Cierto que lo que pudo ser la gran solución en un momento, puede convertirse luego en el mayor de tus retos. Nuestra sociedad se ha transformado en una máquina generadora de basura, no solo porque cada vez somos más personas viviendo en el planeta, sino porque entre más avanzamos en reducir la pobreza, se generan más consumo y más residuos. Vemos la prosperidad solo desde lo material; entonces en la economía lineal, riqueza y bienestar son sinónimos de consumo.

El planeta es redondo, y así como el karma, todo lo que tiramos, dará la vuelta y regresará. La economía circular es entonces el nuevo paradigma, la solución lógica para sacarnos del problema que hemos desatado. La economía circular es regenerativa, como la naturaleza; todos los recursos deben reincorporarse al ciclo y eso nos exige repensar nuestros hábitos de consumo tradicionales, incorporando la posibilidad de que una prosperidad inmaterial es posible.

Un buen ejemplo del cambio de paradigmas es el éxito de la economía colaborativa: no necesito un auto, necesito moverme en la ciudad y por eso existe Uber; no necesito un hotel, necesito un buen lugar para dormir cuando viajo y por eso existe Airb&b. No necesito ser dueño de los bienes, sino tener acceso a ellos.

La economía circular nos conduce a la sostenibilidad, lo que significa, entre otras cosas, no comprometer los recursos económicos, sociales y ambientales del mañana en mis actividades de hoy. ¿Y cómo se hace? El primer paso es un llamado urgente a los productores, para repensar y rediseñar los bienes extrayendo de la naturaleza solamente lo necesario y considerando todo el ciclo de vida: ¿Qué pasará con ese producto y su empaque después de ser consumido? ¿Cómo garantizar que se convierta en nuevo recurso y no en desperdicio?

Con productos diseñados desde esta lógica se dispara un círculo virtuoso, que sigue con mayor eficiencia en el uso de recursos como agua y energía, mejor distribución y logística de entrega, productos que pueden reutilizarse varias veces, posibilidades de reparar los dañados, separación y recogida de residuos y reciclaje de materiales que podrán ser nuevamente materia prima para nuevos bienes. Todo empieza de nuevo.

Atacar y desmeritar a la industria del reciclaje, uno de los eslabones clave de la economía circular, evidencia total miopía y pensamiento simplista, cuando lo requerido para resolver problemas complejos son soluciones sistémicas y creativas. Este pensamiento particionado lejos de llevarnos a soluciones eficaces hace que caigamos en varios errores, por ejemplo, concentrarnos solo en el plástico cuando este representa solo una fracción del problema. ¿Qué pasa con la peligrosa contaminación por desechos electrónicos, aceites usados, productos médicos y biológicos desechados, químicos industriales, baterías, fibras textiles, residuos orgánicos, llantas, etc.? Cualquier esfuerzo informativo, legislativo, de política pública, impositivo o comercial dirigido a la creación de una verdadera cultura de reducir, reutilizar y reciclar debe incluir todos los residuos que generamos a diario.

Otro error común es creer que la educación es suficiente para cambiar los malos resultados en gestión de residuos. Si en Costa Rica llevamos muchos años de impartir educación ambiental, ¿por qué el 87% de los residuos terminan en un relleno sanitario? Conocemos cientos de historias de personas, familias o escuelas completas que bien educados y sensibilizados hacen la correcta separación y entrega de materiales valorizables. Y luego, el camión municipal lo recoge todo en el mismo cajón para llevarlo al botadero. Entonces, necesitamos educación, claro, pero además es urgente un sistema municipal competente que garantice trazabilidad, que respalde la instalación de los buenos hábitos en casa, en la fuente, donde se produce la mayor parte del consumo y los residuos.

¿Entonces, por qué sí al reciclaje? Daré solo 3 de una larga lista de razones.

  1. Lo más obvio es lo ambiental: la materia prima generada a partir del reciclaje reduce la extracción de recursos naturales como petróleo, celulosa, oro, bauxita, plata, o cobre. Por ejemplo, se ahorra 95% de energía produciendo una lata de aluminio reciclada versus una nueva; se gasta menos agua, se libera menos CO2 en el ambiente y se reduce la cantidad de materiales enviados a un relleno sanitario o botadero.

