Le pusimos números a la cosa.  Es importante recordar, en estos tiempos de convulsión y exceso de información, que las mediciones y los datos nos permiten a los seres humanos elaborar de una forma un poco más objetiva la realidad. El hecho que a uno le guste o no una situación determinada, no cambia los hechos. Esta debe de ser una frase que debemos de repetirnos a nosotros mismos como personas a diario, sino podemos ver las consecuencias.

Pero bueno, la vez pasada básicamente pudimos concluir que el desempleo representa una condición. Corresponde al efecto de un problema estructural que se arregla a partir de las causas, más allá que de sus efectos. Esto tiene que ser nuestro objetivo como país, si no, terminamos con el problema más grande.

Es por esa razón, que el costo actual que el sector productivo debe sostener es la variable clave sobre la cual generar política económica, pues es la causa principal de los problemas de competitividad del país. Aunque suene un poco tonto, si las causas del problema se “invierten” se obtiene la condición deseada y se convierten en objetivos. Es más fácil viéndolo:

  • Las cargas impositivas son proporcionales y generan menos contracciones en la economía.
  • El tiempo que toma realizar un trámite es poco e implica un costo de oportunidad casi nulo.
  • El costo de los insumos básicos como la energía eléctrica, derivados del petróleo, telecomunicaciones, agua, salud, etc. no amenaza la competitividad de las empresas.
  • El tiempo que se toma para transportar mercadería es poco.
  • Las cargas sociales no representan una barrera financiera, pues el costo para emprendimientos y microempresas es escalonado durante los primeros cuatro años.
  • El cambio en las situaciones mencionadas y la implementación de un abordaje basado en resultados para atenderlas genera mayor confianza en los consumidores es inversionistas.

Esos son los escenarios a los que deberíamos de llegar si realmente queremos ver una reducción sustancial en el desempleo. Pero claro, lograrlo no necesariamente es sencillo, por lo que les comento que, durante la administración de don Welmer Ramos como ministro de Economía, Industria y Comercio, se trabajó la Semana de Reflexión Económica de 2016 alrededor del futuro del Desarrollo Productivo de Costa Rica con miras a 2050

Los talleres se realizaron mediante el modelo de triple hélice, que implica la participación del sector público, la academia y el sector privado, incluyendo a GIZ e INCAE. Desde entonces, se inició la discusión de un instrumento de largo plazo denominado Política Nacional de Desarrollo Productivo 2050 (PDP), hecho que había sido discutido por doña Edna Camacho en 2015 y por Estado de la Nación en 2018 como un insumo de vital importancia para la sostenibilidad y reactivación económica de Costa Rica al largo plazo.

Desde 2016, se realizaron talleres con amplia participación de representantes de cada hélice, y en 2018 se logró sintetizar una propuesta de visión a 2050, con su respectivo Plan de Acción así como los demás requisitos que solicita MIDEPLAN para emitir una Política de Estado: el MEIC la escribe, MIDEPLAN la aprueba, el presidente la firma. La propuesta de PDP sintetizada se realizó con ayuda de entes como el BID, CEPAL y la OIT.

Esta fue realizada durante la administración de don Luis Guillermo Solís Rivera, ya que la elaboración de la PDP fue parte del objetivo 1.4. del sector Economía, Industria y Comercio en el Plan Nacional de Desarrollo Alberto Cañas Escalante 2014 – 2018 (pág. 354). Como resultado de la sensibilización del documento borrador, en mayo de 2019 CEPAL emitió un artículo denominado “El sistema de innovación para las mipymes costarricenses: hacia un modelo de articulación”. La sección B del Capítulo III habla del borrador en cuestión y una de las secciones más relevantes desprende la siguiente imagen:

Además, es de relevancia aclarar, que el borrador de política se encuentra alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU para 2030 y criterio técnico de MIDEPLAN, desconozco del por qué no se ha firmado como Política de Estado.

Sin embargo, lejos de un documento mágico que llegue a salvar la economía, la elaboración de la PDP desprendió información que indica que hay que enfocar los esfuerzos de la institucionalidad para alcanzar los objetivos planteados tanto para el corto, mediano y largo plazo. Nuestro problema económico termina siendo el cómo ejecutar las acciones más allá del qué.

El problema radica en tres situaciones que deben de atenderse con celeridad:

  1. Visión consensuada a largo plazo del desarrollo productivo de Costa Rica (check)
  2. Plan de acción con indicadores, plazos y responsables (check)
  3. Un esquema de Gobernanza que facilite el trabajo articulado interinstitucional (pendiente)

El punto 1 y 2 se resuelven con la firma de la PDP como Política de Estado, pero el punto 3 sigue sin atenderse, al menos no en el documento borrador. Y es que para que el país logre generar las condiciones que mejoren la competitividad o los objetivos planteados arriba, se requiere de una oficina de proyectos (PMO por sus siglas en inglés) que permita, desde Casa Presidencial, que facilite el gerenciamiento del plan de acción de la PDP.

Esto se puede lograr mediante la asignación de un gerente de proyecto (PM) que funcione de mano derecha del jerarca o presidente de la Institución. De esta forma, el gerente en Casa Presidencial puede ejercer línea en Gobierno Central y recomendar en las autónomas. No es necesario realizar contrataciones, ya que dentro de la institucionalidad existe mucho talento y más PMs de lo que uno creería.

Infraestructura no es necesaria, ya que si el perfil que se consigue para Casa Presidencial fuese el adecuado, con un teléfono celular y Microsoft Project, se puede administrar la oficina digitalmente.

Vean que para ser más competitivos necesitamos coordinar entre toda la institucionalidad. Los tres puntos mencionados anteriormente deben de resolverse secuencialmente para atender de forma contundente y sostenible un problema complejo como el desempleo y la reactivación económica.

No hay más tiempo.

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