Un equipo conformado por 4 científicos de la Facultad de Microbiología y del Instituto de Investigaciones Farmacéuticas de la Universidad de Costa Rica (UCR) realiza investigaciones con el fin de obtener fundamentos sólidos que precedan la creación de una prueba que complemente el diagnóstico por COVID-19 que se utiliza actualmente.

La idea es que a partir de la aplicación de estas pruebas se logre identificar personas que fueron contagiadas por el virus SARS-CoV-2 y que a su vez se recuperaron sin haber antes presentado algún síntoma como indicio del contagio.

Esta prueba corresponde a una de naturaleza serológica, es decir, de sangre, en la que en un período aproximado de dos a tres horas sería posible identificar a personas que se contagiaron por el virus pero que su vez fueron casos asintomáticos.

La prueba que se pretende crear en la Universidad de Costa Rica (UCR) no reemplaza los test que se aplican actualmente en el país que se conoce como PCR por sus siglas en inglés o reacción en cadena de la polimerasa, sino, ser una prueba aliada en la detección del virus, sobre todo en lo que respecta a casos asintomáticos.

LA PCR que se utiliza al día de hoy en el país tiene la desventaja de que el virus es detectado en un período determinado y específico de tiempo (mientras la persona está enferma) por lo que no puede ser detectado en personas que se recuperaron, ya que es muy probable que el sistema inmunológico ya haya eliminado el microorganismo.

Según el doctor German Madrigal Redondo, director del Inifar-UCR: “La PCR es un método que detecta la información genética cuando el virus está activo en la persona. Por lo general, esta prueba solo se aplica a pacientes sospechosos con un evidente cuadro de síntomas. Esto último quiere decir que los asintomáticos (personas sin síntomas) podrían no estar siendo contemplados”.

Ahora bien, en cuantos a los beneficios que traería esta iniciativa para el país, se encuentra por ejemplo la posibilidad de que el Ministerio de Salud tenga acceso a datos relevantes a fin de una mejor toma de decisiones a nivel de medidas de restricción y, asimismo, la identificación de individuos que probablemente sean inmunes.

El punto de partida de los científicos (tomando en cuenta que todavía es poco lo que se conoce de este coronavirus) es que una vez que el ser humano se contagia el sistema inmunológico tiene la capacidad de reaccionar frente al microorganismo para defenderse; de esta manera se producen los anticuerpos.

En microbiología los primeros anticuerpos que genera nuestro organismo para enfrentarse al virus se conocen como IgM, los cuales corresponden a las defensas que inicialmente se confrontan con el virus; estos nacen entre los cinco y siete días después que inician los síntomas en el organismo.

Después de estos primeros, en el organismo se generan los IgG, anticuerpos de gran importancia para nuestro organismo, así como los IgM. La diferencia entre unos y otros es que los IgG son defensas que duran para toda la vida en el cuerpo del ser humano. El objetivo de los científicos es hallar en la sangre los anticuerpos, tanto IgM como IgG que se generan en el organismo para luchar en contra del coronavirus.

Primordialmente se pretende utilizar la prueba como un medio para saber quiénes se recuperaron de esta enfermedad sin tener conocimiento de esto y a la vez registrar si se presentan los anticuerpos IgG que se localizan entre los diez y catorce días después del contagio, una vez que incluso ya el organismo se deshace del virus.

A partir de esto último, se logrará llegar a un conocimiento más profundo relacionado con la propagación de la enfermedad, esto en términos de tiempo, de lugar y de personas. “Será información muy valiosa para el Ministerio de Salud. Por ejemplo, el saber cuántas personas experimentaron la enfermedad, sin darse cuenta y generaron anticuerpos, podría ayudar a flexibilizar medidas de restricción, porque el peligro de volver a contraer la enfermedad disminuye”, explica Madrigal Redondo.

La Dra. Eugenia Corrales Aguilar, quien forma parte del equipo, detalla: “Para las pruebas serológicas se necesita estandarizar las técnicas de producción de antígeno, las variables metodológicas, la sensibilidad, la especificidad y sus valores predictivos. Además, se debe valorar su robustez y qué tan buenas serán en su uso. Aún no se pretende que la prueba sea utilizada en el ambiente clínico de diagnóstico hospitalario. Por eso, se espera que se use como una herramienta accesoria en la investigación y, si brinda buenos resultados, ya se pensará en el siguiente paso”.

Con respecto a los estudios, el Dr. Ismael Segura Ulate comenta que los mismos se encuentran en una etapa prematura y que además el objetivo es que también sirvan para materializar las pruebas en el ámbito clínico. “Aún no sabemos cuánto tiempo durará la emergencia. Por eso, vale la pena invertir en medidas que nos ayuden a ir volviendo a la normalidad. Es dinero bien invertido cuando se alcanzan soluciones. Si la prueba, por alguna situación particular no se logra concretar, ese potencial de investigación se va a mantener. No es algo que se vaya a perder, se resguardará y se le podrá sacar provecho en el futuro cuando se tengan las condiciones”.

El desarrollo de las pruebas va a depender exclusivamente de los resultados que se obtengan a partir de la investigación, lo que podría llevar unos siete meses. El aporte que más se destaca de estas pruebas serológicas es que son de bajo costo y pueden eventualmente llegar a aplicarse de manera masiva.