El pasado 11 de julio, el Gobierno decretó una nueva serie de medidas de contención para tratar de detener el avance exponencial del nuevo coronavirus.  Se le ha denominado a esto una fase de “martillo”, en referencia a la estrategia de combate al virus con un coste razonable para la economía y la sociedad, planteada por el escritor Tomás Pueyo en su artículo Coronavirus: The Hammer and the Dance [1].

Sin embargo, si tomamos dicho artículo como base, encontramos importantes discrepancias entre las acciones que el Gobierno ha implementado y la estrategia del “martillo y la danza”, las cuales podrían explicar el predicamento en el que estamos y, además, podrían tener peores repercusiones en el futuro próximo.

En su artículo, Pueyo indica que los gobiernos deben actuar cuanto antes para suprimir el avance del virus lo antes posible y disminuir así la duración de las etapas de “martillo”.  Ya aquí vamos encontrando inconsistencias entre la acción del Gobierno y las ideas planteadas por Pueyo.

El Martillo (de hule)

En la semana anterior a Semana Santa, la cantidad de casos nuevos de COVID-19 promediaba 22 casos al día.  En ese momento, la tasa R (tasa de reproducción del virus) era cercana a 2 [2][3].  Ante el aumento de los casos y la perspectiva de un aumento explosivo por la concentración de personas en hoteles y otros centros vacacionales durante los días feriados, las autoridades implantaron medidas restrictivas de la movilidad y el cierre de hoteles y otros comercios desde el sábalo 4 al domingo 12 de abril.  Podríamos decir que fue un “martillazo” de 9 días, aunque en ese momento no se utilizó este término.  Este golpe trajo los efectos esperados de reducción de casos en un plazo aproximado de 2 semanas, alrededor del 25 de abril, cuando se registró la tasa R más baja al momento (0.4, ver Figura 1) y la cantidad de casos cayó a 6 diarios en promedio [2] [3].

FIGURA 1. CANTIDAD DE CASOS AL DÍA Y TASA R EN EL PERIODO CERCANO A SEMANA SANTA.

No obstante, luego el Ministerio de Salud comenzó con el levantamiento de medidas, y el número de casos comenzó a aumentar de nuevo (algo esperable).  El problema es que alrededor de mes y medio después, en la semana del 7 de junio, la cantidad de casos al día ya era de casi 40, con una tasa R de nuevo cerca muy cercana a 2 (ver Figura 2) [3]. Sin embargo, aunque las circunstancias eran iguales o peores, esta vez no se implementaron las medidas de contención, si no que más bien, se siguió con la fase II de los planes de reapertura anunciadas días antes [1] [2]. 

No fue sino hasta el viernes 19 de junio que el gobierno decretó nuevas medidas de restricción vehicular y la suspensión de la final del campeonato nacional, por el temor a concentraciones masivas dado que la celebración del Día de Padre coincidía con el clásico Saprissa - La Liga.  Pero esta restricción fue solo por el fin de semana. Una semana después, el 27 de junio, se amplió la restricción vehicular nocturna en varias horas, pero nada similar a lo implementado en Semana Santa.  Para este momento ya el daño estaba hecho: en ese periodo del 7 al 27 de junio se pasó de un promedio de 40 casos al día a 127, un aumento de 3 veces en solo 20 días (ver Figura 2).  Durante ese periodo solo se aplicaron medidas de corta duración y limitado alcance en medio de la fase II de apertura, una mezcolanza difícil de entender, una especie de “martillo de hule”, de esos que se usan para pegar cerámica.  Estos martillazos tímidos no tuvieron impacto en la tendencia al alza del número de casos, el cual continuó creciendo ininterrumpidamente hasta la fecha en que escribo esta nota (14 de julio).

FIGURA 2. CRECIMIENTO EN EL NÚMERO DE CASOS DESDE MEDIADOS DE MAYO A FINALES DE JUNIO.

Con esos números, ya era claramente apreciable un crecimiento exponencial a finales de junio (ver Figura 3), sin embargo, las autoridades todavía usaban este término vagamente, dejando espacio a la duda [4].  Aún el 8 de julio, cuando el promedio de casos era ya superior a 300, y la tasa R se ubicaba de nuevo cercana a 2, no se habían anunciado nuevas medidas de contención.  Estas se anunciaron hasta el 10 de julio para empezar a aplicarse al día siguiente.  De nuevo, se le dio tiempo al virus de crecer de 127 casos en promedio (27 de junio) hasta 390 el 10 de julio (de nuevo, un factor de 3, pero esta vez en solo 13 días).  Este tipo de retraso en la adopción de medidas determinantes es, precisamente, en lo que el autor del “martillo y la danza” enfatiza que los gobiernos deben evitar: “(…) Every day, every hour we waited to take measures, this exponential threat continued spreading. We saw how a single day could reduce the total cases by 40% (…)” [1].

FIGURA 3. CRECIMIENTO EXPONENCIAL APRECIABLE ENTRE MAYO Y JUNIO.

