto es que para ser personas prosociales y promover estas conductas con los niños y niñas, es indispensable que, como personas adultas, primero nos evaluemos con respecto a cuál es nuestra visión de la población menor de edad, sus necesidades, preocupaciones, deseos y las prácticas que utilizamos para relacionarnos con ella, pues éstas serán las bases de su relacionamiento con la sociedad. También se vuelve urgente que dejemos de pensar en los niños y las niñas como la generación del futuro, porque ellos y ellas, están siendo en el presente, y ese futuro será el reflejo de nuestra convivencia actual.

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