Entender nuestra historia y nuestro presente cambiante como destino, para proyectar el futuro y superar la crisis, es la clave para que el ecoturismo vuelva a florecer en el país. La respuesta público-privada, sumado al liderazgo que ejerzamos como individuos, empresas y destino, nos dará ventaja para aplanar la otra pandemía, la crisis económica en el sector turismo ligada al COVID-19.

La década de los 70 sentó las bases del ecoturismo como lo conocemos actual, aunque los origines incipientes de la actividad turística en el país se remontan desde finales del siglo XIX. Los 70 y 80 fueron la cuna del turismo basado en la naturaleza, la observación de aves, la consolidación áreas protegidas y creación de órganos científicos que generaron el caldo de cultivo para lo que hoy conocemos como ecoturismo y que involucra la mayoría de las actividades que realizan los viajeros en nuestro país.

En 1970 nuestro país recibió 154.867 turistas, que para finales de los noventas las cifras se dispararon a más del millón de visitantes atraídos por las exitosas campañas como lo fue ¨Costa Rica Sin Ingredientes Artificiales¨, apoyado además de otros hechos históricos que pusieron a Costa Rica en el mapa, como el Nobel de la Paz otorgado a Oscar Arias, la participación de la Selección Nacional en la Copa Mundial Fútbol Italia 90 y el eco internacional de figuras como el astronauta Franking Chang; que fueron reforzados con un mejoramiento de la conectividad aérea y la creación de políticas públicas dirigidas a incentivar la inversión privada. En 2018 y 2019 el país superó los 3 millones de visitantes, casi el 80% por vía aérea, siendo hoy la industria turística el sector más dinámico en la economía nacional, creciendo de forma sostenida cada año, generando más de 200 mil empleos directos y unos 350 mil indirectos, con casi el 9% del empleo país, aportando un 8% del PIB, con un parque empresarial de más de 6000 negocios de hospedaje, alimentos y bebidas, actividades temáticas, transporte, entre otras actividades complementarias, en el que más del 80% son pymes. El ecoturismo representa el 65% de los viajes realizados al país cada año, según datos oficiales del Instituto Costarricense de Turismo (ICT).

El desarrollo y consolidación del ecoturismo creció rápidamente en Costa Rica y otros países como Ecuador, Kenia y Belice; y en términos comerciales la palabra ecoturismo y los destinos que lo acuñaron en la práctica tuvieron un éxito absoluto, lo que implicó definirlo claramente.

La Organización Mundial del Turismo (OMT) en los 90 estableció los criterios esenciales del mismo hasta evolucionar en un concepto global de ecoturismo-sostenible (2014) como la única forma correcta para hacer turismo: ¨el turismo que tiene plenamente en cuenta las repercusiones actuales y futuras, económicas, sociales y medioambientales para satisfacer las necesidades de los visitantes, de la industria, del entorno y de las comunidades anfitrionas¨, es decir, sin importar el nicho o segmento todo el turismo debe ser sostenible. La Global Ecotourism Network (GEN), otro ente que tiene peso a nivel internacional define al ecoturismo como: ¨un viaje responsable a áreas naturales, que conserva el medio ambiente, contribuye al bienestar de la población local y crea conocimiento y comprensión a través de la interpretación y la educación de todos los involucrados (visitantes, personal y los visitados)¨. En palabras sencillas las concepciones de ecoturismo y turismo sostenible son homogéneas, y su integridad se fundamenta en valores eco y socio-céntricos así como ética, crea una conciencia ecológica y social y no involucra el consumo en relación a la naturaleza, más sí su contemplación.

Actualmente, Costa Rica es quizá el país más famoso por su modelo de desarrollo de ecoturismo-sostenible, líderado por políticas públicas de la mano con esfuerzos privados, planes concretos que nos dirigen a promover el destino hacia los mejores prospectos, innovación en el uso del patrimonio turístico, diferenciación y el posicionamiento del destino en los mercados de interés, contando con uno de los gastos diarios por turista ($120) y estadía (12 noches) promedio, más altos del mundo. Hoy tocamos la cúspide de los destinos maduros y saboreamos las mieles de la bonanza impactando positivamente en la conservación y calidad de vida de miles de costarricense. Pero ese modelo ha sido replicado en casi todo el mundo y en casi cualquier destino es posible realizar actividades de ecoturismo, aunque sigamos siendo el destino clasico del segmento. Existen esfuerzos que han ampliado el espectro como certificaciones de sostenibilidad, banderas azules, programas locales, y más reciente el índice de Progreso Social ligado al turismo, contribuyendo al desarrollo y reducción de la pobreza en zonas rurales principalmente, más hemos alcanzado ya la madurez como destino ecológico, lo que implica relanzarnos y reinventarnos basados en nuestra esencia, nuevas oportunidades y necesidades, hilar más delgado en mercadeo y segmentación de nichos.