Finalmente, las acciones implementadas esta semana (12 de julio), aunque bien encaminadas, también parecen insuficientes, es decir, podemos estar ante otra instancia del “martillo de hule”.  Expertos como el Dr. Ronald Evans, epidemiólogo, han externado que 9 días de restricciones pueden no ser suficientes para lograr la supresión necesaria del virus [4].  Extrapolando optimistamente a partir del efecto registrado durante el “apagón” de Semana Santa [3], podríamos ver una reducción del alrededor de 50% de los casos diarios en un plazo de 10 días a partir del inicio del confinamiento, es decir, por ahí del lunes 20 de julio.  Sin embargo, esto significa que aún estaríamos en un rango de 120 a 250 casos al día, lo cual queda en el extremo superior de la capacidad tienen las autoridades de salud para el seguimiento de contactos y notificación de órdenes sanitarias.  Otro científico destacado, el Dr. Luis Rosero Bixby, demógrafo, considera que el límite de casos manejable con nuestra capacidad instalada de pruebas y rastreo es de 160 al día [4].

La danza (de las sillas)

Sobre la fase de “danza”, Tomás Pueyo escribe: “It all turns around the R. (…) During the Hammer, the goal is to get R as close to zero, as fast as possible, to quench the epidemic. (…) But once you move into the Dance, you don’t need to do that anymore. You just need your R to stay below 1” [1].  Es decir, el principal indicador para determinar si se continúa o no con medidas de aperturadebe ser la tasa R, vigilando que ésta siempre permanezca por debajo de 1, lo que previene un crecimiento exponencial.

Sin embargo, en nuestro país este no ha sido el caso, al menos no desde el 28 de mayo anterior, última vez en que la tasa R estuvo en 1.  Si fuera cierto que el Gobierno se está guiando por la estrategia del martillo y la danza, las autoridades debieron reestablecer las medidas de restricción, o al menos no continuar con el plan de apertura, desde finales de mayo, cuando la tasa R ya era superior a 1 y seguía en claro ascenso.

Por el contrario, la “danza” implementada por las autoridades se ha parecido más al tradicional juego de las sillas, común en fiestas, en el cual un grupo de personas baila alrededor de un grupo de butacas hasta que la música se detiene sorpresivamente y todos rivalizan por un campo para sentarse. Ya van tres veces en que el Ministerio de Salud “para la música” sin previo aviso, causando un gran impacto en el sector comercial y turístico, a saber:

  • El anuncio de la restricción total en Semana Santa se hizo solo 3 días antes de que ésta entrara a regir.
  • Para el Día del Padre, el anuncio se hizo el viernes inmediato anterior, lo que generó un impacto muy importante en el sector de restaurantes [7].  Además, este impacto se vio maximizado porque, solo un día antes, Casa Presidencial había informado que las restricciones se levantarían ese mismo fin de semana [8].
  • El pasado 10 de julio, las medias de nuevo no solo se publicaron apenas un día antes de entrar en vigor, sino que además se hizo de manera confusa, lo que causó impactos innecesarios en el sector turístico [7].

De todo esto se han quejado principalmente los empresarios, ya que la aplicación sorpresiva de medidas restrictivas les ha acarreado pérdidas sustanciales [6].  Esta incertidumbre no va bien con los negocios, ya que estos requieren planificar a futuro y las acciones repentinas del Gobierno han causado incertidumbre y desinformación. Por ejemplo, el fin de semana del 10 de julio la noticia impulsó a cientos de personas a cancelar reservaciones para viajes que, eventualmente, pudieron haberse realizado sin problemas [7] [8].

La crítica constructiva

Finalmente, en la conferencia de prensa del lunes 13 de julio, el ministro Daniel Salas mencionó que debemos orientar la crítica a la construcción.  Con esto en mente, propongo algunas acciones que podrían ayudar en el manejo de la crisis en el futuro inmediato (y a mediano plazo, ya que lamentablemente parece que la pandemia no terminará pronto):

  1. El Gobierno debe DEFINIR, PUBLICAR y RESPETAR una serie de criterios a emplear para establecer periodos de “martillo”.  Por ejemplo: “Si la tasa R sobrepasa el umbral de 1.5 y el número de casos diarios sobrepasa los 150, en tres días se activará el martillo por 2 semanas completas”.  Por supuesto, los parámetros involucrados deben hacerse públicos diariamente, de manera que los empresarios y la población general puedan hacerse una idea clara de dónde estamos y de lo que viene.  Es algo así como publicar el pronóstico del tiempo: si este fin de semana es posible que llueva, la gente tomará decisiones mejor informadas, como llevar el paraguas a todo lado, o planear el viaje a la playa para otro momento.
  2. El periodo de “martillo” debe extenderse por un mínimo de 2 o 3 semanas, de forma que sea apreciable la reducción de casos y se pueda calcular correctamente que la tasa R ha disminuido por debajo de 1. Aunque los periodos de restricción sean más largos y duros de soportar, esto garantizaría que no sean muy frecuentes o que haya que recurrir a ellos sorpresivamente, reduciendo así la incertidumbre.
  3. Ayudaría a entender la gravedad de la situación que se publique, diariamente, la cantidad de recursos disponibles (capacidad de pruebas, camas de atención intermedia, camas de UCI), y el porcentaje de esos recursos que ya está siendo utilizado.  Estos valores pueden ser parte de los criterios usados en el punto #1 para decidir el uso del “martillo”, y de la misma forma deben ser manejados transparentemente por todos los actores sociales, de manera que esto no tome a nadie por sorpresa.
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