Si consideramos la ruta delineada en el Plan Nacional de Descarbonización del Gobierno de la República, incentivar la actividad del reciclaje se convierte en una inteligente palanca para que logremos las ambiciosas metas de divorciarnos del petróleo lo antes posible, reducir emisiones y cumplir los objetivos del Eje 7: Gestión integral de residuos sólidos.

  1. También es motor económico. El reciclaje entendido como una parte del sistema de gestión económica circular resulta un dinamizador de la economía pues crea empresas y emplea a poblaciones con cada vez menos oportunidades laborales. Los trabajos de acopio, clasificación, transporte y transformación de residuos en nueva materia prima, generan empleo directo y disparan muchos encadenamientos y empleos indirectos en las comunidades. Según expertos en la materia, por cada puesto de trabajo que se crea incinerando basura, se crean 36 empleos directos en la industria de reciclaje, sin contar encadenamientos; estos son los empleos verdes. (Cristiano Perin, Responsable de Innovación de la empresa Contarina SPA).

Las oportunidades no son exclusivas para la mano de obra no calificada, también hay espacio para la investigación, ciencia y conocimiento aplicados a desarrollo de nuevos materiales y usos, donde participa la academia.

Según el Bureau for International Recycling (BIR), aún con poco desarrollo, actualmente los materiales reciclados cubren el 40% de las necesidades globales de materias primas y la industria, con una facturación anual de más de 200 mil millones de dólares, cantidad similar a la del PIB de países como Portugal, Colombia y Malasia.

Es falso afirmar que no hay negocio en reciclar, pero como en cualquier industria debemos hacerlo bien.

En Costa Rica nunca se ha invertido promoción ni apoyo al reciclaje, no hay legislación al respecto, no hay incentivos para esta industria como sí los hay para otras, no hay política pública que promueva este tipo de inversión o encadenamientos productivos, y por el contrario, hoy día no hay restricción alguna a la importación de resina virgen que es más barata que la reciclada. Algunas empresas fracasaron en el pasado pues no encontraron un buen clima para el negocio, su tecnología no era la adecuada y no lograron el volumen suficiente de materiales; pero hay muchas otras empresas que contra viento y marea se mantienen y poco a poco están creciendo. Entonces podemos soñar ¿Qué pasaría si desarrollamos la industria adecuadamente, con recursos, tecnología, alianzas e inteligencia de negocios?

  1. Reciclaje como herramienta de educación: Decir que en casa yo reciclo es técnicamente incorrecto, pues la actividad de reciclaje es un proceso más complejo. Lo que todos los ciudadanos podemos hacer se llama separación. La separación no es solo el primer paso para el reciclaje, sino el más importante, y hace la diferencia para que el resto del proceso sea eficiente y rentable. Los materiales limpios, secos y separados en casa, entregados a una ruta de valorización correcta ahorran tiempo en limpieza y separación en otro lugar, ahorran agua, energía y evitan la pérdida del valor del producto por contaminación.

Cuando se realiza la separación ocurre algo poderoso: adquiero conciencia. Soy consciente de la cantidad de residuos que genero, el tipo de residuos, cuáles se reciclan, cuáles no, puedo medir mi impacto personal y familiar y puedo entonces tomar decisiones informadas la próxima vez que haga una compra. El reciclaje es la puerta de entrada a una vida más sostenible, porque me lleva directo a la reducción, a comprar menos y comprar mejor, a preferir cierto tipo de materiales más eficientes frente a otros desechables.

Los seres humanos tomamos decisiones desde las emociones, no desde lo racional. Decirle a la gente: reduzca, reduzca, reduzca o poner más impuestos al consumo de un tipo de material no solucionará el problema con el sentido de urgencia y profundidad requerida, no lograremos cambios significativos en una verdadera cultura de sostenibilidad.

La solución real la encontramos en la economía colaborativa, en la articulación, en la generación de incentivos a las empresas y los consumidores para premiar los comportamientos correctos; en la creación de un sistema de gestión pública y municipal que acompañe a sus ciudadanos en la creación de nuevos hábitos. Costa Rica es ejemplo e inspiración en materia de reforestación y de generación de energías limpias, estoy segura de que podemos convertirnos también en un país cero basura y 100% valorización, sin comprometer nuestro desarrollo y bienestar.

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