El país  más ecoturístico del mundo y con una economía fuerte en la materia, no solo se enfrenta a la necesidad de mantenerse como destino fresco y vigente, pues lidiamos también con catástrofes y situaciones que dilatan un mundo cada vez más conectado, muchas veces inesperadas o ignoradas, como la coyuntura que vive el planeta con motivo de la pandemia por COVID-19 que hoy tiene de rodillas a todas las economías de cualquier latitud, paralizando las principales actividades de interacción económica y social, entre ellas el turismo. Los países están enfrentando restricciones de viajes a casi cualquier rincón del planeta para reducir la forma en que el virus se propaga como medida paliativa, mientras se encuentra una cura, eso según la OMT está desencadenando una reducción de un 20 al 30% la llegada de turismo internacional con relación a 2019 en el globo. Ya Costa Rica siente el golpe y aunque las autoridades se han concentrado en detener la pandemia cerrando fronteras, limitando el traslado y cierre de sitios y espacios públicos como las áreas silvestres protegidas, ya se reportan casi 200 mil personas en paro de labores o desempleadas en servicios turísticos.

El panorama más alentador propone que a partir del mes de agosto se inicie poco a poco a reducir las restricciones, lo que incentivará paulatinamente el viaje de los más intrépidos y aquellos que por otros motivos más allá del ocio (como negocios, familia) deban tomar  un avión; aunque probablemente esa leve recuperación la notemos hasta el próximo año a partir de enero-marzo nuestros meses de pico más alto de ocupación. El panorama sigue siendo gris para el sector, ya que en un escenario conservador podría haber una reducción de más de 500 mil visitantes o cercana al millón menos, con relación al 2019. A lo mejor y más realistas hasta para el 2022 o el 2023 tendremos una recuperación de las cifras según el crecimiento que el destino ha tenido en los últimos 10 años, superior al 4% anual.

La salud pública es esencial en este momento y literalmente toda actividad ligada al turismo y la interacción social están en letargo, mientras se evita la propagación, la economía y sobre todo las empresas más pequeñas, están sintiendo cómo la escasez de recursos se hace más grande. La reducción de impuestos y cargas sociales, congelamiento de créditos y deuda, así como modificación de leyes y reglamentos por el sector público, aplaudibles y necesarias, están sosteniendo apenas el 20% del sector, más cuando logremos superar la pandemia, muchas empresas habrán muerto por completo y/o deberán empezar de cero.

Mientras contenemos la pandemia y sobrevivimos como personas siguiendo las recomendaciones y protocolos establecidos, debemos idear el cómo oxigenar nuestras empresas, para levantarnos cuando pase esto y desde ya dirigir nuestros esfuerzos a que nuestro turismo vuelva a florecer y que nuestros negocios y la cadena de valor se echen a andar nuevamente; la primer abatida de COVID-19 a nivel económico la sintió el turismo y así será el primer sector en mostrar signos de recuperación cuando esto pase, el ser humano es viajero por naturaleza y cultura, es trashumante, por ende volveremos a viajar pero con cambios y nuevas tendencias, algunas ya encaminadas y otras nuevas generadas por esta pandemia y posibles futuras, que incidirán en el escenario turístico global y en el ecoturismo de nuestro país, nuestra principal carta de presentación.

Cuando superemos la etapa de miedo cúspide en este momento, entraremos en un ciclo de entendimiento y acción ya encaminados y por ende el comportamiento racional dará el banderazo a abrir fronteras. La ilusión de viajar se recuperará, aunque una tercera parte cancelará sus viajes el resto lo reorganizará, debiendo agregar al plan la premisa de que como señala la sabiduría popular: la mitad de la belleza depende del paisaje y la otra mitad de quien la mira, cuando volvamos a viajar la mirada al paisaje habrá evolucionado por ende nuestra reacción y acciones, la perspectiva de destino habrá cambiado para el consumidor. El seguimiento que demos a las cancelaciones o viajes re programados serán clave para que se ejecuten en los próximos meses y la respuesta público-privada codo a codo esencial.

La limpieza siempre presente en la ecuación, tomará un rol clave y la forma en que se comunique al cliente y se evidencie ese proceso será trascendental para confort y seguridad. Veremos incremento en las listas de chequeo de mayoristas y de las propias empresas en la renovación de contratos con proveedores de hospedaje, transporte y actividades. El alcohol en gel serán parte de las amenities y veremos con más frecuencia limpieza de superficies y zonas comunes en los hospedajes y actividades, desde la más sencilla hasta la más lujosa. Los vuelos posiblemente flexibilicen sus políticas de líquidos como gel de manos y las máscaras de protección se volverán más comunes en los aviones y espacios públicos. La calidad del aire de las aeronaves y el tipo de filtros serán tema que consideraremos, lo mismo que el seguro de cancelación de vuelo y de viajero se incorporará en todo plan de viaje. La gente no viajará si tiene resfríos o gripes estacionales (los prepagos y políticas de cancelación se flexibilizarán).

