¿Alguna vez ha escuchado sobre el mar profundo? Así llama la ciencia a todas aquellas aguas y fondos marinos que están por debajo de 200 metros de profundidad. Este es el ecosistema más extenso del planeta y cubre 66% de su superficie. Así que si un alienígena nos pidiera que describamos el paisaje más común de nuestro hogar, debemos contarle sobre interminables planicies de lodo, intercaladas aquí y allá por montes y volcanes submarinos, cañones y grietas, inundadas de agua salada y fría (4°C), bajo una presión aplastante y en total oscuridad. Definitivamente un lugar poco acogedor pero que alberga una inmensa biodiversidad que aún desconocemos.
¿Pero qué tiene que ver con usted un ambiente a cientos de metros bajo la superficie? La ciencia ha demostrado que el mar profundo es sin lugar a dudas un bien mayor para el beneficio de toda la humanidad. Este es el gran aprovisionador de los mares a través del reciclaje de nutrientes, donde los organismos del mar profundo se alimentan de nieve marina (caída de partes diminutas de organismos y materia fecal), y reciclan estos nutrientes que luego son devueltos por corrientes hacia aguas superficiales. Muchas especies que forman parte de nuestra dieta como atunes, dorados y picudos (peces marlín, vela y espada) también se alimentan en estas profundidades. El mar profundo es conocido como el radiador del planeta, y nuestro planeta sería mucho más cálido si el océano no absorbiera el calor del sol. En este radiador planetario, los rayos del sol calientan la superficie del mar, las corrientes llevan esas aguas cálidas hacia el frío y oscuro mar profundo donde el calor se disipa. Por si fuera poco, el mar profundo alberga secretos químicos y moleculares que la ciencia está explorando para curarel cáncer, la inflamación y los dolores de nervio.
El mar profundo incluso tiene un papel esencial para enfrentar la pandemia de la COVID-19. Según la Organización Mundial de la Salud, para combatir la pandemia necesitamos hacer “pruebas, pruebas y pruebas”… pues resulta que la prueba más confiable para la detección del virus SARS-CoV-2 usa una reacción de PCR, que utiliza enzimas descubiertas por primera vez en bacterias del mar profundo y aguas termales. ¿Vio que si tiene que ver con usted?
A pesar de su gran importancia, el mar profundo es desconocido por la gran mayoría de personas, tanto así que se le conoce como la última frontera del conocimiento humano. Conocemos más sobre el espacio que sobre las profundidades del océano, lo cual supone un reto para el manejo sostenible de los recursos que yacen ahí. ¿Cómo proteger lo que no se conoce? Quizás ya haya escuchado la frase “solo se protege lo que se ama y solo se ama lo que se conoce” y es justo por esta razón que la Sociedad de Biología del Mar Profundo (DSBS), el grupo de mayor reconocimiento mundial en este tema, organizó recientemente una conferencia virtual donde reunió a más de 350 personas que expusieron más de 150 investigaciones nuevas sobre la biología, ecología y manejo de ambientes profundos.
Latinoamérica y Costa Rica se hicieron notar con el conversatorio “Latinoamérica profunda: Retos y oportunidades para la investigación del mar profundo en la región” organizado por el colectivo Pelagos. En esta charla abierta, la doctora Elva Escobar (Universidad Nacional Autónoma de México) apuntó que en nuestra región la burocracia retrasa la importación de tecnología, así como la importación y exportación de muestras. Así mismo, el doctor Jorge Cortés (Universidad de Costa Rica) hizo un llamado para que la nueva investigación realizada en nuestras aguas profundas incluya profesionales de la región, ya que Latinoamérica tiene mucha calidad científica.
En la conferencia participaron 10 costarricenses, 5 siendo co-investigadores en estudios presentados en la conferencia. La investigación hecha en nuestro país reportó 3 especies de mejillones nuevas para la ciencia, 13 especies conocidas de crustáceos que fueron reportadas por primera vez en el país, y una lista de 147 especies de crustáceos y 75 de corales que han sido observadas en el mar profundo tico.
A pesar de la vital importancia del mar profundo, y todo lo que aún hay por descubrir, en años recientes ha incrementado la presión por explotar recursos pesqueros, minerales (metales raros) y energéticos (gas natural y petróleo) cada vez más profundo, resultado del agotamiento de los recursos en tierra y en aguas costeras. Una población mundial en crecimiento que demanda recursos junto a los avances tecnológicos que disminuyen costos operativos, nos acercan al momento en el que tendremos decidir cómo gestionar el mar profundo. Cada vez, hay más compañías que presionan a gobiernos y organizaciones internacionales (como la Autoridad International de los Fondos Marinos) para comenzar la explotación del mar profundo. Sin embargo, estos ambientes son muy sensibles a las perturbaciones, como demuestra el experimento DISCOL, donde zonas expuestas a extracción de minerales no se han recuperado 26 años después de la perturbación. Además, no se conocen en detalle los posibles efectos que pueda tener la explotación ni cómo mitigarlos. Esto ha preocupado a la comunidad científica de todo el mundo, que en respuesta creó el proyecto DOSI que reúne profesionales en ciencia, tecnología, derecho, economía y política para darle un manejo responsable al mar profundo. La doctora Lisa Levin (Scripps, EUA) señaló que durante la próxima década se van a tomar decisiones fundamentales sobre el futuro del mar profundo, e instó a que todas aquellas personas interesadas en su manejo adecuado incidan políticamente a todo nivel para favorecer el uso responsable de nuestros océanos.
En materia de ambiente y recursos marinos, Costa Rica se posiciona como un líder en investigación y procesos diplomáticos. Nuestro modelo económico nos hace voltear la mirada hacia nuestro recurso más valioso y extenso: el océano. Aprovechar este recurso de manera sostenible es clave para el desarrollo del país y la región.
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