En respuesta al artículo del Dr. Allan Astorga, como coordinadora de la Comisión de Hidrocarburos del Colegio de Geólogos me veo en la necesidad de aclarar  algunos aspectos:

Si bien es cierto el señor Astorga fue parte de la planilla de RECOPE, de los 15 años laborados para la empresa, menos de la mitad lo hizo en proyectos de exploración, la otra parte del tiempo estuvo fuera del país formándose como “especialista en geología sedimentaria, especialidad geológica vinculada con la geología petrolera”. Vale mencionar que la geología sedimentaria es solo una de las más de 10 especialidades de la geología petrolera, por lo tanto, para emitir criterios en este campo no es suficiente ser especialista en Geología Sedimentaria.

En lo único que coincido con el señor Astorga es que Costa Rica comprobó que tiene potencial de petróleo y gas natural, pero no avanzó a las siguientes fases debido a las 4 moratorias decretadas sucesivamente sobre la prohibición de desarrollar la exploración.

Señor Astorga, todo especialista en geología del petróleo y gas natural sabe que la actividad exploratoria tiene varias etapas y no es posible emitir criterios sobre las que no han sido superadas. Por su afirmaciones, es evidente que desconoce los avances tecnológicos y científicos que la industria ha tenido y que permiten llevar a cabo campos productivos de petróleo y gas natural, que hace unos años eran considerados únicamente como potenciales.

La Ley de Hidrocarburos vigente desde el año 1944 posibilita la celebración de un abanico de contratos, siendo el de concesión, al que hace referencia Astorga, únicamente uno de ellos. El 15% es un mínimo que el país recibe como  regalía, pero la ley establece otros pagos fiscales y cánones que no menciona (o desconoce) el señor Astorga. Los contratos de concesión en la industria de los hidrocarburos están superados, se usa ahora el contrato de asociación, con riesgo propio para el inversionista en la etapa de exploración, y en el cual el Estado entra como socio a partir de la etapa de producción.

Probablemente el señor Astorga desconoce que el 63% de la energía del país proviene de los derivados del petróleo, únicamente un 21% es electricidad mayoritariamente renovable (no toda) y el restante 16% lo constituye la  biomasa.

Se generarían una cantidad significativa de empleos, ya que la industria incluye producción, procesado, comercialización y transporte, que requieren una amplia gama de especialidades y técnicos. Asimismo, el rápido y continuo desarrollo y avance de la tecnología requiere un contacto permanente con especialistas del exterior, aporte que sería de gran ayuda y beneficio para el país. La actividad contribuiría en gran medida al desarrollo socioeconómico del país y a la superación de la crisis que se agravó con la pandemia.

Lo provocado por la pandemia de COVID-19 demuestra también lo frágil y riesgosa que es la industria del turismo. La recuperación será lenta, por esta razón el país debe abrirse a nuevas actividades que aporten recursos financieros y fuentes de trabajo. Además, los turistas  no se ven afectados por la actividad de exploración, ya que a ellos los atraen los precios accesibles, la comodidad, los parques naturales, las playas y las zonas turísticas de montaña, que nada tienen que ver con las zonas exploratorias.

Si Costa Rica abandona el petróleo y sus derivados bajo una “de carbonización”, ¿cómo llegarán los turistas a nuestro país? ¿Cómo se desplazarán dentro de nuestras fronteras?

El cambio a los recursos energéticos renovables es lento y tomará mucho más tiempo de lo proyectado antes del coronavirus, por lo que el petróleo y el gas natural, seguirán siendo indispensables. Una exploración responsable representa un sinnúmero de beneficios para el fisco, la sociedad y el país en general.

La derogación de la ley de hidrocarburos expone al país a un vacío legal que lo dejaría indefenso en ésta materia, tomando en cuenta entre otros aspectos que hay fuertes posibilidades de contar con yacimientos trasfronterizos.

El caso Crucitas debido a la prohibición de la explotación de oro a cielo abierto, ya debería ser una lección aprendida que no debe repetirse en la exploración de petróleo y gas natural.  Es imprescindible diversificarnos.

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