Los destinos más maduros y fuertes, quizá desarrollen pólizas regionales o país para proteger y ofrecer mayor seguridad a quienes se monten nuevamente en un avión. El ICT y otros entes clave, deberán afianzar el trabajo con aerolíneas para que vuelvan a rehabilitar las rutas a nuestro país, los destinos que manejen mejor la pandemia y se levante primero, también serán reconocidos y en eso Costa Rica podría tomar la batuta a nivel latinoamericano, resaltando lo robusto de nuestro sistema de salud pública y el manejo de la crisis por las autoridades.

El tiempo en los aeropuertos aumentará, los controles de salud más estrictos, lo que podría implicar tomas de temperatura, muestreos de saliva y chequeos médicos aleatorios en los protocolos sobre todo de vuelos entre diferentes naciones, también posiblemente haya que demostrar con mayor frecuencia vacunas e inmunización, pero nos sentiremos más seguros.

Muchos viajeros se enfocarán en hospedajes más pequeños, y destinos menos abarrotados y quizá elijan periodos de estacionalidad baja. Los protocolos de seguridad del hotel o el albergue harán al pasajero sentirse más seguro en la propiedad que se limpia cada día o más de una vez, que en los sistemas de rentals u hospedaje compartido, esto podría dar ventaja a los hospedajes registrados y al número de noches en cada establecimiento. De igual forma la tendencia señala que se buscarán experiencias privadas y de grupos pequeños, reduciendo la interacción con muchas personas en cada tour.

El distanciamiento social también repercutirá en los servicios de Alimentos y Bebidas cuando vuelva el turismo, posiblemente volvamos en muchos sitios tradicionales de buffet o autoservicios a llevar el servicio a la mesa o a utilizar un menú o cartilla, el viajero no se sentirá confortable tocando una pinza para servirse que fue tocada por muchas personas antes, la distribución de las mesas y sillas del bar tendrán cambios también por un importante periodo de tiempo o se establecerán como el nuevo normal, muchos viajeros optarán también por servicio a la habitación y la comida local y saludable.

La tecnología es y seguirá siendo clave, esta crisis nos aceleró unos 20 años en temas digitales, la forma en qué nos comunicamos con nuestros clientes y hacemos mercadeo hoy más debe ser digital y enfocarse en mercados meta cada vez más específicos y complejos. Sistemas de reservas más ágiles, respuesta inmediata y video conferencia en la pre planificación del viaje y toda la información disponible serán esenciales, videos, historias blogs, toman fuerza y ya lo vemos con el desarrollo de tours virtuales en vivo en redes sociales y otras herramientas digitales para mantener interés; la inversión del ICT en mercados debe mantenerse y no tocarse, más que nunca hay que fortalecer el destino en países clave para que cuando esto pase estemos en el top of mind de nuestros principales prospectos. Humanicemos las experiencias y el mensaje, los viajeros darán hincapié a destinos sostenibles y donde su dólar tenga mayor beneficio local, es cierta forma estarán salvando la economía y al mundo; y eso en materia de ecoturismo es indispensable.

Antes de surcar los cielos, no podemos descuidar el turismo doméstico, que será el primero en re activarse, destinos locales y cercanos en carro en el caso de Costa Rica, donde podamos sentirnos seguros ante un panorama cambiante a diario, los destinos rurales y de sitios naturales tendrán que enfocar en una primera etapa sus ojos en esos viajeros y los hospedajes igual, con beneficios de valor agregado especialmente y/o descuentos para que el nacional gaste sus monedas en las diferentes zonas turísticas del país.

En el periodo de cuarentena y aislamiento que posiblemente se extienda por varios meses más, los viajeros valoramos cada vez más la experiencia y el deseo de salir, asimismo para bien la coyuntura ha traído de forma más seria la mesa temas de medio ambiente y conservación, vinculados a nuestra huella ecológica, lo que ya era tendencia antes de la crisis y lo vendrá a reforzar levantando búsquedas e interés en destinos sostenibles, responsables, donde el dinero que invierto tiene un impacto en la conservación y el desarrollo social en el paisaje natural y rural y en ese podemos tomar la batuta también, debemos cambiar la forma en que contamos la historia y redirigirla con lupa a nichos clave.

Esta es la crisis más dura del siglo para el mundo y el sector, ya que involucra miedo y escasez de recursos, una combinación del 11 de setiembre y la recesión del 2008, pero en tiempo de caos es cuando el liderazgo y las buenas ideas nacen y se forjan, no perdamos el liderazgo la imaginación y la creatividad, no es chiste, es necesario, pensar a largo plazo y entablar planes, transformarnos digitalmente, correr la milla extra, desarrollar una sana cultura financiera y ser más sostenibles. El mundo valorará eso y nuestros clientes también, de eso depende nuestro turismo.

Volveremos a viajar y tocar la cúspide, hoy que el camino está lleno de incertidumbre y retos, relancemos nuestro producto, adelantemos la tendencia, transformemos y preparemos al país para que ese viajero ansioso de que esto pase nos elija como primer destino en los próximos meses, brindándole la seguridad de que aquí estará mas seguro que nunca, en el país de la pura vida, la dulce cintura de las Américas y el pequeño gigante del ecoturismo.

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